El peligroso precedente del neonazi que agredió a un cómico y salió victorioso: "El fascismo tenemos que pararlo entre todos"
'Público' ha hablado con distintos cómicos, presentadores y monologuistas del "miedo" a hacer humor y del amplio paraguas de la libertad de expresión.
Madrid-Actualizado a
"Basura. Dímelo a la cara. ¿Qué decías, que mi hijo iba a comer pollas? Dímelo ahora, basura. ¿Ahora qué, eh? Ahora vas y me denuncias. Es que te parto la puta cabeza". Este lunes, el neonazi Alberto Pugilato le propinó dos bofetadas al cómico Jaime Caravaca durante una actuación en el Beer Station de Madrid. El agresor acudió al show como público, pero no tardó en levantarse de su butaca entre gritos y amenazas, hasta arrinconar al humorista en una esquina del escenario.
Alberto Pugilato ha grabado la secuencia y la ha compartido en redes, vanagloriándose de la agresión. Caravaca ha reconocido que no lo denunciará –al menos, de momento– por miedo. "He recibido amenazas de muerte serias si denuncio. No estoy moviendo un dedo en ese aspecto", precisó el cómico. El mundo de la cultura se ha posicionado a favor del humorista y no esconde su "preocupación" por los posibles efectos de este incidente. La prensa de derechas, en cambio, hace campaña para blanquear los insultos y convertir a la víctima en verdugo.
"Esto no va de valorar el trabajo de Jaime como artista, porque cada uno tiene su manera de hacer humor. La pregunta es si cualquier persona que se pueda sentir ofendida o interpelada durante una actuación tiene derecho a reaccionar de manera violenta", cuestiona Esther Gimeno, actriz, cómica y cabaretera. La también guionista dice tener "miedo" a pisar los escenarios y asegura que la "presión" es todavía mayor para las cómicas feministas, un "blanco fácil y atractivo" para el público ultra.
"El tipo de comedia que hacemos molesta a la extrema derecha, pero siendo claros, no deja de ser nuestro objetivo. El humor forma parte de mi militancia", cuenta la monologuista Ane Lindane. El PP censuró la semana pasada en el Ayuntamiento de Logroño la función Despotorre, protagonizada por la cómica vasca, argumentando que hablaba de "terrorismo" e "incitaba al aborto". Las fuentes consultadas por Público denuncian el "clima hostil" con el que trabajan muchas compañeras y ponen el foco en los "ataques gratuitos" que reciben, normalmente "sin consecuencias" para los agitadores.
"Alberto 'Pugilato' es un nazi que buscaba repercusión y la ha encontrado"
Héctor de Miguel, Javier Gallego y Fonsi Loaiza, entre otros, han condenado públicamente la paliza. "Lo más llamativo es que nadie le paró los pies al agresor. La falta de reacción dice mucho, porque el fascismo tenemos que pararlo entre todas, todos y todes. El debate no gira en torno al chiste, cuando pase esta vorágine podemos entrar a valorar si fue más o menos acertado, pero ahora no debemos desviar el foco", advierte Ane Lindane. El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, también se ha solidarizado con el artista.
"El principal riesgo que veo aquí es que puede producirse un efecto llamada. Este tipo es un nazi que buscaba repercusión y no solo la ha encontrado, sino que ha salido victorioso. Llevamos mucho tiempo soportando amenazas, pero nunca habían traspasado las pantallas. Esto es un peligro", señala Rubén Lobato, creador de El Gulag Comedia. Jaime Caravaca se ha disculpado por sus palabras "desafortunadas" y ha pedido "aparcar" la violencia.
El presentador y colaborador de televisión Luis Fabra coincide con el testimonio de sus compañeros. "El humor tiene un componente fuerte de denuncia, de espejo de la sociedad. Si no podemos incomodar por miedo a las reacciones violentas del público, perdemos una parte fundamental de nuestro trabajo. No existirían Los Simpson, ni La vida de Brian, ni Berlanga. La gente puede pensar que alguien se merece una bofetada, muchas personas pueden estar de acuerdo, pero nada nos legitima para darla", destaca el humorista.
Del chiste a las amenazas de muerte
El neonazi Alberto Pugilato, conocido en Twitter por sus comentarios racistas y homófobos, amedrentó este lunes al cómico Jaime Caravaca. ¿El motivo? Una respuesta del humorista a uno de sus últimos tuits. Pugilato, condenado hace tres años como autor de un delito de odio, compartió en redes una foto de su hijo recién nacido. Caravaca deseó en la misma red social que "de mayor" fuese un "gay" al que le gustasen los negros. La contestación ha desencadenado una ola de ataques y amenazas contra el artista murciano.
"En este caso debería actuar alguien de oficio porque ha sido un acto público y se ha difundido por redes. El agresor se ha vanagloriado. Si nadie interviene aquí, puede sentar un precedente social muy heavy. La responsabilidad no puede recaer sobre Jaime, que ha recibido amenazas de muerte", apunta Esther Gimeno. Los cómicos que han hablado con este diario critican la "impunidad" de la que gozan los agresores y tumban el argumento de los "límites del humor".
¿Cuáles son los límites del humor?
El vídeo de Alberto Pugilato ha corrido como la pólvora a través de las redes y ha vuelto a abrir un viejo debate: ¿hasta dónde llega la libertad de expresión? Los artistas consultados por Público lo tienen claro. "Los cómicos tenemos que hacernos responsables de nuestro discurso, pero es que eso lo tenemos asumido. La cancelación está al orden del día y somos conscientes de que todo lo que decimos puede tener una respuesta, somos tan conscientes que muchas veces no nos contratan. Los agresores se amparan en la libertad de expresión… ¡Mi chiste también es libertad de expresión y me estás machacando!", ironiza Esther Gimeno.
"Los cómicos nos tenemos que hacer responsables de lo que decimos, pero lo tenemos asumido"
La cómica considera que el humor social y político se basa en "rozar los límites" y, muchas veces, cruzarlos, porque la tensión es necesaria para sacarle una carcajada al espectador. "No podemos tener miedo al hacer humor. El drama busca la lágrima fácil de una manera obscena, pero nadie dice nada. La comedia busca la risa de una manera frívola, pero te enfrentas a recibir dos hostias. Esto es porque venimos de una sociedad conservadora y cristiana que premia el sufrimiento y castiga el placer. La risa es la mayor expresión de placer que existe, por eso es tan condenable", continúa Ane Lindane.
"Los nazis dan miedo, no lo vamos a ocultar, pero tampoco vamos a dejar de hacer nuestro trabajo. La voz cuerda es la nuestra y no podemos olvidarlo", añade Rubén Lobato. La industria coincide a la hora de señalar que la pregunta no es dónde están los límites del humor, sino dónde están las líneas rojas que marca la legislación actual. "Si nosotros nos hacemos responsables de nuestros chistes, tú te haces responsable de tus agresiones", sentencia Esther Gimeno.
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