Los 25 pueblos medievales más bonitos de España
Viajar en el tiempo es posible en estas localidades, que nos recuerdan el rico pasado que posee la Península.

Zaragoza--Actualizado a
Desde la frontera pirenaica hasta el estrecho de Gibraltar, los pueblos medievales españoles conservan huellas de siglos de convivencia, conquistas y comercio. Es el producto de tener una vasta historia a nuestras espaldas. También la suerte de haber sabido preservar algunos pequeños rincones que permanecen suspendidos en el tiempo, ofreciendo al visitante un pequeño vistazo a un mundo que solo perdura en los cuentos y otras obras de ficción.
Cada uno con su personalidad particular, estos son los 25 pueblos medievales más bonitos de España. Ante la imposibilidad de realizar un ranking por belleza o encanto, el orden es estrictamente alfabético.
Aínsa (Huesca)
Aínsa es, probablemente, el pueblo más bonito del Pirineo aragonés, lo cual es decir mucho. Su casco histórico está considerado Conjunto Histórico-Artístico y posee el valor añadido de conservar el trazado original de sus calles, lo que traslada al visitante a la época medieval. El epicentro de todo es la plaza Mayor, amplia y porticada, que conduce al imponente castillo de Aínsa, una joya del románico del siglo XI. Por si no hubiese alicientes, su situación geográfica, en el corazón del Sobrarbe y junto al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, lo convierten en una auténtica joya.
Albarracín (Teruel)
Albarracín es uno de los pueblos medievales más evocadores de España. Se asienta sobre un escarpado meandro del río Guadalaviar y está envuelto por una impresionante muralla que asciende por la ladera hasta la Torre del Andador. Su casco histórico, de callejuelas empedradas, casas rojizas de entramado de madera y balcones irregulares, conserva intacto el carácter de la antigua taifa musulmana, así como del señorío medieval que le sucedió. Entre sus monumentos más destacados se encuentran la Catedral del Salvador, el Palacio Episcopal, las ruinas del Alcázar y las célebres murallas de Albarracín, que ofrecen unas vistas espectaculares del conjunto.
Almodóvar del Río (Córdoba)
Almodóvar del Río, situado al oeste de Córdoba, destaca por su imponente castillo, una fortaleza de origen siglo VIII que fue reconstruida tras la Reconquista. Es imponente vista desde abajo, aunque las vistas desde lo alto de su Torre del Homenaje tampoco desmerecen, pues ofrece una bonita panorámica tanto al pueblo blanco como a la campiña del Guadalquivir. Aunque la fortificación acapara gran parte del protagonismo, el municipio alberga también un valioso patrimonio, como la iglesia de la Inmaculada Concepción, la Casa Señorial de los Natera, antiguas capillas y ermitas, además de museos etnográficos, arqueológicos y temáticos que enriquecen su oferta cultural.
Alquézar (Huesca)
Alquézar es uno de los pueblos más bonitos de España por varios motivos. Lo es visto desde fuera, en los que destaca la Colegiata de Santa María la Mayor, de estilo gótico del siglo XVI y cuya figura domina el conjunto al estar situada en lo más alto de la roca. Aunque la belleza de Alquézar se multiplica al pasear por sus calles empedradas, con rincones imponentes formados por casas de piedra fruto de la huella dejada por las civilizaciones cristianas, musulmanas y judías que las habitaron. Por si fuese poco, el pueblo se encuentra junto al cañón del río Vero, el cual se puede recorrer gracias a un circuito de pasarelas ancladas a la pared. Eso sí, su popularidad es tal que tanto fines de semana como festivos se encuentra totalmente masificado.
Besalú (Girona)
Besalú está situado en la comarca de La Garrotxa, un paraíso natural de origen volcánico. Se trata de una localidad de gran belleza arquitectónica y paisajística, como lo demuestra el hecho de que fuese elegida como escenario de series como Juego de Tronos o Westworld. No en vano, posee uno de los patrimonios medievales mejor conservados de Catalunya, lo que le ha valido la declaración de Conjunto Histórico-Artístico Nacional. Entre sus muchas joyas, destacan el Puente Viejo que cruza el río Fluvià, la antigua iglesia del monasterio de Sant Pere, la iglesia de Sant Vicenç o la casa de Cornellà, un monumento románico del siglo XII. Además de la judería y el Miqvé, una antigua casa de baños construida de piedra con bóveda de cañón.
