Entrevista a Bea Lema, premio Nacional de Cómic 2024"Cuando algo se crea desde la honestidad, eso se percibe"
Las relaciones familiares, las dolencias mentales desde el punto de vista de una niña, la espiritualidad o los cuidados son temas centrales en 'El Cuerpo de Cristo (Astiberri, 2023)", por el que la ilustradora Bea Lema (A Coruña, 1985) obtuvo el Premio Nacional de Cómic 2024.

A Coruña--Actualizado a
Las relaciones familiares, las dolencias mentales desde el punto de vista de una niña, la espiritualidad o los cuidados son temas centrales en O corpo de Cristo (Astiberri, 2023). La ilustradora Bea Lema (A Coruña, 1985) no quiso dulcificar un relato que nace de su propia experiencia y en el que lleva años trabajando. La obra fue publicada primero en Francia, pero tiene su origen en una novela gráfica en gallego con la que ganó el Premio Castelao de la Diputación de A Coruña en el 2017. El Ministerio de Cultura y Deporte le ha concedido el Premio Nacional de Cómic 2024 y, entre otros aspectos, ha destacado la elección formal arriesgada, el uso del humor y la mirada poética. Desde la originalidad de mezclar bordados y rotulador, Bea Lema aun encontró otra vida para esta historia, que se transformará próximamente en un cortometraje de animación.
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¿Cómo está? ¿Más asentada tras esos primeros días de aluvión?
Contenta, aunque también un poco abrumada, porque los medios os entregasteis muchísimo. Eso es muy bueno para el libro, porque le da una segunda vida ahora que estaba a punto de cumplir un año desde la publicación. Estoy muy contenta también de que se pongan en el foco temas como la salud mental y los cuidados. Como autora te da mucha proyección. Es como un aval para futuros proyectos.
Habla de una segunda vida, pero realmente es la tercera. 'El Cuerpo de Cristo' comenzó en 2017 con una primera edición premiada por la Diputación de A Coruña. ¿Qué reflexión le hizo ampliar el universo y brindarle un nuevo desarrollo a la trama?
Esto viene dado porque cuando salió El Cuerpo de Cristo ya había tenido buena acogida, así que eso me hizo pensar que el tema interesaba. Fue mi primer proyecto de cómic, y me apetecía darme más tiempo para seguir aprendiendo a narrar, extender la historia y buscar un camino gráfico. Eso fue lo que me llevó a seguir trabajando.
Este camino gráfico ya suscitó algunos debates. Utiliza la técnica del bordado, que combina con el rotulador.
Tal elección tuvo sus defensores, pero también algunos detractores que juzgan que eso no es cómic. No seguí mucho el debate, la verdad, pero sí que me llegó. Entiendo que una no puede gustar a todo el mundo. Me llegó tal avalancha de enhorabuenas, de comentarios positivos de lectoras, de librerías… que el debate quedó en anécdota.
"El material tiene un mensaje: es blando y los protegen de la intemperie, algo que se asocia con el femenino y con el cuidado"
Se apodera a través del bordado, una disciplina que podía entenderse hasta hace bien poco como un símbolo de los roles de género asociados a la mujer y a sus labores. ¿Se está resignificando?
Para mí surgió mucho de la intuición. Al principio no tenía la intención de hacerlo así. Entre la primera edición de El Cuerpo de Cristo y la siguiente pasaron cinco años, y en un proceso tan largo hay momentos de altibajos. En un momento más bajo de motivación quise hacer una de las páginas en la técnica de arpilleras, que mezcla textil con bordado. En mi casa tengo una colección de arpilleras bolivianas, y tenía la inquietud de probar esa técnica, porque no dejan de ser ilustraciones textiles. Me gustó el resultado, disfruté del proceso de hacer una cosa lenta, que se va revelando poco a poco. Me ofreció esa novedad que me faltaba en ese momento, que me resultara estimulante a nivel creativo. Desde el punto de no tener experiencia de nada, desde ese proceso de aprendizaje, también me estimulaba. Ahora, viéndolo desde la distancia, me parece que tiene sentido dentro de la historia. Para mí, como dices, es una manera de resignificar el textil, que en mi casa es el oficio de mis abuelos, de mi madre, que eran sastres y costurera. Es una manera de poner en valor esa forma de hacer, esos bordados que quedan en el interior de las casas, como objetos de uso cotidiano. Lo reivindiqué como un medio de creación más, como la pintura y escultura. El material tiene un mensaje: es blando, nos protege de la intemperie cada día, que son cosas que al final se asocian con la protección, con lo femenino y con el cuidado, que son los temas del cómic.
Las arpilleras chilenas contaron la represión de la dictadura a través de sus bordados. Igual que ellas, usted habla de un tema duro, como es su vivencia con la enfermedad mental de su madre, a través de una técnica delicada.
Sí. Al final, se trata de usar los conocimientos que tienes para expresarte. Ese es el poder de la creación. En el caso de las arpilleras chilenas me fascina el papel subversivo de sus piezas y cómo nadie sospechó de un grupo de señoras que estaban cosiendo. Estaban haciendo una crítica muy grande a la dictadura. Fue una manera de que se supiera fuera del país lo que estaba pasando, porque los medios de comunicación estaban secuestrados. Ese giro me parece interesante. Estamos en un momento en el que hay una sensibilidad común de que eso es necesario.
