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"El Estado respondió en Marbella"

Juan Carlos López Caballero. El fiscal anticorrupción de Málaga, repasa la histórica investigación del 'caso Malaya'

Á.MUNÁRRIZ / R. BOCANEGRA

Juan Carlos López Caballero (Sevilla, 1956), jefe de la Fiscalía Anticorrupción en Málaga, carga con la responsabilidad de ser el principal acusador del juicio del caso Malaya. En el banquillo se sientan 95 procesados por la red corrupta del Ayuntamiento de Marbella, supuestamente liderada por Juan Antonio Roca, para el que pide 30 años de cárcel y una multa de más de 800 millones. Su papel en la investigación fue capital. Mano a mano con el primer juez instructor, su amigo Miguel Ángel Torres, empezó a desenmarañar en 2005 la mayor trama de corrupción llevada ante un tribunal en España. A las puertas del juicio, que comienza el lunes en Málaga, atiende a Público confiado en los logros de la investigación, pero muy prudente.

¿Sabremos todo lo que pasó?

Un proceso penal reconstruye hechos acotados a un espacio de tiempo y con la limitación de no poder acudir a mecanismos de prueba prohibidos constitucionalmente. La reconstrucción de la verdad histórica es siempre un proceso imperfecto. Malaya no es la investigación de toda la corrupción en Marbella, eso sin ninguna duda. Se quedan cosas fuera.

¿Suponen los tres fugados (el empresario José Manuel Carlos Llorca y los ex ediles Francisco Javier Lendínez y Carlos Fernández) una frustración?

Efectivamente, es un déficit de la acusación, pero son pocos.

¿Fue la Malaya un punto de inflexión en la investigación de la corrupción en España?

Ha habido otros procedimientos sobre la época del GIL, a lo mejor menos mediáticos. Claro, en la medida en que se ponen más medios, como policía especializada y funcionarios de la Agencia Tributaria, se alcanzan más logros. Por eso hoy se tiene la sensación de que este caso fue precursor. Desde mi punto de vista, la operación Malaya es sólo un proceso más.

Pero el ‘caso Camisetas' o el ‘caso Saqueo' no desmontaron el entramado marbellí. Malaya, sí.

Como está sub iudice, no entro. Pero sí digo que perseguir el producto del delito es el mecanismo más idóneo para atacar la delincuencia que provoca rendimiento. Y para perseguirlo hay que contar con personal especializado en instrumentos financieros. Al abordar el delito con una perspectiva amplia, buscando no sólo la arbitrariedad administrativa sino dónde se oculta el beneficio, logramos más.

¿Fue el juez Torres el factor clave?

En el tiempo que estuvo, no he conocido una capacidad de trabajo como la suya, ni de rigor ni de esfuerzo. El componente individual fue importante. Dar con un equipo como el que tuvimos, con una coincidencia de voluntades contra la delincuencia, influyó. Pero la respuesta a la corrupción nunca es sólo individual. Todo va relacionado. En la actualidad, por ejemplo, algo tiene que ver con los resultados el despliegue de la Fiscalía Anticorrupción en toda España.

Gil llega al poder en 1991. Las primeras detenciones son en 2006. ¿El Estado estuvo ciego, lento?

El control del Estado, desde mi punto de vista, funcionó. Hubo respuesta a la corrupción. Es cierto que los tiempos... Hay resoluciones judiciales que llegan tarde por la situación de precariedad en la que nos movemos.

¿Cómo empezó la investigación? Hay rumores al respecto que hablan de un chivatazo como venganza tras un cabreo por una partida de póquer.

Nada que ver con eso. Simplemente un juez decide investigar unas manifestaciones de un funcionario [el que fuera jefe del Servicio Jurídico de Urbanismo, Jorge González].

¿Le sorprendió la dimensión de lo que se encontraron luego?

La sorpresa no llega de sopetón. Esta conversación conecta con este, este dice tal. Después, cuando se judicializa, como todas las investigaciones, dependen en parte de la suerte. A veces en un registro puedes encontrar lo que buscas. Otras veces, no. Y el esfuerzo es el mismo. Ya si te encuentras un soporte que te permite efectuar múltiples imputaciones...

El cuaderno de Roca. ¿Hubo suerte en la ‘operación Malaya'?

Eso es indudable. Otras veces con el mismo esfuerzo no sale. Porque técnicas de investigación hay, pero técnicas de ocultación también.

¿Pero Roca se escondía? ¿No actuaba con total impunidad?

Los testaferros daban apariencia de legalidad. Ahora, sabiendo quién está detrás, es fácil. Pero antes había que ir quitando capas a la cebolla. Se dice que era vox populi, pero la verdad judicial es otra cosa. No era todo tan diáfano. Hay técnicas evidentes, como el dinero a una bolsa, pero otras son más sofisticadas.

¿Teme que los acusados conviertan el juicio en un espectáculo?

Cada uno tiene derecho a defenderse como mejor estime. Yo sólo sé que tal como está construida la causa, el interés de los medios debiera estar ceñido a la corrupción. A mí no me parece un espectáculo ni el delito de blanqueo de capitales, ni el de cohecho, ni el de malversación.

¿Cree que, de ser los acusados del PP o el PSOE, hubieran tenido más trabas para investigar?

A la vista está que no. No existe tutela política, hay casos que afectan a todos los partidos.

Algunos políticos sí han vertido duras acusaciones de parcialidad contra los fiscales...

Es propio de alguien que está fuera del sistema acusar sin aportar la evidencia de irregularidades.

¿Se siente presionado, con mucha carga de responsabilidad?

Como en todos los casos.

Malaya, Ballena Blanca y Minutas... Y además las investigaciones en curso. ¿Tienen medios suficientes?

La delegación en Málaga empezó con un único fiscal, y ya somos tres, con refuerzo de dos compañeros. Creo que lo podemos atender. Pero queremos equipos de investigación adscritos a esta delegación.

¿El crimen organizado está asentado en la Costa del Sol?

Está constatado el establecimiento de personas relevantes del crimen organizado. Regularmente se producen capturas. Y que un lugar se convierta en asentamiento de las cabezas pensantes de la delincuencia es muy preocupante.

El tópico dice que se ocultan pero no actúan en la Costa del Sol.

No son buenos vecinos, por discretos que sean. Ahí están los ajustes de cuentas y los asesinatos por encargo. Y el que sea delincuencia transnacional dificulta su persecución. Funcionamos con comisiones rogatorias y a veces los países no cooperan. Además al perseguir dinero siempre te topas con los paraísos fiscales o la invocación del secreto bancario. Todos esos inconvenientes son ventajas para la actividad criminal. La figura de un fiscal europeo podría resultar muy útil.

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