A la gente la música en general le gusta, no le gusta –y entonces dice que “suena todo igual”– o le da lo mismo. El jazz es otra cosa. Con el jazz la gente se apasiona, se irrita, o bien dice que “está bien para oírlo de fondo” –y entonces irrita a los apasionados–. Un buen aficionado se reconoce además porque no sólo le gusta escuchar jazz. También le gusta el cine sobre (o con) jazz, los libros de jazz, la fotografía del jazz, además de los carteles, las camisetas, los viajes y cualquier otro objeto o experiencia relacionados con ese tipo de música –que se distingue por su sonido (instrumentación), la improvisación (misterio) y el swing (otro misterio)–. ¿Por qué no añadir cómics al jazz?
Editores, críticos y guionistas sólo coinciden en citar tres clásicos: Barney et la note bleue (de los franceses Loustal y Paringaux), Billie Holiday (de los argentinos Muñoz y Sampayo) y Harlem Blues (del italiano Guido Crepax). Suelen añadir al estadounidense Robert Crumb, por sus clásicos del blues rural. Y poco más. No obstante, frente a esta minúscula tradición, en los últimos años han surgido una docena larga de historietas que, por diversas razones, pueden interesar al aficionado al jazz.
El editor de La Cúpula, Josep Maria Berenguer, aporta una explicación a este microboom: 'No se trata de una moda, sino de un resultado de la diarrea editorial que estamos padeciendo. Se publica de todo”. El escritor y crítico musical Miquel Jurado añade otra hipótesis: “La industria discográfica necesita ofrecer algo más que un disco, por ejemplo, un cómic, para contrarrestar la tendencia a adquirir música en Internet”. Jurado alude a los discolibros franceses de Éditions Nocturne, cuyo éxito imita en España la colección Music Comics, que él mismo dirige. Una tercera pista sería el creciente –y heterogéneo– interés de algunos creadores por el jazz.
El guionista de Billie Holiday y Fats Waller, Carlos Sampayo, lo ve así: “No existe un subgénero de cómic jazzístico, más bien son guiños de gusto personal, aunque en general poco documentado. Es el jazz visto desde fuera, porque la estética resulta atractiva”. Ese parece ser el caso de los españoles Roger y Raule, que decidieron que su pistolero Jazz Maynard fuera además trompetista. “Fue una cuestión estética. Nos apetecía apropiarnos de la elegancia que envuelve a la música jazz, la fascinación que ejercen esos clubs poco iluminados, atmósferas cargadas de humo y viejas leyendas sobre el escenario. No somos aficionados al jazz”, admiten.
Sí lo es, en cambio, el portugués José Carlos Fernándes, quien revela su afición al hablar de su obra más conocida: “Thelonious Monk era acusado por la crítica más ortodoxa de no saber tocar. Claro que Monk sabía tocar, sabía tocar tan bien que conseguía pulsar siempre la nota que estaba al lado de la nota justa, una fracción de segundo antes o después del momento oportuno. Me gustaría incorporar esas notas erróneas a la galería de perdedores y solitarios de La peor banda del mundo”.
También en el debutante francés Alexandre Clérisse, autor de Jazz club, es evidente la implicación con el género: “Comencé a contar la historia improvisando, lo que está en la misma base del jazz. Luego, a fuerza de escuchar esta música, quise imaginarme qué había detrás de los instrumentos; qué alimentaba la inspiración de los músicos, cuáles son sus vidas, sus tormentos”.
Mejor si, como parece, hay oferta para todos los gustos. Porque la gente en general los tebeos los devora, los ignora o le falta una buena razón para acercarse a ellos. Los aficionados al jazz ya tienen la suya.
Homenajes al jazz
-Jazz club, Alexandre Clérisse (Bang, 2007; 64 pág. 17 €).
-La peor banda del mundo, José Carlos Fernándes (Devir, 2002-2007; 56 pág. 8€. Se han editado seis entregas de la serie).
-Hate jazz, Jorge González y Horacio Altuna (Sins Entido, 2006; 56 pág. 13€).
-Moonlight Blues, Stéfano Casini (Astiberri, 2007; 48 pág. 8€).
-Betty Blues, Renaud Dillies (Ponent Moon, 2007; 80 pág. 20€).
Novelas bio(gráficas)
-Billie Holiday, José Muñoz y Carlos Sampayo (Planeta, 2005; 64 pág. 7,95€).
-Fats Waller, Igort y Carlos Sampayo (Sins Entido, 2005; 140 pág. 15,90€).
-Montoliú plays Tete, Gani Jakupi, M. Jurado (Discmedi, 2006; 64 pág.+2CD, 22,57€).
-Chet Baker: Rebel at work, Martín Prado y Jurado (Discmedi, 2007; 64 pág.+2CD, 22,57€).
-Be Bop, Enrique Flórez Márquez y Felipe Hernández Cava (De Ponent, 2000; 96 pág. 13,22€).
Blues y clubes
-Jazz Maynard, Raule y Roger (Diábolo, 2007; 48 pág. 16,95€. Vol. 1º de la trilogía).
-Melodías animadas, Robert Crumb (La Cúpula, 2005; 69 pág. 7,95€).
-Bluesman, Rob Vollmar y Pablo García Callejo (De Ponent, 2005-2007; 84 pág. 14€. Se ha editado una trilogía).
-V Girl, Pep Brocal y F. Hernández Cava (De Ponent, 2001; 70 pág. 9,61€).
-Bajo la piel, Sergi Álvarez y Sagar Forniés (Astiberri, 2006; 144 pág. 14€).
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