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La inmigración africana vira hacia Italia

La vigilancia en el Estrecho y Canarias desplaza las rutas migratorias. Desde enero a julio, las llegadas de inmigrantes a España bajaron un 9% y aumentaron en Italia un 46%

DANIEL AYLLÓN

España ha dejado de ser El Dorado soñado de los inmigrantes subsaharianos por el aumento de la vigilancia costera (española y africana) en los países cercanos a las Islas Canarias y el sur de la Península. Y las consecuencias no han tardado en llegar.

La primera ha sido el alargamiento de las rutas marítimas para evitar a las patrulleras, lo que ha aumentado el riesgo de naufragios. La segunda, menos dramática pero más numerosa, ha sido el viraje de miles de personas que planeaban entrar en Europa por España hacia las costas de Italia.

A finales de julio, los ministerios del Interior de España e Italia hicieron balance del número de inmigrantes que habían llegado a sus costas. En los siete primeros meses de 2008 en España hubo un descenso del 9,11% (de 7.883 a 7.165) respecto al mismo periodo del año anterior, y del 58,9% en relación a los siete primeros meses de 2006.

Las rutas desde Senegal, Gambia o Guinea tienen ya muy poca actividad, a diferencia de Mauritania, de donde zarpan la mayoría de los cayucos rumbo a Canarias. En Italia, el efecto en 2008 ha sido el opuesto y el repunte de este año casi duplicó los intentos de desembarco de 2007, al pasar de 8.266 a 15.378 (un 46,24% más).

La vigilancia costera española centra sus esfuerzos en Canarias desde que la crisis de los cayucos de 2006 desbordase sus recursos. En su último balance, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, hizo énfasis en el descenso de llegadas a Canarias: de los 5.680 que arribaron en los siete primeros meses de 2007, se pasó a los 4.939, en 2008
(un 13,04% menos).

Italia y, en menor medida, Malta y Grecia son ahora los destinos principales de un fenómeno que varía al ritmo que marcan sus mafias. Incluso, se ha detectado la llegada de subsaharianos a la frontera Este de Europa, donde los pasos no son tan peligrosos.

La mano dura con la que el Gobierno de Silvio Berlusconi trata a los sin papeles no parece importar a los jóvenes de Bamako, Dakar o Abuja, que los organizadores congregan ahora masivamente en Libia. El Gobierno de Il Cavalieri aprobó en mayo penar como delito la inmigración irregular, aunque después reculó tras un fuerte debate internacional. La propuesta, no obstante, está aún en manos del Parlamento italiano.

La elección de Libia en los últimos meses como lanzadera no ha sido casual. Las relaciones inestables que mantiene este país con el Estado transalpino han hecho que las patrulleras libias no hayan puesto demasiado empeño en frenar las salidas de embarcaciones en función de la época.

Al final de 2007, Silvio Berlusconi y Muamar el Gadafi anunciaron la creación de unas patrulleras conjuntas, pero el pasado mes de mayo Libia aseguró que no ayudaría a proteger Italia de la ola de inmigración irregular procedente de África porque Roma y varios estados de la UE “no habían cumplido con la ayuda prometida”. Este tira y afloja era frecuente entre los dos países y, el 30 de agosto, Berlusconi y Gadafi redujeron el enfrentamiento con la firma de un acuerdo histórico: Italia se comprometió a invertir 3.398 millones de dólares durante los próximos 25 años para compensar los “abusos” de su época colonial (1911-1942), que se saldó con más de 100.000 muertes, y el uso de gases tóxicos y minas contra la población.

“El acuerdo pondrá fin a 40 años de falta de entendimiento y es un reconocimiento completo y moral de los daños ocasionados a Libia por Italia durante el período colonial”,
aseguró el líder transalpino.

Pero el Gobierno italiano no ha sido el único organismo crítico con la actuación de Libia en materia migratoria. No colabora “absolutamente nada” y Argelia tampoco colabora “especialmente bien”, aseguró este verano el director adjunto de la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores (Frontex),
Gil Arias Fernández.

El responsable de seguridad confirmó también que “se ha producido un cambio de flujo, un efecto desplazamiento” por parte de ciudadanos de Malí, Senegal, Nigeria... que ahora se desplazan a Libia para luego tomar la vía marítima hacia Lampedusa o Malta (Italia).

La cercanía de las islas italianas de Lampedusa (la más cercana a África y de apenas 10 kilómetros de largo) o Sicilia facilita el tránsito. El pasado 22 de agosto, la primera de ellas absorbió la llegada de más de 800 subsaharianos en un solo día. Los cálculos del Ministerio del Interior italiano apuntan a que la isla recogerá la llegada de cerca de 20.000 inmigrantes africanos, frente a los casi 12.000 que llegaron en 2007.

Como solución, Arias Fernández pone el ejemplo de España e incide en la “mayor” cooperación entre los países emisores y un incremento de “medios” en esas zonas.

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