Este artículo se publicó hace 2 años.
Así esquiva la covid-19 la España vacía: en 31 pueblos de Aragón aún no ha habido contagios
La baja densidad de población y la poca movilidad, junto con la escasa actividad social y los cuidados preventivos, sitúan a una treintena de pequeños municipios de esa comunidad como una de las singularidades sanitarias del país ante el coronavirus.
Zaragoza-
"No hacemos nada en especial. Tenemos prudencia, y al haber tan poca gente es muy difícil que haya contagios", explica Fermín Navarro, alcalde de Salcedillo (Teruel), mientras María Carmen Civera, su homóloga de Abejuela, el pueblo más meridional de esa misma provincia, anota que "aquí, para encontrarte con uno por la calle tienes que ir a buscarlo. Y esas cosas nos favorecen".
Salcedillo, un municipio de las Cuencas Mineras con once habitantes empadronados que a principios de siglo se situó con menos de diez entre los menos poblados de España, y Abejuela, de 57 censados aunque no más de 25 lo habitan durante todo el año, son dos de los 31 municipios aragoneses entre cuyos vecinos no se ha registrado ni un solo contagio de covid-19 desde el inicio de la pandemia, con ninguna de las variantes documentadas, de alfa a ómicron.
"Con la pandemia, la gente mayor se ha querido quedar en el pueblo porque están más seguros", indica Civera
"Con la pandemia, la gente mayor se ha querido quedar en el pueblo porque están más seguros", indica Civera. "Antes algunos se iban a pasar el invierno a ciudades como Valencia, que es hacia donde emigró la gente de aquí, pero ahora a los hijos les ha dado miedo llevárselos y a los mayores, irse", añade.
"Con este viento y este aire estamos sanos. No hay noticias de contagios entre la gente que reside en la zona todo el año. Alguna ventaja teníamos que tener en la España vacía", explica Navarro.
Pequeños municipios de la España rural
Ese registro cero de contagios en casi dos años de pandemia en esa treintena de pueblos aragoneses resulta, no obstante, más una anomalía que una norma en las áreas rurales de un país en el que 3.589 de los 8.124 municipios corren un serio riesgo de extinguirse con sus actuales habitantes por falta de viabilidad demográfica y en el que la pandemia ha evolucionado con mayor virulencia en los barrios populosos de las ciudades.
De hecho, en las estadísticas que van publicando las consejerías de Sanidad de las distintas comunidades autónomas resulta difícil localizar pueblos en los que no haya habido ni un solo caso de contagio desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020.
No los hay con certeza en algunos territorios con áreas de baja densidad demográfica como Asturias y Extremadura, mientras en otras como Galicia solo se da, según los datos de la Xunta el caso de Ribeira de Piquín, un concello lucense de 513 habitantes.
Ese censo cuadruplica con creces el de Camporrells, el municipio libre de covid con más habitantes de Aragón y de Huesca, provincia en la que esa situación también se da en Fago, de 21, y en Viacamp-Litera, de 41 y limítrofe con la primera.
De hecho, aparte de Camporrells solo otras ocho localidades covid free superan los 50 vecinos oficiales: Ardisa (76), Fombuena (59), Aldehuela de Liestos (52) y Bijuesca (90) en Zaragoza y, en Teruel, Vivel del Río Martín (75), El Castellar (56), Tronchón (65) y Abejuela (57).
Los factores de vulnerabilidad ante el coronavirus
En todas esas localidades resulta una constante uno de los patrones de riesgo que un estudio de la Universidad de Zaragoza señaló como uno de los tres principales a la hora de valorar la vulnerabilidad a la pandemia: la avanzada edad de los residentes, aunque en ninguno de ellos se dan los otros dos que se combinan con el anterior, que serían el hacinamiento en las viviendas y la elevada densidad de población.
"Los factores hacinamiento, población extranjera, nivel de formación y nivel de renta se superponen en determinados espacios generando importantes focos de vulnerabilidad", concluía el informe, que ponía de manifiesto "la influencia que la morfología urbana y la calidad de la vivienda y del espacio urbano tienen en la generación de focos de vulnerabilidad"; siempre en claves de ciudad, obviamente.
En todas esas localidades resulta una constante uno de los patrones de riesgo: el hacinamiento en las viviendas y la elevada densidad de población
Los pueblos que completan la lista de los aragoneses libres de covid-19, que son Oseja (45), Pomer (25), Torrelapaja (35), Almochuel (24), Bagués (16) y Purujosa (26) en Zaragoza y, en Teruel, Rubielos de la Cérida (37), Josa (36), Bádenas (18), Fonfría (29), Nogueras (28), Valacloche (24), Jorcas (34), Miravete de la Sierra (38), Cañada Vellida (37), Fuenferrada (40), Allueva (22), Anadón (32) y Maícas (31), además de Salcedillo (11), se extienden por el Pirineo y sus sierras sureñas, la estepa zaragozana, las serranías de la cordillera Ibérica y las Cuencas Mineras, principalmente.
Se trata, mayoritariamente, de áreas de montaña y de media montaña que a partir de los años cincuenta y sesenta sufrieron con intensidad el impacto de las corrientes migratorias del campo a la ciudad, hacia Barcelona, Valencia y Zaragoza principalmente, y los efectos secundarios que la construcción de infraestructuras como los pantanos tuvieron en su economía y en su demografía antes del declive de otras actividades como la minería y la explotación de los montes.
"La gente que viene tiene mucho cuidado y respeta las normas"
A esos factores físicos o geográficos, a menudo acompañados de un clima agreste, se les añaden los usos sociales y los cuidados personales como factores de protección ante la pandemia, mientras en el platillo opuesto aparece la movilidad vinculada al ocio, principalmente por los traslados de fin de semana y periodos vacacionales.
"No es que cada uno se quede en su casa, pero todos sabemos que todos estamos bien; y, aunque vayas a tomar un café nunca lo haces con mucha gente", explica Navarro, que insiste en que "nunca te juntas con mucha gente, salvo que tengas que ir a comprar a Utrillas o el fin de semana te acerques a algún pueblo" por motivos de ocio o para visitar a alguien.
Navarro y Civera destacan cómo, a pesar de las características geográficas y sociales de sus pueblos, el uso de medidas de protección como el empleo de la mascarilla o del gel hidroalcohólico son habituales y se realizan con normalidad.
"Estamos contentos porque la gente que viene tiene mucho cuidado y respeta las normas. Cuando se puede hacer algo, se puede; y cuando no, pues no", anota Civera, que regenta el bar del pueblo, en el que "además de respetar las restricciones sobre el uso de mesas y el consumo en la barra -dice- siempre estamos pendientes de que la gente que entra se lave con gel y use la mascarilla".
"Hasta ahora estamos esquivando la pandemia, aunque nunca puedes decir que no vaya a venir alguien que tenga el virus y no lo sepa", añade.
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