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Entrevista a Virginia Nicholson "Virginia Woolf era bipolar"

Quien dice esto es Virginia Nicholson, sobrina-nieta de la escritora británica e historiadora social especializada en los avatares de las mujeres de posguerra y el papel de la Gran Guerra en el surgimiento de una nueva mujer.

La historiadora británica Virginia Nicholson.- LA CASA ENCENDIDA

Tiene el porte aristocrático que le presuponemos a su insigne tía-abuela, la escritora británica Virginia Woolf, a la que Nicholson evoca en la conversación no sin cierta flema como Mrs. Woolf. Lleva un libro bajo el brazo, la edición inglesa de Ellas solas. Un mundo sin hombres, ensayo que da nombre a la conferencia inaugural que en apenas unas horas leerá en La Casa Encendida con motivo del ciclo Las mujeres en la I Guerra Mundial.

Lleva décadas estudiando el papel de la Gran Guerra como catalizador en el surgimiento de una nueva mujer. La muerte de cerca de ochocientos mil jóvenes en el frente dejó un 'excedente femenino' de casi dos millones de mujeres —entre viudas y solteras— que, en palabras de la historiadora, "no tuvo más remedio que reinventarse económica y emocionalmente". Triste y paradójico a la vez. La devastación de la guerra como acicate para detonar unos roles sociales que adjudicaban a la mujer un único destino posible: el de casarse.

"Arrastré durante un tiempo ese complejo de solterona"

Se queja Nicholson de cierta historiografía un tanto melancólica que se cuestiona una y otra vez qué habría sido de Inglaterra si esa brillante generación de jóvenes "increíblemente prometedores" no hubiera caído en el frente. "Sin duda fue un desastre pero gracias a ese desastre se acabó de una vez por todas con un imaginario que situaba a la mujer en lo doméstico".

Cuenta que fue su propia soltería la que le hizo cuestionarse el matrimonio como esa suerte de "coronación vital". "Me casé a los 32 años, una edad un tanto tardía para las mujeres de mi generación, de manera que arrastré durante un tiempo ese complejo de solterona". Utiliza la académica de forma intencionada la locución inglesa de women left on the shelf, que en su traducción literal vendría a ser: mujeres abandonas en la estantería, y que en castizo sería algo así como quedó para vestir santos. El lenguaje nunca es inocente.

Pero Virginia no se quedó ahí. Tras indagar en las vidas de estas 'pioneras a la fuerza', una cosa le llevó a la otra y terminó estudiando el papel de la mujer de la II Guerra Mundial y las consecuencias que tuvo en la sociedad. "Menos apretar el gatillo hicieron todo: condujeron camiones de 10 toneladas y se encargaron en muchos casos de la munición; el mito de la desigualdad había desaparecido". 

"Había una Woolf intensa e infeliz, y otra alegre y divertida"

El horror de la guerra dejó, sin embargo, una consecuencia inesperada para la mujer. Lejos del empoderamiento que supuso la anterior contienda, en este caso la derivada resultó funesta: "La destrucción de buena parte de las ciudades inglesas supuso una pérdida de identidad para muchas mujeres, si lo que les definía como mujeres era el hogar, y éste había sido derruido por las bombas, ¿qué les queda?".

Surge así una nueva generación que Nicholson radiografió en Perfect Wives in Ideal Homes [Esposas perfectas en hogares ideales], titulo todavía sin traducir en el que aborda lo que denomina como "la gran retirada al hogar". Son años en los que se apuesta por una reconstruir el nido familiar como único modo de curar una identidad maltrecha. "Querían cocinas maravillosas donde elaborar comidas exquisitas que lucieran apetecibles a ojos de sus hijos; una parejita perfecta a poder ser".

La larga sombra de Mrs. Woolf

Saca pecho Nicholson cuando se le pregunta por su ilustre antepasado literario. "¿Quién lee hoy día de Huxley?", se pregunta en referencia a uno de los escritores que en su día lo eran todo. Impugna, eso sí, lo que ha transcendido de su tía-abuela, esa reputación de mujer intensa, melancólica y distante: "La gente se suele olvidar que ella era lo que ahora denominamos bipolar, tenía dos caras; había una Virginia intensa e infeliz, y otra alegre y divertida". 

Por último, Nicholson —quizá por deformación profesional— se reconoce admiradora, por encima de todo, de sus diarios. La capacidad de la Woolf a la hora de reconstruir la historia mientras está sucediendo la sitúa, en palabras de Nicholson, "muy por encima de la mayoría de escritores de su época". Pero claro, qué va a decir su sobrina-nieta. 

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