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Estreno

'Queso de cabra y té con sal' denuncia la sobreexplotación de la tierra a manos de empresas mineras internacionales

La cineasta Byambasuren Davaa muestra en su nueva película cómo la codicia mundial amenaza de muerte la milenaria tradición nómada en Mongolia. El filme representa al país en la carrera por el Oscar.

Fragmento de la película 'Queso de cabra y té con sal'
Fragmento de la película 'Queso de cabra y té con sal'. Surtsey Films

Hay una leyenda en Mongolia que dice que "cuando se saque la última vena de oro de la tierra, se convertirá en polvo". Con una densidad de población bajísima, dos habitantes por kilómetro cuadrado, y una lamentable ignorancia mundial acerca de él, este país del este asiático está sufriendo la amenaza de su propia fábula. El resto del mundo considera que al ser un lugar escasamente poblado, puede ser explotado bajo la excusa de 'la cooperación económica', como un proveedor barato y rico en materias primas.

La realidad es que Mongolia y su ancestral cultura nómada están asistiendo a la devastación, la destrucción de sus entornos naturales y la muerte de una forma de vida que existe en sus estepas infinitas desde el neolítico a manos de empresas mineras internacionales que sobreexplotan la tierra en buscan de oro. Esta situación, ya muy grave, es la que denuncia la cineasta Byambasuren Davaa en su nueva película, Queso de cabra y té con sal, que compitió en la Berlinale y ha sido seleccionada para representar a Mongolia en la carrera por el Oscar.

Autora de El perro mongol y La historia del camello que llora (que también aspiró al Oscar), Davaa, probablemente la cineasta más importante hoy de su país, estaba trabajando en otro proyecto en Alemania, pero lo abandonó inmediatamente, sin pensárselo, ante "la urgencia y por mi conmoción por lo que está ocurriendo en mi país. No tenía otra opción, es mi responsabilidad".
Queso de cabra y té con sal, cuarta película de la directora sobre los rituales y estilos de vida de los nómadas mongoles, vuelve, una vez más, a centrarse en una familia, desde la que denuncia esta situación y, de paso, retrata a las generaciones más jóvenes, niñas y niños que pastorean con sus padres, pero que están enganchados a Got Talent Mongolia y que no se separan de sus teléfonos móviles.

Estos niños, protagonistas de esta historia, observan y actúan ante la preocupación de sus padres por la invasión de empresas mineras que desecan sus ríos, alteran el paisaje y amenazan su tierra. Son hijos de un grupo de nómadas que se reúnen para luchar y para evitar que otros se rindan y acepten indemnizaciones por sus tierras, conscientes del altísimo nivel de corrupción política del país.

"Respeto por la naturaleza"

Hoy el 30% del PIB de Mongolia procede del sector minero y la tendencia va en aumento. Ello ha creado una enorme dependencia del país por las grandes minas, en buena parte en manos extranjeras y cofinanciadas por el Banco Europeo de Desarrollo Regional. Más de una quinta parte de Mongolia está actualmente destinada a la explotación de materias primas. 391 lagos, 344 ríos y 760 manantiales se han secado y muchos de ellos han sido envenenados por la industria de materias primas predominantemente mundial.

"Mi visión desde el exterior de mi país pretende sacudir a la gente de Mongolia para que no entregue su país a la devastación. Espero que la gente sea cada vez más consciente en Mongolia de que somos algo más que un proveedor barato de materias primas. En la crisis ecológica actual, Mongolia puede enseñar al mundo el conocimiento y el respeto por la naturaleza", ha escrito la cineasta en sus notas de producción.

¿De qué te sirve el oro?

La explotación minera destroza los sembrados, deja a la estepa sin agua, cambia el curso de los ríos y deja los pozos secos, los rebaños empiezan a morir, los nómadas pierden su fuente de ingresos y se ven obligados a marcharse. "No sé cuántos animales sobrevivirán al invierno, debemos aceptar el dinero y mudarnos", dice uno de los personajes de la película. "Si nos marchamos envenenarán toda la tierra", dice otro. También hay quien apuesta por que sean ellos mismos los que exploten su tierra –"Para que nos exploten extranjeros, nos explotamos nosotros"-, a lo que una mujer sentencia: "Y ¿de qué te sirve el oro? ¿te lo comes, te lo bebes?"

Ninguna de las dos cosas y, más allá, la extracción de oro supone la pérdida de una cultura nómada milenaria y una perversión de sus tradiciones. "Los roles en la clásica familia nómada mongola son diferentes a los de aquí en Europa. La madre es la que domina económicamente en la yurta (casas hechas con piel de caballo). En la mayoría de las culturas, la mujer desempeña un papel más bien secundario, mientras que las mongolas se ocupan tanto de los niños como de la armonía con la naturaleza, además de tener la ventaja económica. Por desgracia, esta convivencia se ha disipado en la capital, Ulaanbatar. Los hombres tienen el poder allí, y el resultado es evidente".

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