Buitrago de Lozoya (Madrid)
Buitrago de Lozoya es uno de los pueblos más visitados de la Comunidad de Madrid, gracias sobre todo a su herencia medieval. En concreto a su muralla, que rodea la localidad casi por completo. Su localización es completamente estratégica, pues se encuentra sobre un meandro de río Lozoya, lo que es la panorámica más famosa de la localidad. Más allá de la muralla, también destacan el imponente castillo o alcázar de Buitrago, de los siglos XIV y XV, y el Puente Viejo, que da acceso al casco histórico de calles estrechas y casas tradicionales. Una curiosidad que atrae a muchos visitantes es el Museo Picasso, con una colección de obras y objetos personales donados por Eugenio Arias, barbero y amigo íntimo del artista.
Castro Caldelas (Ourense)
Ourense es tierra de ríos, y la Ribeira Sacra, donde confluyen los Miño, Cabe y Sil, refleja esa identidad. Allí se encuentra Castro Caldelas, cuyo casco histórico está declarado Conjunto Histórico-Artístico. Destaca, sobre todo, por su imponente castillo medieval de los Condes de Lemos, hoy integrado en el núcleo urbano. Junto a este monumento sobresalen la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, con una mezcla de estilos y magníficas vistas, y varios murales urbanos fruto de la iniciativa Un toque de color en Ribeira Sacra, que aportan un atractivo artístico adicional al pueblo.
Hondarribia (Gipuzkoa)
Hondarribia es uno de los pueblos más visitados del País Vasco, gracias sobre todo a su conjunto amurallado perfectamente conservado. Unas paredes que encierran un casco histórico de calles empedradas y casas de amplios balcones coloridos y floridos. En su parte alta destaca la Puerta de Santa María, antiguo acceso fortificado, y la imponente iglesia de Santa María de la Asunción y del Manzano, con elementos góticos y renacentistas. Por su parte, el castillo de Carlos V, actualmente convertido en parador, preside la villa con su sólida arquitectura militar. La visita no debe pasar por alto el Barrio de la Marina, compuesto por las casas de los pescadores con una construcción tan característica como evocadora.
Horta de Sant Joan (Tarragona)
Horta de Sant Joan es un pintoresco pueblo de la Terra Alta cuyo legado medieval se aprecia en su casco antiguo de calles empedradas, casas de piedra y plazas porticadas, enmarcado por el imponente macizo dels Ports. Entre sus edificios más notables destaca la iglesia gótica de Sant Joan Baptista, así como la antigua Casa del Delme o el Convento de Sant Salvador, que recuerdan la importancia histórica del lugar. Además de su encanto medieval, el pueblo es célebre por su estrecho vínculo con Pablo Picasso, quien vivió allí dos estancias decisivas: la primera como retiro para recuperarse de una enfermedad y la segunda como inspiración para su etapa proto-cubista.
La Alberca (Salamanca)
La Alberca posee el honor de ser el primer pueblo cuyo casco histórico fue nombrado Conjunto Histórico-Artístico de España. Uno de esos lugares que con sus calles estrechas, balcones de madera y casas tradicionales conservan intacta la esencia de la Sierra de Francia. De hecho, estas edificaciones son lo que más llama la atención del visitante, a pesar de estar construidas con materiales modestos como la piedra y la madera, con la que se dibujan los patrones geométricos del entramado. Es muy recomendable la visita en primavera, cuando la mayoría de los balcones están engalanados con flores. Entre los monumentos, destacan tanto la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo neoclásico, como las ermitas de San Blas y de Majadas Viejas.
Laguardia (Álava)
Laguardia es un clásico entre las listas de los pueblos más bonitos de España, gracias a su encanto medieval. Si bien es cierto que de la muralla que servía para protegerla apenas quedan restos, sí que se conservan las antiguas puertas que daban acceso al núcleo urbano. Actualmente, los accesos de Páganos (oeste), Mercadal (sur), San Juan (sureste), Santa Engracia (nordeste) y Carnicerías (este) ofrecen un pequeño viaje en el tiempo. En la zona amurallada no se permite el paso de vehículos, por lo que pasear por las calles empedradas es todo un placer. Monumentos como la iglesia de Santa María de los Reyes, con su pórtico policromado, la iglesia de San Juan Bautista, los jardines de Laguardia o la Torre Abacial esperan al visitante. Sin olvidar que estamos en La Rioja Alavesa, lo que equivale a uno de los mejores vinos del mundo.
Montfalcó Murallat (Lleida)
Montfalcó Murallat, asentado en lo alto de un cerro ovalado, es un ejemplo excepcional de villa medieval amurallada que ha logrado mantenerse casi intacta pese al transcurso del tiempo. Sus murallas del siglo XIII rodean por completo a un casco antiguo declarado Bien de Interés Cultural. Gracias, sobre todo, a su preservación, algo sencillo debido a sus pocas casas y el único acceso que existe a ellas. El pueblo conserva su estructura original: una calle casi circular que conduce a una plaza central con la antigua cisterna y el horno comunitario, además de la iglesia de Sant Pere, de origen románico. Probablemente no exista mejor balcón para asomarse a cómo era la vida medieval.
