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Jordi Serrano: "Será necesaria una gran alianza republicana en Catalunya y España para enfrentarse al fascismo"

Jordi Serrano
El historiador y rector de la Universitat Progressista d’Estiu de Catalunya Jordi Serrano. Ferran Espada

Jordi Serrano publica Carta a un republicano español, un análisis sobre cómo el neofranquismo ha resurgido en las más altas esferas del poder del Estado, con el procés independentista de Catalunya como foco que ha puesto de manifiesto la debilidad de la democracia española.

El historiador Jordi Serrano Blanquer (Sabadell, 1958) ha publicado un amplio estudio sobre los horizontes republicanos en la España actual en cuyo marco interpreta lo que denomina la revuelta catalana de 2017 como una vanguardia que ha sacudido un régimen monárquico que responde con actitudes antidemocráticas en todos los estamentos del Estado, desde la judicatura a la corona, pasando por la policía o el ejército. Carta a un republicano español (Bellaterra Edicions) es un análisis militante de la situación política actual, que define como "resurgimiento neofranquista" en las más altas esferas del poder, pero que trata con optimismo con la confianza de un cambio generacional sin precedentes. Los lectores y las lectoras encontrarán una respuesta a esta carta de Xosé Manuel Beiras –aunque el histórico político independentista gallego ya avisa de que tiene mucho de republicano pero no se siente demasiado español– en forma de prólogo. Serrano es el rector de la Universitat Progressista d’Estiu de Catalunya; fue luchador antifranquista en las filas del PSUC; ha impulsado numerosas organizaciones del ámbito del librepensamiento y la laicidad y tiene varios libros publicados sobre historia del obrerismo y el cooperativismo.

¿Cómo nace el proyecto de escribir esta 'Carta a un republicano español'?

Durante el procés participé en dos debates sobre procesos participativos en un pueblo de Aragón y otro del cinturón industrial de València en el que encontré mucho interés porque les explicase qué estaba pasando en Catalunya. Me di cuenta de que, cuando lo contabas fuera de Catalunya, es muy diferente y que me obligaba a autorrepensarme. Y también que, como antifranquista que todavía viví la clandestinidad, veía cómo resurgían las caras del franquismo más puro y duro en gente de un nivel de poder impensable.

¿Pensó entonces que la sociedad española no entendía el fondo de lo que estaba pasando y se planteó explicarlo?

Correcto. Porque creo que hemos olvidado explicarnos bien. Con toda la bibliografía sobre el procés que existe en Catalunya, hay pocas cosas pensadas en esta dirección. Y creo que debería haber más. Porque al final los problemas vienen del Estado español, pero las soluciones también vendrán del mismo. Pensar que esto nos lo solucionará Bruselas o vete a saber quién no tiene sentido. Los ingleses y los franceses no intervinieron cuando la aviación fascista bombardeaba Barcelona buscando la masacre de civiles durante la Guerra Civil, ni la Unión Europea ha actuado para salvar vidas en el Mediterráneo. Creo que menos actuarán por lo que pueda pasar ahora en Catalunya. La batalla debe darse donde debe darse. Por eso pensé que una forma de militancia era explicarlo a la gente del Estado para lo que era necesario hacer un esfuerzo de autoanálisis y reflexión.

¿Cuál sería ahora la situación entonces?

Creo que desde 2017 el independentismo está en estado de choque. Pero quiero decir que el federalismo también lo está desde el 2010. El PSC está en estado de choque desde ese año. Y nos falta capacidad de reflexión sobre cuáles son los siguientes pasos a dar.

Pues el libro destila optimismo en el futuro...

"Desde 2017 el independentismo está en estado de choque. Pero el federalismo también lo está desde 2010"

Yo soy muy optimista. Creo que existe un cambio generacional. Por ejemplo, las generaciones educadas en democracia han realizado un cambio de comportamiento respecto al hecho religioso. En 2004 ya hay más bodas laicas que católicas en Catalunya y en 2009 también pasa en el conjunto del Estado. Y una vez hecho el sorpasso, cae en picado el número de parejas que se casan por el ritual católico. Creo que, de la misma manera, la gente se ha vuelto republicana. Ni lo uno ni lo otro es porque haya maestros masones adoctrinando en las escuelas, sino la consecuencia lógica de educar en libertad.

Desde la izquierda española se ha acusado al independentismo de despertar al monstruo del fascismo. ¿Qué le parece?

