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'La copa rosa', el proyecto que lucha contra el estigma de la menstruación en Chad

Las mujeres del país centroafricano, donde una compresa es un objeto de lujo, sufren una precariedad material que fomenta el oscurantismo. Una exposición y un documental denuncian su situación, a la vez que se pone marcha una campaña para distribuir copas menstruales entre la población femenina.

Una de las sesiones informativas sobre el proceso de la menstruación, los cambios que sufre el cuerpo de las adolescentes durante la pubertad y el uso de la copa menstrual, en Chad, noviembre de 2019.
Una de las sesiones informativas sobre el proceso de la menstruación, los cambios que sufre el cuerpo de las adolescentes durante la pubertad y el uso de la copa menstrual, en Chad, noviembre de 2019. Antonio López / EFTI

La menstruación en África es motivo de estigma. La llegada del período hace que a las mujeres se les prohíba cocinar y en ciertos lugares las adolescentes no pueden acudir a la escuela durante esos días. Una situación que les lleva a ocultar lo que les pasa, como si eludieran dar cuentas de su propia naturaleza. Convirtiendo en tabú lo que no debería serlo.

En Chad, país situado en África Central, las niñas son conscientes de que es un tema incómodo, lo que a la postre deriva en un desconocimiento total de su propia anatomía. El fotoperiodista Antonio López estuvo allí, también la ginecóloga Laura de Mingo. Fue un viaje al centro mismo de la pobreza en un país en el que la mayoría de las mujeres carece de acceso a productos sanitarios.

Retrato de un niña con la copa rosa, en Chad a principios de noviembre de 2019.
Retrato de un niña con la copa rosa, en Chad a principios de noviembre de 2019. Antonio López / EFTI

De aquel viaje de Antonio y Laura surgió La copa rosa, un proyecto fotográfico y un documental que aborda la realidad de muchas adolescentes africanas que sustituyen las compresas –objeto de lujo en Chad– por trapos o incluso hojas de árboles o hierbas secas para lidiar con su período. Además, las condiciones higiénicas son escasas y la falta de agua en las letrinas convierte la menstruación en un calvario.

"Es algo que aquí ni nos imaginamos; hay niñas que no van al colegio porque les resulta traumático que sus compañeros se mofen de lo que les pasa, una situación que les obliga a perder más de un mes de clase al año si sumamos todas sus menstruaciones", explica López a Público. Una precariedad material que nutre el estigma y fomenta el oscurantismo: "Muchas niñas creen que van a perder la virginidad por utilizar la copa menstrual, otras ni siquiera saben por dónde salen los niños, el desconocimiento es brutal". 

Antonio y Laura, auspiciados por la fundación Ramón Grosso, han querido paliar esta situación a través de un programa de información sobre la menstruación en Chad. El proyecto se ha centrado en las ventajas de la copa menstrual para poner freno a esta situación, así como explicar a las niñas los cambios que conlleva en su cuerpo la pubertad y negar los tabúes sobre la virginidad con el uso de estos dispositivos.

Antonio con su cámara y Laura a través de sesiones divulgativas mantuvieron a finales de 2019 una intensa agenda de reuniones informativas con estudiantes, asociaciones de mujeres, responsables de clínicas y hospitales, ciudadanos influyentes... Una suerte de misiones pedagógicas centroafricanas que ahora ven la luz a través de una exposición –en el Centro Internacional de Fotografía y Cine hasta el 6 de noviembre– y el documental La copa rosa

Desde muy temprana edad las mujeres cargan con la responsabilidad de la casa y en la cocina se entremezclan el juego y la realidad para las niñas, Chad, noviembre de 2019.
Desde muy temprana edad las mujeres cargan con la responsabilidad de la casa y en la cocina se entremezclan el juego y la realidad para las niñas, Chad, noviembre de 2019. Antonio López / EFTI

Con la colaboración de la Fundación Ramón Grosso, el proyecto ha podido distribuir hasta la fecha 300 copas menstruales con el objetivo de implantar su uso entre las más desfavorecidas, una inercia y unas campañas futuras que la pandemia y la inestabilidad política en el país han desbaratado. "Es muy complicado ser optimistas, hasta ahora Chad es un país que apenas se preocupa por su población, veo difícil que esto cambie", apunta López.

En un país sin apenas clase media y sumido en turbulencias políticas –el pasado 20 de abril fallecía su presidente por heridas de combates contra los rebeldes del FACT–, la posibilidad de poner en práctica un proyecto de estas características, asume López, es casi milagroso.

Con todo, prevalece su convicción en la idoneidad de una apuesta que, dice, "es la herramienta perfecta para mejorar las condiciones de las mujeres en Chad". Un país que, como apunta el fotoperiodista, no es promesa de nada bueno para sus mujeres: "En el peor de los escenarios, el desarrollo de una niña nacida en Chad comienza con la ablación, después tendrá que abandonar sus estudios cuando le venga la regla, con el tiempo se verá inmersa en un matrimonio forzoso con un hombre mayor y cuando alcance los 18 años ya tendrá dos o tres hijos... Muchas de ellas acaban alcoholizadas y otras tantas mueren durante el parto; es muy jodido ser mujer en Chad". 

En la imagen unas letrinas, muestra de las precarias condiciones higiénicas del país, Chad, noviembre de 2019.
En la imagen unas letrinas, muestra de las precarias condiciones higiénicas del país, Chad, noviembre de 2019. Antonio López / EFTI

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