Público
Público

Estreno: 'El milagro' 'El milagro': fe y ciencia a la gresca por una estatuilla que llora sangre

Sky estrena este martes 'El milagro', una producción propia italiana en la que fe y razón se enfrentan tras la aparición de una estatuilla de la Virgen que llora sangre en un país envuelto en un complicado momento político.

Guido Caprino, actor italiano en la serie 'El milagro'. / SKY

Un tira y afloja entre fe y razón, entre Estado e Iglesia, entre culpa y perdón. Eso es, de manera simple y escueta, de lo que trata El milagro, producción de Sky que llega este martes a España con ese poso literario que le da el tener detrás a Niccolò Ammaniti, reconocido escritor italiano que debuta tras la cámara además de hacer las labores de guionista.

Las series italianas están en alza desde hace ya algunos años. Llegan más y mejores. Como ocurre con las españolas, se han internacionalizado y su calidad las ha hecho dar el salto más allá de sus fronteras. Gomorra y 1992/1993 son solo dos de los ejemplos mejores y más recientes. La primera, sobre la camorra napolitana. La segunda, sobre la corrupción política. Sin embargo, el tema central de El milagro no son ni uno ni otro. ¿Están presentes? Sí. Pero no son el eje sobre el que pivotan.

El principal interés que despierta la serie de Ammaniti, que ha contado con la ayuda en la dirección de Francesco Munzi y Lucio Pellegrini, reside en sus personajes. Oscuros, con un interior podrido en su mayoría, permanecen aferrados al poder que ejercen cada uno en su parcela y se comportan de manera impredecible. Puede que no todos sean corruptos, pero están corrompidos por dentro. De ahí que en lo que algunos llaman milagro y otros truco de superchería vean una forma de avanzar hacia delante, de aferrarse a un clavo ardiendo.

Ese clavo es la estatuilla de una Virgen que llora sangre. Litros y litros de sangre humana. Hallada en el piso de un criminal, nadie es capaz de explicar, al menos en los tres episodios facilitados a los medios por Sky antes del estreno, a qué se debe el fenómeno. Acción divina para los más beatos, otros se aferran a la ciencia para encontrar una explicación que no tenga nada que ver con lo espiritual.

En el primer bando se encuentra uno de los personajes más sombríos y cautivadores de la serie, el padre Marcello (Tommaso Ragno). Puede que en otro tiempo fuese un hombre de bien, bondadoso y entregado al prójimo. Sin embargo, la serie lo recoge sin fe, perdido en una espiral de adicción y sexo que le aleja del espejo sin mácula que ha de ser un párroco. La visión de la Virgen de lágrimas rojas puede ser su tabla de salvación, o todo lo contrario.

Llega a ella gracias a su viejo amigo y verdadero protagonista de la historia, Fabrizio Pietromarchi (Guido Caprino), primer ministro de Italia que se enmarca en el segundo grupo, en el de los que creen que hay trampa en todo esto. Un tipo serio que carga sobre sus hombros con el peso de un país al borde del abismo político: en breve los italianos tendrán que votar en un referéndum si quieren o no seguir siendo europeos. Un ‘brexit a la italiana’ que tiene consumido al líder de la izquierda, liberal y ateo, con una situación en casa tan a punto de saltar por los aires como la del país. Su mujer y madre de sus dos hijos, Sole (Elena Lietti), hastiada de vivir atrapada en el papel de primera dama modélica, amenaza dejarse llevar por su verdadera personalidad aunque eso suponga una bofetada a la imagen política de su marido.

La música y el tono que usan los actores para decir sus líneas ahondan más en esa situación de pesadumbre continua

Acompañándoles en esta lucha entre fe y razón, entre espiritualidad y ciencia, el general Volta (Sergio Albelli), encargado de llevar la investigación en el más estricto de los secretos, y la hematóloga que renunció a su vida por cuidar a su madre enferma, Sandra (Alba Rohrwacher). Cada uno con su propio drama y su oscuridad. Porque si hay algo en El milagro es mucha penumbra. Se deja notar en la trama y en el devenir de los personajes, pero también en la escenografía de una serie en la que la mayoría de las escenas transcurren de noche o en lugares cerrados con una luz que no es precisamente de las que aportan claridad. Además, la música y el tono que usan los actores para decir sus líneas ahondan más en esa situación de pesadumbre continua. La alegría brilla por su ausencia y es bueno. Es lo que requiere la historia.

Con tres capítulos vistos, aún falta por entender la conexión de los principales personajes con la muerte de una niña en Calabria. Se puede llegar a atisbar, pero no queda claro del todo de entrada. Tampoco hace acto de presencia en sus primeros episodios el personaje de Javier Cámara, un científico que tendrá algo que decir en todo esto del milagro (o no) de la Virgen que llora sangre. Un hecho que el Gobierno de Pietromarchi ha escondido en una piscina abandonada rodeada de plásticos y con un cubo bajo sus pies.

Lo último que necesita el país poco antes de un referéndum crucial para su futuro es saber de la existencia de este extraño suceso y que los medios de comunicación se llenen de profetas interpretando su significado. Por delante, otros cinco episodios en los que no queda claro, a tenor de lo visto, si concluirán con una explicación del fenómeno. Da igual. Lo interesante en realidad es ir descubriendo cómo quienes saben de su existencia hacen frente a ello y a sus propios demonios en poco más de una semana. Cada capítulo se corresponde con un día.

Quizá lo de menos, lo menos importante, sea averiguar si en el guion escrito por Ammaniti con Stefano Bises, Francesca Manieri y Francesca Marciano se aclara si existe o no milagro en la Virgen que llora. Puede ser que el término milagro vaya más allá, en un sentido más amplio y metafórico de la palabra. Es una vía de exploración interesante que se abre con esta serie y que, sin olvidar los tres puntales clásicos de la sociedad italiana (Estado, Iglesia y Mafia), da un giro a lo que se acostumbra a ver en la televisión del país transalpino.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?