Que me parece bien que en Catalunya la gente haya despertado al monstruo y le haya mirado de la forma que decía Elias Canetti que hay que mirar al poder: cara a cara. Porque el procés catalán lo único que ha hecho es poner el foco en el enorme poder neofranquista que existe en las estructuras del Estado español.

Que la mayoría de la gente, y yo mismo, no pensábamos que fuese de las dimensiones que es. En las instituciones españolas no hay bipartidismo, quien manda son los neofascistas desde hace más de 25 años, en época de Aznar. La política española, incluso en ámbitos de la izquierda, se mueve en el frame diseñado por la FAES. Esto lo supo ver muy bien Vázquez Montalbán en el libro La aznaridad. Quien sale de este marco es directamente liquidado, sean los independentistas republicanos catalanes o los de Podemos, pero también los homosexuales o las feministas. Porque como ha ocurrido históricamente, el fascismo no hace diferencias entre unos y otros.

Pues el PSOE acaba de pactar con el PP la renovación del Tribunal Constitucional cuya mayoría conservadora no representa la realidad política del país e incluye algunos jueces de clara tendencia de extrema derecha. ¿No hay otra opción?

"En las instituciones españolas no hay bipartidismo, quien manda son los neofascistas desde hace más de 25 años"

Creo que el legislador cuando redactó la Constitución quería que el Consejo General del Poder Judicial, el TC, el Tribunal de Cuentas y el resto de instituciones del Estado se parecieran a la manera de pensar de la población de referencia en cada momento histórico. Pero no ha ocurrido esto con excepción de una breve etapa inicial con Francisco Tomás y Valiente de presidente del Constitucional. Aquellos eran de una categoría y profesionalidad brutales, más allá de que te gustaran o no las sentencias. Tenían una legitimidad y credibilidad que después se ha perdido. Cuando gana Aznar, imponen una mayoría que se ha mantenido siempre hasta la actualidad por mucho que se hayan renovado los cargos. Una mayoría de derechas, pero no en el sentido europeo en el que los jueces pueden ser conservadores, pero son antifascistas. Aquí esto no ocurre y, por si todo falla, el PP se asegura la sala segunda del Supremo controlada desde atrás. Y quien protege todo esto desde la cúpula del poder es Felipe VI. Él dispone de la inviolabilidad y hace que todo lo que esté debajo de su paraguas sea intocable. Por ejemplo, las comisiones ilegales de las empresas del Ibex o la falta de firmeza judicial con la corrupción del PP. Es increíble que solo esté en prisión Bárcenas, pero ninguno de los donantes. Y que Aznar no tenga ninguna responsabilidad. Si la justicia realmente funcionara, el gobierno de Rajoy no habría existido porque habrían estado todos en prisión.

¿Cómo cree que evolucionará el 'procés'?

Necesitamos reflexionar porque han pasado cosas muy graves y todavía no tenemos la distancia suficiente. La sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut en 2010 hizo pasar al independentismo de menos del 15% a más del 50%. Y la sentencia del Tribunal Supremo contra los dirigentes independentistas es mucho peor que esa. Tuvo un impacto brutal. Por tanto, no sabemos qué pasará, pero sí que la actitud del Estado español ha sido de una falta de inteligencia política descomunal.

¿Por qué dice en el libro que Catalunya es la vanguardia del republicanismo español?

No hay más que ver que en la primera República española, de los cuatro presidentes que hubo, dos fueron catalanes. En las elecciones del sexenio revolucionario (1868-1874), la mayoría de diputados republicanos eran de la Corona de Aragón, y especialmente de Catalunya. Y la segunda República se proclama en la plaça Sant Jaume de Barcelona. No es algo muy nuevo. Tiene que ver con que la Revolución industrial se hace primero en Catalunya generando un movimiento obrero potente que despliega las ideas emancipatorias. Por eso en este momento podemos ser la vanguardia del desafío a una monarquía en estado terminal. Todos aquellos que querían la ruptura durante la Transición, ahora deberían ver con ilusión la revuelta catalana que no deja de ser el intento republicano más ambicioso desde 1939.

¿Hay un hilo histórico que conecta lo ocurrido con el 'procés'?

