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Los Chikos del Maíz unen a la izquierda en Madrid

Tras llenar la sala La Riviera este sábado y quedarse al borde del lleno el viernes, Los Chikos del Maíz fueron ejemplo en la capital de que militancia y compromiso son compatibles con una carrera profesional en la música.

Concierto de Los Chikos del Maíz en La Riviera.
Concierto de Los Chikos del Maíz en La Riviera. BOLA NUEVE

"Madrid será la tumba del fascismo". ¿Cuánto público que llena La Riviera canta algo así? Los Chikos del Maiz demuestran, una gira más, que el éxito es compatible con los principios. Dos noches en la sala madrileña apenas un año después de actuar en el Wizink Center dan la razón a todas las cábalas que dos chavales del País Valencià se hicieron hace casi dos décadas en una rave. 

"Somos de izquierdas y si nosotros no decimos que hay futuro, ¿quién lo hace?". ¿Cuántos grupos que llenan La Riviera dicen cosas así? Futuros padres que sonríen, futuras madres que hacen planes. Todos presentes en la sala para celebrar que el mundo les sobrevivirá, que todo esfuerzo es un trámite y que los próximos años serán mejores que los vividos. No hay pruebas, pero seguro que hay futuro. 

Este par de raperos fueron el acicate de los indignados cuando el futuro era tan negro que ver todo arder parecía la única salida. El porvenir resultó conjugable con la vida incluso por encima de las expectativas -¿Qué manifestante de 2015 esperaba ver a Ione Belarra o a Yolanda Díaz como ministras de España?- pero se dedican a insistir en que la política debe mirar al mañana, aspirar a ser esperanzadora, a construir un futuro simple y alegre. Este fin de semana, en plena Fiesta de la Primavera de Podemos, Los Chikos del Maíz unieron a toda la izquierda madrileña entre pogos, rabia, optimismo, venganza y memoria.

Contrarios a la nostalgia, que no a la memoria, Toni y Nega apenas miraron atras en su repertorio. Entre Comancheria y Yes Future -su último disco- se formó el cuerpo principal del repertorio que durante una hora y cuarenta minutos tuvo a la sala entre puños en alto. Criptobros, Nómadas y Pan y rosas hicieron de La Riviera un hervidero, un reencuentro en plena guerra a la izquierda del PSOE. Es decir, entre la izquierda transformadora. Algún guiño como Pasión de Talibanes o Fear of a Mazorca Planet -omitiendo los versos más rancios y machistas- para adaptarse a un presente feminista, transinclusivo y ecologista. 

"Tú no te puedes vender, nadie te quiere comprar". Un pequeño homenaje a La Polla Records que también cantan Los Chikos del Maíz. ¿Quién llena La Riviera con mensajes tan provocadores? Breves apariciones como Ill Pekeño y Ergo Pro bastaron para completar el repertorio. El sonido, lo mejor que puede ofrecer una sala acostumbrada a la incapacidad para dejar brillar a los artistas. El público, lo más entregado, entre Viña Rock y manifestación de Rodea al Congreso. Sonaron ecos de otros tiempos, donde la unidad no se discernía entre Yolanda Díaz o Irene Montero y sí entre Pablo Iglesias o Alberto Garzón.

"Te dicen crea una familia, cómprate un hogar, pero este sueldo de birria ni permite soñar", rapea Toni Mejías mientras las más de 2.000 personas que copan la sala cercana a Príncipe Pío bailan, juegan y celebran. Un discurso unitario bajo el que nadie que se autodenomine de izquierdas puede no sentirse reflejado. En mitad de una guerra interna, donde Podemos y Sumar parecen agentes alejados, Los Chikos del Maíz evitaron cualquier frase en torno a la herida abierta. Perros viejos, Nega y Toni saben del peso que pueden tener sus palabras, seguro, pero también saben del ejercicio de militancia que supone no ahondar en las llagas. 

"Contra Vox alza la voz, vas a la acción y cállalos, diles que no, que su opinión no tiene hueco ni valor". ¿Cuántos grupos del panorama nacional, con éxito y asentados en el circuito de salas y festivales, dicen algo así? Los Chikos del Maíz perduran porque siguen siendo cercanos para el ciudadano comprometido, porque sus palabras construyeron un discurso, fueron fieles a unos valores y porque, además de todo, son divertidos, riman con gusto y aunque pasan los años dejan en la boca sabor a revolución.

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