Ruta del románico en España: estas son las paradas imprescindibles
El románico tuvo un gran impacto en el norte de la Península, gracias sobre todo al Camino de Santiago.

Zaragoza-
El románico fue un estilo de arte y arquitectura que se desarrolló en Europa aproximadamente en los siglos XI y XII. Se caracterizó por la construcción de edificios, generalmente iglesias y monasterios, que fueran sólidos y resistentes. No en vano, debían representar la idea de protección para los feligreses. Los muros eran muy gruesos y, por norma general, eran edificios con pocas ventanas, más por la dificultad arquitectónica de estas que por una decisión estética.
Los elementos comunes del románico son el uso del arco de medio punto y la planta en forma de cruz. Además las torres suelen tener una base cuadrada, algo que ayuda a transmitir esa idea de robustez que poseen todos los edificios. Históricamente, el románico es muy importante ya que fue el primer lenguaje artístico común a gran parte de Europa. Si bien no se trata de un estilo tan espectacular como el gótico que vendría después, lo cierto es que el románico ha dejado varias obras de arte a lo largo de la Península. Especialmente en la parte norte, donde tuvo una mayor incidencia gracias al Camino de Santiago, que ejerció de puerta de entrada y corredor del románico en España.
Estos son los puntos en los que el arte románico posee una mayor representación. Sin duda, visita obligada para todos los amantes de la arquitectura y, en especial, aquellos que quieren saber más cómo era la vida en la Edad Media.
Zamora
Zamora es la ciudad con más iglesias románicas del mundo. Además de su catedral, dedicada a San Salvador, la capital zamorana cuenta con 24 templos, un castillo, un puente de piedra, dos palacios, nueves casas y unas murallas construidas durante el periodo románico. Muestra de la época de esplendor que vivió la ciudad durante la Edad Media. La mayoría de estos edificios, además, están perfectamente conservados.
De hecho, todo en Zamora exclama románico. Su enclave, a orillas del río Duero, hace que se deba acceder al casco histórico a través de su emblemático puente de piedra, el cual data del siglo XII. No obstante, su nombre en la Edad Media era Puente Nuevo de Zamora, lo que indica que quizá hubo algún paso anterior del que no se tiene constancia. Aunque a lo largo de la historia se han realizado numerosas remodelaciones que permiten que actualmente siga en pie, se conserva como un símbolo histórico de Zamora, así como uno de los mejores ejemplos de ingeniería civil medieval en la cuenca del Duero.
Entre los muchos reclamos que posee la Zamora románica destaca, sobre todo, su catedral. Construida entre 1140 y 1174, se distingue por ser la más antigua de todas las que se encuentran en Castilla y León. Se trata de un edificio construido con una planta en forma de cruz latina, que destaca, sobre todo, por su cúpula gallonada, única y muy reconocible. Además, su torre, de forma cuadrada, posee una altura de 45 metros, lo que la hace destacar sobre el resto del conjunto. Aunque se construyó ya en el siglo XIII, mantiene el estilo románico del resto del edificio. Además, se cree que inicialmente tuvo una funcionalidad defensiva. Finalmente, la portada del Obispo, la única que se mantiene de las originales, destaca por la ausencia de esculturas ornamentales, lo que no le resta espectacularidad.
Más allá de la catedral, Zamora conserva otros templos románicos de gran relevancia. La iglesia de San Juan Bautista, situada en la plaza Mayor, mantiene su estructura medieval y un característico rosetón que preside la fachada. También destaca la iglesia de Santa María la Nueva, reconocida por la elegancia de su cabecera y vinculada a la célebre leyenda del Motín de la Trucha. A ellas se suma el templo de Santiago del Burgo, que conserva íntegra su configuración original de tres naves, un rasgo distintivo del románico hispano. Conjunto a conjunto, estos edificios refuerzan la extraordinaria densidad y calidad del patrimonio románico de la ciudad
La Vall de Boí (Lleida)
La Vall de Boí está situado en la parte occidental del Pirineo ilerdense, en el cauce del río Noguera de Tor. Una subdivisión administrativa situada en la comarca de la Alta Ribagorça, que destaca sobre todo por albergar un conjunto de nueve iglesias románicas que en el año 2000 fue designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En total, los nueve templos listados son: la iglesia de Sant Feliu en Barruera, la iglesia de Sant Joan de Boí en Boí, las iglesias de Sant Climent y Santa María en Taüll, la iglesia de Santa María en Cóll, la iglesia de Santa María de Cardet, la iglesia de la Nativitat y la ermita de Sant Quirc de Durro y la iglesia de Santa Eulàlia en Erill la Vall. Son construcciones realizadas durante los siglos XI y XII y poseen una unidad estilística de gran valor. No en vano, sus paredes nos dicen mucho de la penetración del románico en la Península y cómo, por ejemplo en Cataluña, se siguieron los modelos provenientes del norte de Italia, el llamado románico lombardo. Una tendencia arquitectónica caracterizada por la funcionalidad de sus construcciones, el cuidadoso trabajo de la piedra, los esbeltos campanarios de torre, y la decoración exterior de arcos ciegos y bandas lombardas.
El conjunto románico de la Vall de Boí nos habla, además, de la historia de la zona. Del poder que en la época poseían los señores de Erill y el obispado de Roda de Isábena, promotores del complejo. En el caso de estos nueve templos, los edificios, además de lugar de reunión, también servían como herramientas para la comunicación y la vigilancia gracias a sus esbeltas torres de campanario.
