Familiares y amigos de Whitney Houston despidieron este sábado en su ciudad natal de Newark (Nueva Jersey), a la cantante, fallecida el pasado día 11 en un hotel de Beverly Hills. Fue una ceremonia genuina, una misa gospel en la iglesia baptista donde Houston estrenó su increíble voz, en la que se recordó la vida de Nippy (el apodo que le dio su padre), la joven entusiasta que se transformaría en la estrella del pop.

Su madre, Cissy Houston, y su hija, Bobbi Kristina Brown, fueron el centro de atención. Entre los presentes también se encontraban los activistas Jesse Jackson y Al Sharpton, y en un plano muy secundario (nadie le mencionó en ninguno de los discursos) su polémico exesposo, Bobby Brown.

La ceremonia, que se alargó más de tres horas en el modesto edificio de la iglesia New Hope, mezcló actuaciones musicales y testimonios personales sobre la infancia y la carrera de Houston, que murió a los 48 años por razones desconocidas (aunque se sospecha que fue de una sobredosis accidental de calmantes y somníferos). La familia no quiso hacer un gran concierto y prefirió un homenaje más íntimo, que fue retransmitido en directo por todas las televisiones locales. Fuera, cientos de personas se agolparon contras las barreras policiales para rendir un último tributo a su ídolo.

Cantaron Stevie Wonder y Alicia Keys, quien recordó cómo Houston 'solía llamar sólo para saber cómo estabas', así como las estrellas de gospel BeBe Winans y Kim Burrell. Su prima, Dionne Warwick, actuó como maestra de ceremonias. Clive Davis, el promotor discográfico que la descubrió, dijo que la cantante había conseguido poner su vida en orden y esperaba volver a grabar en verano.

Kevin Costner, que produjo e interpretó El guardaespaldas (1992), contó las dudas que albergaban los estudios ante la idea de contratar a una cantante negra para el papel que le dio su mayor éxito I Will Always Love You.