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El día en que se averió la máquina de los despidos

El director Jason Reitman explica las claves de 'Up in the air', el filme sobre la crisis vital de un gurú de los recursos humanos, interpretado por George Clooney, que puede arrasar hoy en los Globos de Oro y repetir éxito en los

ROBERTO ARNAZ

La crisis ya tiene su película. Se llama Up in the Air y es tan irónica, divertida y cruel como la vida misma. Para cautivar al espectador, no necesita recurrir a vampiros adolescentes, sólo a unas gotas de pura y simple realidad. Su protagonista no es un alienígena azul de más de dos metros, sino más bien lo contrario: un solitario y gris ejecutivo, uno de esos miles que cada día recorren EEUU adelgazando la plantilla de las empresas en apuros, con la única diferencia de que, en este caso, cuenta con la atractiva percha de George Clooney.

El señor Ryan Bingham es un yuppie de altos vuelos, elegante y seductor. Su hábitat natural son los aeropuertos. Disfruta en los aviones, alejado de todo, rodeado en soledad de un montón de gente. No tiene casa, amigos o vida personal más allá de su trabajo. Está a punto de entrar en el club de viajeros con más de diez millones de millas a sus espaldas y sueña con ese momento.

George Clooney pone cara al hombre de negocios moderno, cuya vida da un giro de 180 grados cuando entran en ella dos mujeres, interpretadas por Vera Farmiga y Anna Kendrick. Con su interpretación, el último galán de Hollywood vuela hacia el Oscar.

'Si vas a hacer una película sobre un tipo que se dedica a despedir a gente, más vale que sea seductor', asegura Jason Reitman, director de la cinta e hijo de Ian Reitman, autor de Los cazafantasmas (1984), quien confesó que escribió el papel de Bingham pensando en Clooney, 'aunque nunca imaginé que diría que sí'.

El realizador de origen canadiense recibió a Público en Los Ángeles abrumado por el éxito de su tercer trabajo, que se estrena el viernes en España. Su ingenioso guión, que comenzó a escribir cuando tenía 25 años, ha conquistado al público, pero sobre todo a la crítica, que la ha coronado como la película del año a golpe de galardón.

Desde su estreno en EEUU en diciembre, esta fábula sobre las terribles consecuencias de la actual situación económica y el estilo de vida moderno, ha recibido 28 premios, además de otras 38 nominaciones; entre ellas, seis a los Globos de Oro, que se celebrarán esta noche en Los Ángeles. Aunque él lo niegue, en el punto de mira de Reitman está una estatuilla dorada que, de momento, se le resiste.

A sus 32 años, aún no ha conseguido quitarse la etiqueta de eterna promesa, de genio pasota, aunque un premio de la Academia podría consagrarlo como el líder de su generación. 'No es algo que me obsesione, aunque, si sucede, sería un gran honor, la mayor sorpresa de mi vida', asegura Reitman, que ya demostró su talento con las sorprendentes Gracias por fumar (2006) y Juno (2007).

Después de tratar el tema del tabaquismo y de los embarazos adolescentes, habla ahora sin miedo de desempleo, soledad, frustración y desamor, pero con una sonrisa llena de esperanza y alejada de cualquier dramatismo. En Up in the Air, todo es real, incluso los despidos. De hecho, para interpretar a las personas que pierden su trabajo en la película, Reitman realizó un cásting al que se presentaron voluntariamente miles de personas anónimas para contar sus experiencias.

'Quería mostrar una realidad, pero en ningún caso ofrecer mi punto de vista moral sobre la economía. No soy Michael Moore', aclara Reitman, que asegura que su labor no es otra que 'retratar a la humanidad de la mejor manera posible para que sea reconocible y conmueva a la audiencia'.

Para ello, no dudó en aportar al guión final sus propias vivencias personales. 'Paso mucho tiempo en aviones y en hoteles cerca de aeropuertos, así que muchas de las anécdotas que aparecen en la pantalla me sucedieron realmente a mí', explica.

Además, reconoce que en muchos aspectos él es como Ryan Bingham. 'Somos iguales en todo menos en las aventuras sexuales', bromea.

Por la sensibilidad que muestra en sus películas, nadie diría que es un amante de las películas de terror: 'Cuanto más sangrientas, mejor'. Se mira en el espejo de Alexander Payne autor de Entre copas (2004) y Election (1999) su director preferido, señala a Stanley Kubrick como su maestro en la comedia y no duda en reconocer que no es un gran cinéfilo.

Hasta el punto de que asegura sin rubor que no conoce nada de cine europeo. Pero nada de nada. 'Mentiría si dijera que Buñuel ha sido una gran influencia en mi cine, porque nunca he visto una película suya. De hecho, sólo he visto una película europea, de Federico Fellini, y no me gustó'.

El próximo 7 de marzo, Jason Reitman podría convertirse en la prueba viviente de que se puede ser un director de cine oscarizado sin pasar jamás por la filmoteca.

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