Jaca (Huesca)
Cómo hemos visto, el románico tuvo una gran impronta en el Pirineo, también en el lado aragonés de la cordillera. Una de las localidades que más joyas posee de aquella época es Jaca, situada en la llamada depresión media altoaragonesa. Aunque sus orígenes se remontan a la Edad Antigua, fue en la Edad Media cuando ganó gran relevancia social. Concretamente, en 1077 el rey de Aragón Sancho I no solo le dio el título de ciudad y primera capital del Reino de Aragón, sino que, en consecuencia, le otorgó su propia diócesis. Un obispo que se iba a establecer en la catedral de Jaca, una de esas joyas del románico situadas en la Jacetania.
Dedicada a San Pedro, el edificio presenta una planta de cruz latina con tres naves y un amplio transepto, cubierto por bóvedas de cañón y arcos fajones que refuerzan su estructura. Destaca su decoración escultórica, especialmente en los capiteles y en la portada occidental, donde se aprecian motivos geométricos y figuras simbólicas. En el interior, la austeridad y la solidez del conjunto transmiten la espiritualidad y el sentido monumental característicos del primer románico aragonés. Su importancia es tal que sería tomada como modelo para muchos de los templos que se construirían posteriormente en el Camino de Santiago.
Aunque si hablamos de Jaca y la génesis del antiguo Reino de Aragón, no se puede pasar por alto el monasterio de San Juan de la Peña, considerado la cuna del Reino. Se creó en el siglo X como refugio para los cristianos en la época de la dominación musulmana de la Península. Si bien la primera construcción se destruyó, en el siglo XI se volvió a levantar por mandato de Sancho III el Mayor. Fue entonces cuando se erigió la impresionante construcción bajo la piedra que ha llegado a nuestros días, con un claustro único que se encuentra incrustado bajo la roca. El conjunto se completa con una iglesia prerromana, el panteón de nobles y el panteón neoclásico, lo que nos permite viajar por la historia de la zona. Eso sí, se calcula que en la actualidad solo se conserva el 25% de la construcción original. En el siglo XVII se decidió construir un nuevo monasterio al lado, aunque este posee el estilo barroco de la época.
La catedral y el monasterio no son las únicas joyas del románico que se encuentran en el término municipal de Jaca. Construcciones como el puente de San Miguel, la iglesia de San Adrián de Sasabe, la iglesia de Santa María de Iguácel o la iglesia de San Caprasio en Santa Cruz de la Serós complementan la rica herencia románica de la zona.
Palencia
La provincia de Palencia alberga uno de los conjuntos románicos más ricos y extensos de toda Europa. En pleno corazón de Castilla, este territorio vivió durante los siglos XI al XIII una época de prosperidad y repoblación que favoreció la construcción de centenares de templos. No obstante, las diferentes divisiones territoriales hacen que el románico palentino se caracterice por su diversidad de detalles y soluciones, desde las iglesias rurales de una sola nave hasta los templos más ambiciosos de las villas y monasterios. La decoración escultórica, presente en capiteles, canecillos y portadas, ofrece una mezcla fascinante de simbolismo religioso, escenas cotidianas y motivos fantásticos, reflejo de la imaginación de los talleres locales.
El norte de Palencia, especialmente la zona de Aguilar de Campoo y la Montaña Palentina, concentra algunas de las obras maestras del románico español. La iglesia de San Martín de Frómista, con sus torres cilíndricas y su planta de tres naves, se considera el modelo perfecto del equilibrio y la pureza de líneas del estilo. Junto a ella destacan templos como la ermita de Santa Cecilia de Aguilar de Campoo, la iglesia de San Salvador de Cantamuda o la iglesia de Santa María la Real, antiguo monasterio benedictino que hoy alberga el Centro de Estudios del Románico.
En conjunto, el románico palentino constituye un auténtico museo al aire libre y una de las manifestaciones más puras de la época medieval castellana. Además, la excelente conservación de muchos de estos templos, en su entorno natural original, permite al visitante recorrer hoy una de las rutas culturales más completas de Europa.
Cantabria
El románico cántabro es una definición empleada habitualmente para designar los rasgos estilísticos propios de las construcciones enclavadas en la actual comunidad autónoma cántabra, si bien es cierto que comparte varias características con el románico castellano o el románico asturiano. Algo lógico teniendo en cuenta su proximidad geográfica. Como en el resto de la Península, el Camino de Santiago y las rutas que comunicaban a Castilla con el mar Cantábrico fueron los principales impulsores de un boom constructor que dejó varias joyas que bien merecen una visita.
La piedra caliza, abundante en la región, permitió una construcción sólida y duradera, dando lugar a templos sobrios pero de una gran calidad escultórica. Entre los ejemplos más sobresalientes del románico en Cantabria destaca la Colegiata de Santa Juliana de Santillana del Mar, considerada una de las joyas del estilo por la armonía de su conjunto y la belleza de su claustro, donde se conserva una de las series de capiteles más completas del románico hispano.
Igualmente, el monasterio de Santa María de Piasca, la Colegiata de San Pedro de Cervatos, célebre por su rica ornamentación escultórica de carácter simbólico y moralizante, y la iglesia de Santa María de Lebeña, de transición prerrománica, son referentes esenciales para comprender la evolución del arte medieval en la región. En las zonas rurales, además, proliferan pequeñas iglesias y ermitas que mantienen el sabor original del románico popular cántabro, con un fuerte sentido de unidad entre arquitectura y paisaje.


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