"Procuré una dualidad entre la dureza de la historia y el naíf de las ilustraciones. El contraste es interesante, sin llegar a ser 'ingenuista'"
Hay cierta instrumentalización de la salud mental en la conversación pública. A veces incluso se utiliza como reclamo publicitario. ¿Cómo consiguió huir de la frivolidad a la hora de pasar la historia a viñetas?
Creo que, por una parte, aunque la salud mental está de actualidad, cuando hablamos de temas como la psicosis sigue habiendo tabú. Hablamos de ansiedad, de depresión y de cosas así, pero esto es ir un paso más allá, y existe la necesidad de hacerlo visible. En mi caso, como es una experiencia que parte de mi propia experiencia, traté de ser honesta, de compartir mis emociones y mis vivencias. Cuando algo se crea desde la honestidad, eso se percibe. Yo lo percibo como lectora. No intenté dulcificarlo, aunque en la gráfica sí que quise que existiera una dualidad entre la dureza de la historia y el naíf de las ilustraciones. Ese contraste es interesante, sin llegar a ser ingenuista.
El cómic reproduce episodios tremendamente duros de su vivencia como hija de una mujer con enfermedad mental. ¿Cómo lidió con la sobreexposición de pasajes tan íntimos de su historia?
Ese miedo sí que lo tuve durante el proceso. Al final, hablas de temas sensibles para personas de tu familia, hablas de ellas, y no sabes cómo van a reaccionar. El razonamiento que ganó es que en gran parte es mi historia, pero también la de muchas otras personas. Pensaba que compartir esto era parte de la solución y no del problema. En las presentaciones hay mucha gente que me cuenta experiencias similares. Siento que el hecho de que yo lo comparta da permiso a otros a hablar de eso. Cuando te sientes reflejada en un texto, al final acabas por sentirte menos sola.
El libro está contado desde los recuerdos y los ojos de una niña. Una tarea difícil para una adulta que pudo racionalizar algunas de sus vivencias. ¿Cómo fue el proceso de hacer memoria?
Empecé el libro porque llegó un momento, cuando estaba cerca de los 30, en el que me hice consciente de que estaba reproduciendo el papel de cuidadora de mi infancia en mis relaciones adultas. Esto me llevó la una situación muy extrema que me hizo cuestionar por qué había llegado ahí. Sentí que tenía una cuenta pendiente. Era consciente de lo que había pasado, pero nunca había hecho una reflexión más profunda. No tenía la capacidad de sentarme y escribir un guión de principio a fin. Lo que hice fue trabajar desde la memoria con recuerdos que para mí eran significativos. Hice historias cortas, de una a tres páginas, y jugaba a crear una orden entre ellas. De ese orden surgía un relato, y también surgían nuevas preguntas sobre cómo ir de una historia a otra. La hice un poco así, por trocitos, ensayo y error. Lo más difícil fue a buscar el hilo conductor.
Aún trabaja en el universo 'El Cuerpo de Cristo', con un corto en potencia. Por el momento, ¿ya le ha servido para dar respuesta la esas preguntas?
Sí, me ayudó totalmente. Por una parte, no dejas de tomar distancia al verlo en papel. Después, leí un ciento de cosas sobre salud mental e infancias traumáticas. Aprendí mucho sobre eso, amplié mi mirada sobre las dolencias mentales, sobre las diagnosis, sobre si estas sirven o no, sobre cómo se usa la medicación, como funciona el sistema... Eso me ayudó mucho, me reconcilió con temas como el hecho de crecer con una educación católica. Me sirvió para pedir ayuda, para decir que esto no lo tengo por quée vivir yo sola, para enfrentar la parte de los cuidados… Me sirvió mucho.
"En Galicia, hasta mediados de los 70, ir al psiquiatra era una auténtica barbaridad. La religión era una vía para canalizar la espiritualidad"
Uno de los temas que aborda el libro es la reconciliación con la religión. Concluye que, a veces, la ritualidad podía servir de terapia para la gente cuando no había otros medios... ¡Pero se topó con la denuncia de Abogados Cristianos!
Creo que cualquier persona que lea el libro comprenderá que la religión está tratada desde el absoluto respeto. La portada tiene una metáfora visual, pero lo que se ve en el interior es que al final eso es un refugio para Adela, el único lugar donde la escuchan. Es algo que no encuentra en su casa ni en la consulta del médico. Responde a su contexto social: una mujer que nace en el año 46 en una aldea gallega en la que la religión tiene muchísima influencia, y donde además hay un montón de creencias alrededor de las magias, el aire… Para entender a Adela hay que entender esto, y además hay que respetar sus creencias, porque es algo difícil de cambiar. Solo queda convivir de una manera sana con ellas. El tema de la reconciliación tiene que ver con que, a pesar de que pasé por épocas en las que me dio mucha vergüenza que hubiéramos recurrido a brujas y curanderas, con el tiempo conseguí entender que, en Galicia, hasta mediados de los 70, ir al psiquiatra era una auténtica barbaridad. Por vergüenza o porque no había demasiados. La religión era una vía para canalizar la espiritualidad, de la que quedamos un poco huérfanos al rechazar la religión, y que acompañó el ser humano durante toda su historia. Yo vivo esa espiritualidad a través de la creación. Ahora lo veo desde lo respeto y entiendo la función que pudo tener.


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