"La actitud del Estado español ha sido de una falta de inteligencia política descomunal"

He intentado ponerme en la posición de un historiador que en veinte años compara los hechos. Por ejemplo, se produce una gran manifestación el 11 de septiembre del año 1977 y al cabo de unos días un notable franquista como Adolfo Suárez recibe a Josep Tarradellas y restablece con un decreto la Generalitat republicana. Esto antes de la Constitución. Y en año y medio se hace todo el proceso constitutivo con el nuevo Estatut, elecciones al Parlament, etc. Hay una respuesta democrática del gobierno franquista de Suárez viendo lo que ocurría en Catalunya. Ahora hay una serie de grandísimas movilizaciones desde 2010 hasta 2017 y primero se responde con la negación y finalmente la única propuesta que ponen sobre la mesa es meter gente en la cárcel. Pensando que así acabarán con el problema, lo que es bastante alucinante en democracia.

Usted hace propuestas de solución al conflicto y habla del pacto sinalagmático de los federalistas de Pi i Margall. ¿Qué es?

La portada del llibre de Jordi Serrano.
'Carta a un republicano español' (Bellaterra)

Hay un hilo conductor con el republicanismo federal, que ha sido menospreciado. Partía de una idea básica: los individuos se autodeterminan y ni el Estado ni la Iglesia ni nadie les pueden decir cómo deben vivir. Es un pensamiento muy liberal, en el buen sentido de la palabra. Los individuos forman municipios, que se federan entre ellos creando estados. Los federalistas republicanos querían un estado catalán federado con una República federal española. El pacto sinalagmático que proponían era un pacto libre de coacciones y hecho de abajo a arriba. Catalunya se federaría en una República española en las condiciones que quisieran los catalanes. De ahí el concepto moderno del derecho a la autodeterminación y que el propio independentismo provenga del republicanismo federal mediante Narcís Roca i Farreras como precursor. Si los federalistas actuales tuvieran presente que no se puede ser federalista y monárquico y recuperaran el concepto del pacto sinalagmático sería fácil llegar a un acuerdo con los independentistas que necesariamente deben ser también republicanos. Esto abriría la puerta a articular unas mayorías muy amplias, que de hecho en las bases ya están ahí. Porque en Catalunya hoy en día más del 70% se define republicano, después hay un pequeño porcentaje que cree en ovnis y después ya están los partidarios de la monarquía (ríe). Esto es un cambio extraordinario de las mentalidades colectivas y no se puede saber cuándo se va a producir, pero creo que es imparable.

Usted plantea en el libro que la dicotomía básica del conflicto es república versus monarquía. ¿La República española arreglaría el conflicto entre Catalunya y el Estado?

En esto también se puede realizar comparación histórica. Cuando en 1931 se proclama la República catalana, lo que hacen los republicanos de Madrid es enviar una delegación de tres personas a negociar. Dos de ellas eran catalanas. En 2017 se hace una proclamación de República catalana que no se desarrolla y el Estado español lo que hace ahora es enviar 8.000 piolines [forma coloquial con la que se conoce a los policías enviados para evitar el referéndum del 1-O]. Podían haber enviado también a una delegación negociadora para ver cómo se podía arreglar. Y siempre existen formas de arreglar las cosas. Pero no ha habido ningún tipo de capacidad para ello. De hecho, la dictadura franquista trató mejor a Santiago Carrillo cuando le detuvieron que ahora a los presos independentistas catalanes. Esto debe hacernos reflexionar sobre la calidad de la democracia que tenemos.

Usted en el libro plantea que ahora en el Estado nadie quiere negociar nada. ¿Cree que la mesa de diálogo entre los gobiernos puede prosperar entonces?

"Pase lo que pase el pueblo catalán buscará su solución. Sin tutelas de nadie"

Primero diré que lo más similar a un pacto sinalagmático de Catalunya con España después del franquismo no es la Transición sino el Estatut del 2006. Esto es lo más similar, hecho de muy buena fe y acabado de la peor forma. Porque durante la Transición había demasiados cañones apuntando a demasiadas cabezas. Sobre la actual mesa de negociación, todo el mundo puede ser escéptico, pero algún día se tendrá que llegar a un acuerdo. La tesis de mi libro, que de hecho lo he aprendido de Josep Fontana, es que, pase lo que pase, el pueblo catalán buscará su solución. Sin tutelas de nadie. Puede costar más o menos, pero esto termina en una mesa de negociación. La actual mesa puede servir para vislumbrar cómo se puede establecer en un futuro una ley de la claridad como la de Canadá respecto a Quebec.

Pero eso no parece estar maduro...

