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Teatros y cines cerrados en Catalunya, la resistencia de la cultura no es infinita

El sector cultural ve con indignación el cierre de teatros y cines catalanes y se pregunta por qué se cierra todo lo que no responde a una lógica capitalista de producción.

Entrada del Teatro Condal de Barcelona el día que se decretó el cierre.
Entrada del Teatro Condal de Barcelona el día que se decretó el cierre. ACN

¿Cuánto tiempo puede vivir un pez fuera del agua? Pues los que entienden dicen que una hora como mucho. Los peces antes de llegar al final boquean, es decir, sufren una respiración agónica. Pero esto no va de peces, sino del cierre de los teatros y cines en Catalunya. A pesar de que el 26 de octubre se anunció por parte del Govern de la Generalitat que los eventos culturales en Catalunya podrían terminar a las diez de la noche a pesar del toque de queda que empieza a esa hora, y que los espectadores podrían volver a casa sin ser sancionados siempre que lleven una entrada como acreditación, ya hace una semana que se decretó el cierre absoluto de teatros y cines. Son equipamientos que hace meses que sobreviven con un jadeo dificultoso; y para algunos la situación ya es más que crítica, como por ejemplo los Cines Texas, que ya han bajado la persiana definitivamente, a menos que surja un relevo capaz de sacar adelante este proyecto del director cinematográfico Ventura Pons.

Venimos de un fin de semana donde las últimas horas antes del toque de queda han estado marcadas por las manifestaciones multisectoriales donde la gente de la cultura también se ha hecho sentir en las calles de las capitales catalanas. Porque tal y como han difundido a través de un comunicado creen que "el cierre de las actividades culturales tendrá una incidencia mínima en la reducción de la pandemia, y más después del trabajo hecho para cumplir estrictamente la normativa por parte del sector". El comunicado sostiene que "sobre datos objetivos se puede afirmar que el riesgo de contagio en el interior de un espacio cultural es casi nulo: por eso exigimos la reapertura. El cierre de salas afecta directamente a la mayoría de los trabajadores de la cultura, dejándolos totalmente desamparados y sin trabajo". Y es que entre la gente que trabaja en el mundo de la cultura impera la indignación y el desacuerdo con las decisiones que toman las autoridades. Hay muchísima gente que no ha podido cobrar ni el paro desde marzo; son muchos los técnicos, artistas, músicos y creadores que han visto cómo sus ingresos se esfumaban.

Para intentar paliar todo ello, el pasado martes el Departament de Cultura del Govern de la Generalitat aprobó dos nuevas líneas de subvenciones extraordinarias destinadas a entidades, empresas y autónomos. Estas nuevas ayudas tienen una dotación conjunta de cinco millones de euros ampliables y forman parte del Plan de Rescate impulsado por la conselleria. La primera de las dos nuevas líneas de subvenciones extraordinarias está destinada a hacer frente a gastos estructurales de entidades, es decir para cubrir gastos de alquileres, cuotas de préstamos, servicios básicos o nóminas durante el estado de alarma. La dotación es de dos millones de euros y contempla ayudas de hasta 5.000 euros. La otra nueva línea, que destinará tres millones de euros, se dirige a autónomos, empresas y entidades sin ánimo de lucro para compensar la suspensión de actividades culturales y las pérdidas por cachés, contratos o taquillaje de actos cancelados hasta el 31 de diciembre de 2020.

Son ayudas bien recibidas por el sector pero insuficientes. "Es la primera vez desde que anunciaron el cierre que la consejería de cultura dispone de ayudas para poder intentar paliar, que no compensar, la pérdida que representa para el sector cultural cerrar de nuevo todo un mes. Esperamos que sean 15 días, pero las ayudas están previstas para todo este mes de noviembre. Esperamos que puedan llegar al máximo de cadena de valor. Es una situación muy complicada, hemos estado muchos meses sin actividad, y es comprensible que cualquier ayuda sea bien recibida pero son insuficientes", valora Isabel Vidal, presidenta de ADETCA y también portavoz de la plataforma ACTUA CULTURA, dos de las entidades que agrupan más profesionales de la cultura en Catalunya.

Y mientras se repite la retahíla de mantras como "la cultura nos salva" o "la cultura es un bien esencial", nos quedamos sin El Quadern Daurat, La dona trencada, o El combat del segle, una obra esta última de Denise Duncan. Ella llevaba muchos meses trabajando en un montaje que han podido estrenar pero representar muy pocas veces. "Creo que se habla poco de que todo lo que se está cerrando es de ocio, se cierra todo lo que no responde a una lógica capitalista de producción, y esto es muy grave. Y tampoco se habla de lo que todo esto provoca en la salud mental de la población. Instalando un sistema de miedo y no digo que no haya que tener cuidado, pero creo que la lógica de cerrar las estructuras culturales obedece a que no quieren que pensemos", argumenta Duncan.

El actor Àlex Brendemühl es el sparring del protagonista de la pieza de Duncan. "Estábamos contentos porque por una vez nos habían respetado, y al día siguiente ¡van y nos cierran! Hay un poco la sensación de que el guión ya está escrito. Y de tomadura de pelo. Es un despropósito constante, y como los tiempos son como son, me he tomado cada función como si fuera la última y estoy feliz de haber estrenado, pero sin embargo tengo la impresión de que se está haciendo muy mal todo. Nosotros estamos muy acostumbrados a vivir en la precariedad, a vivir en crisis; nuestro sector ha recibido muchos palos en los últimos años: la crisis de 2008, la de 21% del IVA... y no se ha entendido que el sector cultural es un bien esencial y que se deben garantizar nuestros derechos con un mínimo de dignidad ", explica Brendemühl.

Y mientras se calibra la magnitud de la segunda ola del coronavirus, ni Falling, ni Eso que tú me das, ni Cunningham, ni Sentimental, ni nada de nada en la gran pantalla. Los cines, pese a que el riesgo de contagio en un espacio cultural es casi nulo, también lo tienen crudo. El responsable de los Cines Girona de Barcelona, Toni Espinosa, dice: "Nosotros entendemos que todo es un poco complejo. No tenemos ningún problema en cerrar, pero vemos que cerrar los cines no es la solución, no son un foco de contagio... entendemos que hay que hacer algo, pero quizás el tema es de movilidad, entendemos que si tenemos que cerrarlo todo 15 días lo cerramos, pero dudamos que cerrando los cines ayudamos a reducir los contagios".

En estas fechas coinciden bastantes festivales cinematográficos, algunos se pueden seguir online como el In-Edit Festival Internacional de Cine Documental Musical; una iniciativa muy consolidada, pero otros a pesar de los esfuerzos para programar y aportar una oferta de calidad saben que pincharán. También hay cines en la capital catalana como el Zumzeig que a pesar de defender la exhibición cinematográfica en sala, no pueden ni quieren ignorar las circunstancias y han creado el Zumzeig Online, una programación en línea de propuestas únicas. La primera ha sido la proyección de Political Advertisement X: 1952-2020, de Antoni Muntadas y Marshall Reese, coincidiendo con las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

A golpe de créditos ICO, de ERTE, y de las ayudas activadas por los consistorios, la Generalitat y el Ministerio de Cultura los equipamientos van boqueando, pero "la resistencia no es infinita" como apunta el propietario del Razzmatazz, Dani Faidella, hace 15 días hablando de la situación dramática que viven las salas de conciertos, cerradas estas des del inicio de la pandemia. Y este también podría ser un nuevo mantra "la resistencia no es infinita".

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