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Una copa con el sombrero puesto

La plantilla ofrece el trofeo en la catedral y en el ayuntamiento

ALBERTO CABELLO

Cuentan que en el Sevilla no se improvisa ni la tarea más cotidiana en la trastienda del club. Mucho menos la llegada de una Copa del Rey a la ciudad. Así, el avión en el que aterrizó la plantilla tenía escotilla en la cabina de los pilotos. Nada más aterrizar en el aeropuerto de San Pablo y con la nave todavía en marcha, Andrés Palop se asomó desde la nave con el trofeo conquistado el miércoles en el Camp Nou. Fue una de las imágenes más hermosas de la tarde de celebración por las calles de la ciudad hispalense.

A las siete de la tarde, jugadores y directivos comenzaron el recorrido hacia el centro de la ciudad a bordo de un autobús descapotable. Tanto en el vehículo como en la indumentaria que lucía la plantilla podía leerse el mismo lema: Soñaremos eternamente.

Nada más iniciar la marcha, el presidente del Sevilla, José María del Nido, colocó a la copa ese sombrero que ha simbolizado la aventura del Sevilla en este torneo. Los alrededores del Sánchez Pizjuán ya estaban decorados con bufandas y banderas rojiblancas.

Jesús Navas fue uno de los más aclamados en esa procesión hasta el centro: 'Es el hijo de los sevillistas, lo hemos parido entre todos', decía un aficionado.

El autobús nunca caminó solo. Fue acompañado a un lado y a otro por los seguidores. 'Lo que estamos celebrando es para ellos. Son los protagonistas de esta fiesta, nuestra afición', comentaba un radiante Antonio Álvarez, el entrenador.

La expedición hizo parada en la catedral y en el ayuntamiento para ofrecer el título de Copa a la ciudad. José María del Nido volvió a encender los ánimos de su afición con uno de sus apasionados discursos. Y, cómo no, hubo un cántico que no pudo faltar: el del recuerdo a Antonio Puerta.

El fin de fiesta fue en los exteriores del estadio con un espectáculo de luz y sonido en el que la fiesta ya se disparó por completo.

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