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El clásico más largo de la historia

El Bernabéu da esta noche el pistoletazo de salida a cuatro duelos en los que Madrid y Barça se juegan todo

L. J. MOÑINO / R. VILAR

El clásico más largo de la historia. Cuatro citas con títulos y cuentas pendientes por medio. Cuatro partidos con las dos superpotencias del fútbol mundial frente a frente. Cada uno con su estilo, con su idiosincrasia y con la púrpura de sus estrellas bajo un foco que será universal.

Ni siquiera el duelo de esta noche, con la Liga prácticamente decidida, puede tomarse como un aperitivo. Sobre todo para el Madrid, que viene de un 5-0 en el Camp Nou, está sometido a la hegemonía del Barça y vive en la comparación eterna con la brillantez futbolística culé. Contra todo esto se mide de nuevo el segundo proyecto de Florentino Pérez.

Mourinho movió ficha psicológica con su silencio para desviar la atención

La cíclica de los últimos años ha dejado una secuencia similar. A cada clásico llegaba el Madrid reforzado por meras estadísticas. Finiquitados los 90 minutos, el fútbol se encargaba de derribar los números y establecía las diferencias reales. Así cinco veces seguidas.

El primero en mover ficha, como siempre, ha sido Mourinho. Sin abrir la boca, quedándose mudo a la izquierda de Karanka, ha conseguido convertirse en el centro de atención y que se hable poco de fútbol. A esa apertura muda de Mou, Guardiola respondió con indiferencia: 'Cada uno hace lo que quiere'. Pero el intento del técnico blanco no solapa la expectación por empezar a destapar sus dotes de estratega de altura en una tesitura que entronca con su prestigio, con su contratación y con su elevado sueldo. Se espera con impaciencia saber si empezará a ensayar con un trivote en el partido de hoy o si ha dado ya con una fórmula para evitar un rondo eterno como el del 5-0.

Por su parte, el Barcelona se presenta con todo lo disponible, incluido Puyol, que vuelve a una lista tras dos meses lesionado. Como mínimo, su presencia tendrá un impacto anímico.

Guardiola respondió a esa apertura muda del luso con indiferencia

Llega el Barça convencido de que no hay otro camino para ganar al Madrid que insistir en su propio estilo: posesión, ataque combinativo y defensa a partir de la presión en campo rival. Las ausencias (Bojan, lesionado, Abidal, convaleciente y Mascherano, sancionado) limitan el margen de maniobra de Guardiola, que en Chamartín sorprendió en años anteriores con las llamadas guardioladas. Allí consolidó Messi su posición como falso nueve el día del 2-6. Y también en el Bernabéu situó a Alves como extremo, a Puyol como lateral (primero por derecha y luego por izquierda) y a Maxwellentre la tripleta de ataque. No se descarta que hoy Milito forme junto a Piqué en el eje de la zaga. Ni tampoco, que ese puesto vuelva a ocuparlo Busquets. De ese movimiento depende que juegue Keita. Y de las sensaciones de Pedrito, renqueante por una pubalgia, que Iniesta abandone la medular para ejercer de extremo.

El Barça, de forma excepcional, trabajó ayer en el Camp Nou. Quizá para preparar las jugadas de estrategia que últimamente le ha sacado de más de un apuro. Como Messi, a quien sus compañeros vuelven a ver pletórico.

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