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Virtudes Edreira, el novelesco empoderamiento de una gallega en Londres que mantuvo a su familia

Xesús Fraga, premio Nacional de Narrativa 2021, describe en 'Virtudes (e misterios)' la historia real de una mujer de origen campesino que renunció a su propia vida para permitir que sus hijas y sus nietos construyeran las suyas.

Virtudes Sánchez, con sus nietos.
Virtudes Edreira, con sus nietos. Cedida por el autor

La vida es lo que construimos con nuestros recuerdos. Y si algún día alguien se interesa por nuestras vidas, serán esos recuerdos los que la relaten. Conviertan ustedes los fantasmas en fantasía, y no dejen nunca que el espejo les devuelva una imagen vacía de lo que son.

La vida es lo que narra Xesús Fraga (Londres, 1971) en Virtudes (e misterios), la novela que le ha valido el Premio Nacional de Narrativa 2021. Editada en español por Xordica, la versión original en gallego publicada por Galaxia obtuvo el Premio Blanco Amor en el 2019.

Virtudes es la vida de Virtudes Edreira, una emigrante gallega de origen campesino que se ve obligada a dejar su país a mediados del siglo pasado porque su marido la abandona. Empujada por la necesidad de sacar adelante a sus tres hijas, Virtudes falsifica el permiso conyugal que toda esposa debía portar en los viajes largos por aquella España franquista que convertía a las mujeres en seres inferiores dependientes de los varones, y se marcha a Londres.

Virtudes Sánchez falsificó el permiso conyugal y se marchó a Londres

Cuando llega no sabe ni una palabra del idioma ni de la forma de vida que empieza a desarrollarse en la ciudad, que acabaría convertida en la capital pop del mundo. Virtudes permanece allí casi tres décadas, construyendo un universo propio desde su pequeño cuartito alquilado, trabajando como empleada doméstica, ahorrando su sueldo y enviando alimentos y bienes a sus hijas, renunciando a su vida para que ellas y sus nietos puedan acabar construyendo las suyas.

La vida de Virtudes son los recuerdos que de ella tiene de su nieto. Y su nieto es el propio Xesús Fraga, quien nació y vivió sus primeros años en Londres porque sus padres también tuvieron que emigrar. Pero no se engañen, que esta no es sólo una novela autobiográfica. Es más bien un libro de memorias y de viajes, de deliciosas aventuras del alma, que reflexiona sobre el amor y la soledad, sobre la amistad y la redención, sobre el abandono y la solidaridad, para concluir que nuestra existencia ni tiene sentido ni puede explicarse ante el espejo sin recurrir a la impronta que dejamos en quienes nos rodean.

"De niño llegaba los lunes al colegio, en Betanzos, y todo el mundo decía 'este fin de semana estuve en la aldea'", recuerda el autor. "Y yo me preguntaba qué era eso de la aldea, un concepto nuevo para mí. Me respondían que la aldea era el sitio donde viven los abuelos, así que si mi abuela vivía en Londres, mi aldea era Londres".

El autor habla en la terraza cubierta de un pequeño café de Betanzos, su otra aldea, a treinta kilómetros de A Coruña, donde vive con su mujer, su hija y su hijo, bisnietos de Virtudes y también, en cierto sentido, protagonistas del libro. Aunque para entenderlo haya que llegar, literalmente, hasta la última frase de la novela.

Xesús Fraga: "La idea era escribir esta historia como si fuera una novela, a pesar de que no me inventaba nada"

Fraga es un conversador exquisito, cultivado y atento, una delicia para el interlocutor. Cuenta que tardó diez años en armar negro sobre blanco la historia de esa corajuda y humilde mujer anónima que se hizo dueña de su vida en un ambiente hostil y desconocido; la de su hija, que pudo acceder en Londres a la cultura y a las oportunidades de formación que España le negaba para acabar siendo profesora de inglés; y la suya propia, narrador más prudente que omnisciente, que describe la ciudad y sus rincones por los que deambulan los personajes de la novela, que Fraga ve con ojos de adolescente inquieto por la fortuna de su doble condición: Xesús en Galicia y Tony (a Fraga lo bautizaron como Jesús Antonio) en Londres, al igual que su abuela era Virtudes en la aldea y Betty en Inglaterra.

"La idea era escribir esta historia como si fuera una novela, a pesar de que no estaba inventándome nada. Ahí es donde interviene el periodista", explica. Fraga es sobre todo escritor, pero también traductor –Kerouac, Nabokov, Barnes, Dahl– y periodista, profesión que desarrolla desde 1996 en La Voz de Galicia. En la redacción del periódico, y fuera de ella, hay quien piensa que su pluma es la más relevante en los últimos cuarenta de los casi 140 años de historia del diario.

Xesús Fraga, en Betanzos (A Coruña).
Xesús Fraga, en Betanzos (A Coruña). Cedida por el autor

Aludiendo al oficio de informar, Fraga asegura que se hizo muchas preguntas pero que no esperaba que las respuestas le llevaran a otra cosa que a hacerse más preguntas, como le sucede a todo (buen) periodista. No quiso ni inventar, ni cambiar, ni transformar datos, hechos ni declaraciones que pudiesen embellecer el relato literario o hacerlo más fluido. "Tenía que contar esa historia verídica como si fuese una novela, con sus puntos de giro, su suspense, sus expectativas... La novela es un género maravilloso porque te da total libertad para eso", señala.

Aunque no lo pretenda, su libro es una obra femenina y feminista. Los hechos que relata responden al significado de ese concepto tan manoseado del empoderamiento de la mujer. La batalla diaria y anónima, inquebrantable y demasiadas veces solitaria y olvidada. La concatenación de luchas cotidianas que parecen minúsculas y que acaban siendo inmensas y universales.

'Virtudes' es una novela de migrantes, pero no está contada desde la morriña, sino desde la esperanza

"Mi abuela y mi madre tenían esa mirada, esa determinación, ese carácter y esa fuerza de voluntad que a lo mejor los hombres emigrantes que yo he conocido no tenían", expone . "No digo que no hubiera hombres que no lo tuviesen, pero en mi familia fueron ellas las que tuvieron esa visión, ese plan, y las que trataron de ejecutarlo por todos los medios. Y acabaron lográndolo".

Virtudes también es una novela de emigrantes, pero no está contada desde la morriña, sino desde la esperanza. Su lectura ofrece muchos más descubrimientos que lamentos o pérdidas. Por parafrasear a Fraga, contiene más fantasía que fantasmas. Más virtudes que misterios.

Portada de 'Virtudes (e misterios)', editado por Xordica.
Portada de 'Virtudes (e misterios)', editado por Xordica.

Aunque haberlos, haylos, claro. Como el del mismo Londres de la segunda mitad del siglo XX, capital de esa nación que construyó y derruyó en pocas décadas un sistema de bienestar ejemplar que atrajo y expulsó población al ritmo que marcaba el thatcherismo. O como el fantasma de Marcelino Sánchez, el zapatero abuelo del autor y marido de Virtudes, quien sobrevuela toda la novela tras convertirse en detonante de la historia cuando decide emigrar a Venezuela con la ingenua esperanza de convertirse en un hombre rico, aparcando a su familia para abandonarla pocos años después.

Puede que su historia tenga otra novela. Sólo Fraga lo sabe. Pero el misterio de ésta lo desvela Virtudes con otro gesto de empoderamiento que resuelve la narración de la manera más esperanzadora y hermosa. La más femenina, feminista y virtuosa. En serio, no se la pierdan. Por mucho que digan, no pasa tantas veces que la realidad supere a la ficción.

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