Esto no será a corto plazo porque los procesos históricos no van tan rápidos como la gente quisiera, acostumbrada a las aplicaciones de los móviles. Pero todo apunta a que será necesaria una gran alianza republicana en Catalunya y en España para enfrentarse al fascismo cada vez más descarnado. Todas las nuevas generaciones exploran límites y se encuentran. Y estoy muy a favor porque nosotros también lo hicimos. Queríamos una República socialista y no la logramos. Pero logramos la sanidad pública para todos, la educación pública, las mejoras en los municipios en cuestiones básicas para vivir dignamente, los servicios sociales... La gente que quiere ir deprisa quizás debería tener en cuenta que a la República española o a la independencia de Catalunya se llega terminando con el fracaso escolar, aunque no lo parezca. Porque, cuantos más estudios tiene la gente, más republicanos e independentistas habrá. O haciendo que los jóvenes no tengan que irse a trabajar al extranjero.

Usted en el libro recopila un amplio abanico de aberraciones jurídicas cometidas con el independentismo. Ahora también se retiran actas a diputados de Unidas Podemos. ¿Cree que la izquierda española tiene conciencia de hasta dónde llega el poder neofalangista en el poder judicial?

Si no lo son, lo irán siendo. Esto es implacable. Y el error del PSOE es monumental. Aquí Baena (mando de la Guardia Civil responsable de los atestados durante el referéndum del 1-O) realizó informes policiales contra el independentismo bajo la dirección de Pérez de los Cobos. El mismo que después hizo informes policiales contra el delegado del Gobierno en Madrid, dirigente del PSOE madrileño, por las manifestaciones feministas culpándole de la pandemia. Y estamos hablando de penas de prisión si hubiera prosperado. Entonces le cesan, pero ya han llegado muy lejos. Han intentado procesar a ministros. Hay que parar los pies a esta ola neofascista que no está surgiendo sólo aquí. Pensar que habría neofascismo en toda Europa y en todo el mundo menos en España, que es el país que menos ha roto con el fascismo, y encima culpar a los catalanes, es de una capacidad de análisis muy limitada.

Usted dice en el libro que el PSOE es un partido republicano, pero que sus dirigentes no lo saben. ¿Qué quiere decir?

Creo que el votante y el militante socialista en España es básicamente republicano. Porque mayoritariamente son hijos y nietos de los fusilados por los franquistas. Esto es así pueblo a pueblo y ciudad a ciudad. Por eso el PSOE tiene un peligro: que, si defiende demasiado a la monarquía, puede caer con ella. Y la monarquía en estos momentos está muy tocada. La prueba es que tuvieron que sacar a Felipe VI el 3 de octubre del 2017. Si no hubieran estado tan tocados, no habría salido y menos de esa manera. En esto pesa mucho el fantasma del referéndum griego de 1973, que lo pierden. Tiene una madre, la Reina Sofía, que es muy de extrema derecha y la abuela materna que era de las juventudes hitlerianas.

De hecho, usted cuenta un episodio histórico sobre Felipe VI muy poco conocido, que es su participación en actos de las juventudes falangistas.

"Me sorprendió mucho descubrir que Felipe VI participó en actividades de las juventudes falangistas"

Sí, me sorprendió mucho. Porque una cosa es que su padre fuera de la OJE (Organización Juvenil Española, de ideología falangista) porque eran los años 50, pero que Felipe VI de joven hubiera participado en diversas actividades de la OJE y fuera a cantar canciones joseantonianas, vestido con la camisa azul, ya aprobada la Constitución, creo que en parte explica la actitud de Felipe VI el 3 de octubre.

En el libro usted habla de que hay victorias que no las sabemos ver. ¿Por ejemplo?

Siempre se había dicho que Catalunya era un pueblo manso desde la derrota del 39. Pues resulta que ha mirado al Deep State a los ojos y le planta cara. Sale derrotado, pero es una gran victoria porque es un cambio de paradigma. Supone que se ha desacomplejado. O el hecho de que vivimos unos momentos históricos, y no se viven muchos de estos. El 1 y el 3 de octubre de 2017 son hitos de la historia de Catalunya, que humilla de forma brutal a toda la estructura del Estado. Son incapaces de encontrar una sola urna y votan más de dos millones de personas en las peores condiciones posibles. Ahora no tenemos la perspectiva para verlo, pero han pasado cosas muy importantes que tendrán consecuencias. Porque la gente que se ha politizado en las escuelas del 1-O tendrá una actitud muy diferente que la que tendría si el estado hubiera actuado de otra forma. Soy muy optimista y además los errores que cometen son inmensos.

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