Montblanc (Tarragona)
Montblanc posee una de las murallas medievales mejor conservadas de la lista, con 1.700 metros de longitud y 6 metros de altura. El complejo cuenta con 25 torres de defensa, entre las que destacan la Torre de las cinco esquinas, la Torre-Portal de Bové y la de Sant Jordi, además de 5 portadas. Aunque el gran estado de conservación no solo se ciñe al muro exterior. Ya en su interior, sus calles empedradas parecen sacadas del set de una película de época. La atmósfera medieval se refuerza en construcciones como la imponente iglesia de Santa María la Mayor, gran templo gótico que domina la villa, o la iglesia de Sant Miquel, una de las parroquias más antiguas de la comarca.
Morella (Castellón)
Morella, en el norte de Castellón, es uno de los pueblos medievales más espectaculares de España, encaramado sobre una colina coronada por su imponente castillo, cuya silueta domina todo el territorio. Su recinto amurallado, con más de dos kilómetros de murallas y numerosas torres defensivas como la Torre de Sant Miquel, encierra un casco histórico de calles empedradas, casas señoriales y soportales que conservan intacto el ambiente de la Edad Media. Entre sus edificios más emblemáticos destaca la magnífica Basílica de Santa María la Mayor, joya gótico–mediterránea con su célebre coro tallado, así como el antiguo Convento de San Francisco, donde se pueden visitar el claustro y la Sala de Profundis.
Olite (Navarra)
Situado en el corazón de Navarra, lo primero que se ve al llegar a Olite es su monumental castillo. Con una salvedad, no se trata de un castillo, sino de una palacio. Concretamente, se trata del palacio de los Reyes de Navarra, nombrado así por haber sido sede real permanente. Durante su construcción, la función defensiva nunca fue la prioridad, sino que debía servir como residencia. Se trata, además, de un complejo arquitectónicamente irregular, fruto de su construcción a lo largo de los años. El edificio que podemos ver en la actualidad es una reconstrucción, pues la obra original se quemó durante un incendio acaecido durante la guerra de la Independencia. Aunque lo más famoso de Olite es que el castillo, solo es el inicio de todos los secretos que sus calles esconden al visitante.
Olivenza (Badajoz)
A lo largo de su historia, Olivenza ha fluctuado entre España y Portugal, una historia convulsa que se refleja en su morfología. Por ejemplo, en sus murallas e imponente castillo, de torres cuadradas y robustas que servían tanto en funciones defensivas como de vigía ante posibles movimientos de tropas por parte del país vecino. De puertas para adentro, además, esta mezcolanza cultural gestó joyas como la iglesia de Santa María del Castillo, el puente Ajuda, símbolo de su historia compartida, o el fascinante estilo manuelino presente en templos y portadas.
Pedraza (Segovia)
Pedraza es un pueblo amurallado que puede presumir de su gran estado de conservación, representado en la Puerta de la Villa, su único acceso y símbolo del pasado defensivo de la localidad. Su casco histórico está compuesto por calles empedradas y casonas nobles, coronado por una Plaza Mayor que destaca por su carácter austero. Entre sus edificios más destacados figuran el castillo de Pedraza y la iglesia de San Juan Bautista, con elementos románicos y góticos. Como curiosidad, Pedraza es famosa por sus Noches de las Velas, cuando el pueblo apaga toda la iluminación eléctrica y miles de velas iluminan sus calles, creando un ambiente mágico que realza aún más su herencia medieval.
Potes (Cantabria)
Potes es todo un clásico de los pueblos más bonitos de España, gracias sobre todo a su herencia medieval. Construido en la confluencia de los ríos Deva y Quiviesa, destaca por sus calles empedradas y casonas montañesas. Una mezcla capaz de generar una atmósfera única. Su monumento más emblemático es la Torre del Infantado, una fortaleza imponente que preside el casco histórico y ofrece una de las mejores panorámicas del valle. Además, en sus barrios antiguos, como la Calle Cántabra o el Barrio de la Solana, se conservan casas tradicionales con balcones floridos y estructuras de madera, el mejor reflejo de la arquitectura lebaniega.
