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Los daños colaterales de 'Gran Hermano'

El director de 'Gomorra', Matteo Garrone, se aleja del mundo de la mafia para retratar en clave de comedia el 'paraíso artificial' de los 'reality shows'

MARÍA JOSÉ ARIAS

Los motivos para encerrarse en una casa desde la que emiten durante 24 horas al día pueden ser tantos como las personas que entran en el juego de la vida en directo. Aunque la fama fácil destaca sobre los demás. Y, de paso, el dinero rápido. Portadas de revistas, una silla de comentarista televisivo, bolos... Todo depende del juego que se dé dentro de la casa, granja, barco o cualquiera de sus variedades. Reality recoge el caso de un aspirante a concursante de la versión italiana de Gran Hermano tan obsesionado con el programa que pierde el sentido de la realidad hasta el punto de crearse su propio Gran Hermano en el exterior.

Basada en un hecho real, Matteo Garrone, director de Gomorra, se aleja del mundo de la mafia para 'hablar del sueño como evasión de la realidad. De un paraíso artificial'. Y en ese paraíso artificial que presenta la película subyace una crítica a esa telerrealidad tan de moda en los últimos años que convierte a gente sin ningún talento aparente (lo dice una de las hijas del protagonista) en personajes reconocidos, admirados y deseados solo por el hecho de haber participado en un programa de televisión.

Es el caso de Enzo (Raffaele Ferrante), quien tras su paso por la casa de Grande Fratello se ha convertido en una figura mediática de primer orden. Se mueve en helicóptero. Un exceso que no es otra cosa que una muestra de la desproporción de la fama y la riqueza generada por estos programas. En un principio Luciano no tiene interés en entrar a formar parte de ese selecto grupo de grandes hermanos. Él se encuentra satisfecho siendo el rey del barrio napolitano en el que vive. Tiene una pescadería y se saca un dinero extra trapicheando con robots de cocina. Pero su familia le convence de que se presente al casting. Están convencidos de qué vale para eso y, después de todo, es un camino fácil para lograr dinero sin esfuerzo. Salir en Gran Hermano te soluciona la vida. Ese el lema.

Ninguno se para a pensar en lo que todo ese mundo conlleva y que puede verse reflejado en el personaje de Enzo, convertido en un títere que va de un lado a otro firmando autógrafos, haciéndose fotos y repitiendo una estúpida frase que ridiculiza su existencia aún más. Porque visto desde fuera y con los ojos de alguien que no comparte el gusto por este tipo de realities, lo que conlleva este mundillo resulta ridículo. Convertirse en un producto del marketing, sabiendo que esta fama es efímera y que igual que la gente te adora ahora puede que pronto caigas en el olvido. ¿Quién se acuerda de los concursantes del primer Gran Hermano?

Reality cuenta eso, pero sobre todo lo que les puede ocurrir a esos miles de aspirantes que no llegan a concursar. Una vez en el proceso de selección, Luciano entra en una espiral de la que no es capaz de salir. Está convencido de que entrará en la casa, pero la llamada no llega. Su obsesión es tal que hasta llega a pensar que le espían los productores del programa y en cada acto cotidiano ve una prueba. Él mismo se crea ese 'paraíso artificial' del que habla Garrone.

Reality esta contada en clave de comedia. 'Tenía ganas de cambiar de registro', reconoce el director de Gomorra. Sin embargo, es una historia trágica, por cómo se desarrolla y por el hecho de que está basada en una historia real. 'Le pasó a una persona que conozco y me sorprendió precisamente por su aspecto tragicómico'. Garrone se centra en esa parte de la historia de los realities que no se conoce. La de los aspirantes a concursantes que se quedan en el camino y cómo esto les afecta. A Luciano -un caso llevado al extremo- le arruina la vida. La culpa la tienen tanto la telerrealidad que le absorbe con sus promesas de fama y riqueza como las alas que al inicio le da su familia y su predisposición personal.

'Ha pasado. De hecho, es un hecho real. De todas formas el sueño de Luciano viene por contagio... A través de su familia, del barrio, de la sociedad... Sueña con evadirse de su propia realidad para llegar a vivir en un paraíso artificial'. Garrone aclara que su intención 'no ha sido juzgar a nadie'. Es cierto que no lo hace. Simplemente cuenta lo que hay, cómo funciona todo ese maremágnum que conlleva entrar en un reality y cómo puede afectar a una persona entrar o quedarse fuera. 'Podría ser Gran Hermano como cualquier otro reality. El paraíso artificial que se crea el personaje empieza antes de llegar al plató de Gran Hermano. Empieza en los outlets, centros comerciales, la boda... La ilusión, el sueño como realidad'.

La historia del actor protagonista de Reality, Aniello Arena, casi es una película en sí misma. Nacido en Nápoles en 1968 lleva más de dos décadas encarcelado. Excamorrista reconvertido en actor en prisión, ha participado en innumerables obras de teatro. Garrone le conoció hace tiempo y ya quiso contar con él para Gomorra. Los permisos no llegaron y tuvo que esperar a su siguiente proyecto.

Su desconocimiento del mundo exterior ha sido, según el director, algo que ha favorecido mucho a la credibilidad de la película. 'El hecho de que lleve más de veinte años preso hace que tenga una visión de la realidad más ingenua y de ahí su expresión de sorpresa en muchos momentos. Es el punto de unión entre él y el personaje. Y sin duda lo que le ha ayudado a construir el personaje'.

Al ser la primera película de Arena y no estar familiarizado con el cine, Garrone optó por rodar de manera cronológica, algo poco habitual. 'He rodado en orden cronológico para que se encontrara más cómodo y pudiera construir mejor el personaje', explica. Este quizá haya sido el menor problema para el actor. Tener a los carabinieri todo el día en el set no debió ser demasiado fácil. Aún así, Garrone destaca que 'lo más difícil para él ha sido rodar una parte de la película en el barrio en el que había crecido y donde 20 años atrás había cometido crímenes. Es una coincidencia que haya sido así'.

Eso es porque Reality está rodada a caballo entre Nápoles y Roma, pero sobre todo en la ciudad del sur de Italia, vinculada a la mafia y con dos caras muy marcadas. Reality gira, como su nombre indica, sobre una misma idea: la realidad. En primer lugar, esa realidad enlatada de los programas de televisión, cada vez más viciada. En segundo lugar, la conversión del sueño en realidad. Y por último, esas dos realidades en las que vive inmersa la Nápoles de hoy y que retrata la película.

'Hay un Nápoles más ligado al pasado, decadente, que se cuenta en los sitios en los que vive y trabaja Luciano, y otro Nápoles más ligado al presente que se cuenta en lugares que son los no lugares como el parque acuático, el outlet, el centro comercial. Como si fueran ya un plató de un reality', resume Garrone.

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