Este artículo se publicó hace 16 años.
Sin escolta frente a su maltratador
El Gobierno vasco retira la protección a tres mujeres que aúntemen agresiones de sus ex parejas
Hasta hace dos semanas un escolta acompañaba allá donde fuera a Sonia Franco, de 36 años, con dos hijos, y víctima de malos tratos. Pero el Gobierno vasco, única Comunidad Autónoma, junto con Navarra e Islas Baleares, que contempla esta medida de protección, le retiró el guardaespaldas porque “en el último año no se ha producido ningún quebrantamiento de la orden de alejamiento”, señaló la propia mujer, que vive en San Sebastián y pertenece a la Asociación Contra la Violencia y en Defensa del Menor. Denuncia que en una semana se han producido otros dos casos.
“La vida con un escolta no es cómoda, pero las medidas contra los agresores no son suficientes y, hoy por hoy, sólo me siento segura con vigilancia”, señala Franco. ¿Hasta qué punto deben ser las víctimas de violencia de género las que asuman la carga del escolta? ¿No debería ser el maltratador el que estuviera vigilado? Charo Castaño, psicóloga clínica del Instituto Palacios de la Salud, cree que uno de los próximos objetivos de la lucha contra la violencia machista es desarrollar más medidas contra el agresor. “Hay que ir contra el maltratador, no contra la víctima”, argumenta.
Decisión de los jueces
Actualmente, es el juez el que valora en cada caso qué medidas tomar para proteger a las víctimas. Desde que entró el vigor la Ley Integral de Violencia de Género en diciembre de 2004 se han concedido 90.242 órdenes de protección. Hasta enero de este año había en vigor 78.550, según datos de la Delegación Especial de Violencia contra la Mujer.
En el caso del País Vasco, la Consejería de Interior establece unos baremos, de los que no da detalles, para decidir quién debe llevar escolta. “Te preguntan si has sufrido agresiones en los últimos meses, si tu pareja es celosa... ¿Cómo voy a saber si es celoso si hace cinco años que no convivo con él?”, se lamenta Franco.
La ex pareja de la mujer cumplió un año de cárcel por un delito de malos tratos. Cuando salió en libertad, Sonia pidió un escolta, porque a pesar de que el hombre tenía una orden de alejamiento, no se fiaba. Así ha sido durante un año. Sonia cree que la retirada de su escolta tiene que ver con el aumento de la seguridad por el inicio de la campaña electoral, ya que asegura que quien la acompañaba día y noche ahora vigila “a un político”.
Medidas contra el agresor
“La Ertzaintza me dijo que habían hablado con mi ex pareja y que les había asegurado que había rehecho su vida y que no iba a hacer nada, pero ¿quién le cree? Otra vez tendremos que vivir con una continua angustia, vigilar nuestras espaldas y preguntarnos cada vez que salgamos a la calle si estará ahí”, explica Franco.
"El maltratador no controla sus impulsos y lo peor es que los focaliza en la mujer”, indica Castaño. La psicóloga opina que las mujeres con guardaespaldas tienen doble dificultad: deben aprender a vivir con vigilancia y cuando ésta se suprime deben superar el miedo que ello conlleva.Para Altamira Gonzalo, presidenta de la Asociación de Juristas Themis, en situaciones tan graves se debería garantizar la prisión preventiva para el maltratador. Cree que las medidas no deberían recaer en la víctima, sino en el agresor.
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