Puebla de Sanabria (Zamora)
Considerada la entrada al Parque Natural de Lago de Sanabria y capital de la comarca, Puebla de Sanabria es una bonita villa como lo demuestra el hecho de que haya sido declarada Conjunto Histórico-Artístico. Gracias a su posición como enclave estratégico hacia Portugal, prosperó durante la Edad Media lo que la dotó de un enorme patrimonio. Destacando, sobre todo, su imponente castillo del siglo XV, uno de los mejor conservados de Zamora, con una elegante Torre del Homenaje y actualmente sede cultural. En torno a él se encuentran la ermita barroca de San Cayetano, la iglesia románica de Nuestra Señora del Azogue y la animada Plaza Mayor, presidida por un edificio del siglo XV que funciona como Ayuntamiento.
Sigüenza (Guadalajara)
Sigüenza es uno de esos pueblos que te hacen sentir que has viajado varios siglos atrás sin darte cuenta. Su enorme castillo, hoy parador, domina toda la ciudad y marca el ambiente medieval desde el primer momento. Bajando por sus calles de piedra llegas a la impresionante Catedral de Santa María, mezcla de románico y gótico, que parece más una fortaleza que un templo. El casco antiguo está lleno de casas nobles, placitas tranquilas y rincones con encanto, como la Plazuela de la Cárcel o el barrio medieval de la Travesaña, donde el tiempo avanza más despacio.
Santillana del mar (Cantabria)
Santillana del Mar es famoso por su armonioso casco histórico de calles empedradas, casonas nobles y palacios con blasones que evocan siglos de esplendor. Su monumento más emblemático es la Colegiata de Santa Juliana, una auténtica joya del románico y, sin duda, el monumento más destacado de la localidad. Aunque no el único. Pasear por sus vías principales, como las calles del Río y de Santo Domingo, permite descubrir mansiones como la Torre de Don Borja, la Casa del Águila y la Parra o el palacio de Velarde, que muestran la herencia señorial del lugar. Además, a pocos kilómetros se encuentra la cueva de Altamira, por si hiciese falta más alicientes para viajar a Cantabria.
Tossa de Mar (Girona)
Tossa de Mar es la joya de la Costa Brava: una población fortificada situada junto al mar. Aunque el castillo ya no existe, la muralla con sus tres torres ofrece esa esencia medieval que cuenta la historia de una villa que necesitaba defenderse del asedio de los piratas y otras potencias invasoras. En su interior se encuentra la Vila Vella, o lo que es lo mismo, el casco histórico. Un laberinto de calles empinadas y casas de piedra que en primavera se ven ornamentadas con el uso de flores. Allí se encuentra la antigua iglesia de Sant Vicenç, también la estatua dedicada a Ava Gardner, quien rodó en Tossa de Mar la película Pandora y el holandés errante (1951).
Trujillo (Cáceres)
Trujillo es un auténtico monumento paseable. Un pueblo con mucho que ofrecer al visitante, fruto de su antiguo esplendor señorial. Nada refleja mejor esta cualidad que su monumental Plaza Mayor: un amplio espacio rodeado de portales, soportales y casas aristocráticas, el cual ejerce de centro neurálgico del pueblo desde la Edad Media. Claro que quedarse aquí sería un error mayúsculo. Sobre la ciudad se alza el imponente castillo de Trujillo, una fortaleza de origen árabe que contó con posteriores ampliaciones cristianas y que ofrece unas vistas panorámicas de gran impacto. Para acceder a ella, el visitante debe recorrer un intrincado laberinto de calles empedradas que refuerzan el carácter medieval de la localidad.
Valderrobles (Teruel)
El Matarraña es una de las comarcas más bonitas de Aragón. Bautizada como la Toscana española, no es una etiqueta que guste especialmente allí. Sin embargo, les ha dotado de una proyección internacional que, por belleza, sin duda merece. Muchos son los pueblos bonitos situados a pocos kilómetros de distancia unos de otros. Entre ellos destaca Valderrobres, cuyo casco histórico, al cual se accede a través de su puente de piedra de origen medieval, parece suspendido en el tiempo. Aunque suene a cliché, lo mejor que puede hacer el visitante es perderse por sus calles, en las que encontrará atractivos como: el torreón del Portal de San Roque, la iglesia de Santa María la Mayor o el Ayuntamiento de estilo manierista.
Zafra (Badajoz)
Zafra nació como ciudad fronteriza entre los reinos de taifas de Sevilla y Badajoz, lo que equivale a comercio y, por tanto, dinero. Una posición que le permitió desarrollarse como ciudad monumental. De hecho, es conocida como Sevilla la chica debido a su belleza y semejanza con la capital hispalense. De esta joya extremeña llama la atención sus dos plazas siamesas, las cuales están porticadas y son el centro neurálgico de la localidad. Además, claro, del impresionante palacio del Duque de Feria, actualmente convertido en un parador. Una curiosidad, en Zafra también se encuentra la considerada farmacia más bonita de España, un vestigio del pasado todavía operativo en la actualidad.




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