Este artículo se publicó hace 6 años.
El reciclaje crece, pero no lo suficiente

Por El Quinze
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Brotes verdes para el reciclaje en el Área Metropolitana de Barcelona (AMB): tras una década de retroceso y estancamiento, 2018 cerró con un incremento substancial en el porcentaje de la recogida selectiva en el conjunto de los 36 municipios, acercándose al 35% del total, según datos del propio ente. Un comportamiento que el AMB atribuye al cambio de modelo en diferentes poblaciones. En Tiana, la recogida puerta a puerta ha hecho que el reciclaje creciese hasta el 76%, y en Torrelles de Llobregat se ha alcanzado el 63%. Pero, ¿son estos números representativos de la realidad metropolitana? Parece que no. Pese a los esfuerzos para revertir la situación, solo seis de los 36 municipios del AMB –Tiana, Torrelles, Castellbisbal, Sant Just Desvern, el Papiol y Begues– cumplen con las directrices marcadas por la Unión Europea (UE), que en el año 2020 obligarán a reciclar el 50% de los residuos generados. Las opiniones del AMB y de agentes como Ecologistas en Acción o la Fundación Catalana para la Prevención de Residuos (Rezero), sobre si estas directrices se van a poder cumplir, transitan entre el "muy difícil" y el "imposible".
El modelo actual, a debate
Las limitaciones de la infraestructura encargada de gestionar y reciclar la basura en la actualidad abren la puerta al escepticismo. En 2018, en el territorio metropolitano se generaron 1,5 millones toneladas de residuos: 460 kilos por habitante y año, lo que equivale a 1,27 kilos de desechos al día por persona, según datos del AMB. Ahora, la materia orgánica bien separada se lleva a plantas de compostaje. Los residuos inorgánicos, el vidrio y el papel se trasladan a plantas recicladoras especializadas. Y los envases se envían a diferentes plantas de selección.
Todo lo que se deposita en el contenedor gris se lleva a otro tipo de instalaciones, los ecoparques, en los que se intenta separar los materiales aprovechables para poder reciclarlos después. Según el ente metropolitano, en los contenedores grises acaban dos tercios de los residuos metropolitanos. El 90% podrían reciclarse si los ciudadanos los depositasen en los contenedores correctos. Pero, tras su paso por el gris, los ecoparques solo pueden recuperar cerca del 10%. Es por eso que el papel de estas instalaciones empieza a ser cuestionado por algunos expertos, que comienzan a pedir alternativas.
El AMB, los 36 municipios que la conforman y la Agencia de Residuos de Catalunya rubricaron en febrero un acuerdo para caminar "hacia el residuo cero", incluido en el Programa metropolitano de prevención de residuos y gestión de recursos y residuos municipales 2017-2025, apodado Premet25. Uno de los puntos que contempla es la progresiva eliminación de los ecoparques, convirtiéndolos en plantas especializadas de tratamiento de materia orgánica. "El modelo actual basado en contenedores abiertos las 24 horas del día ha tocado techo", aseguraba el vicepresidente de Medio Ambiente del AMB, Eloi Badia, el día de la presentación.
Sistema individualizado
De cumplirse el programa, toda la población del AMB –comercios incluidos– habrá adoptado en 2025 un sistema individualizado de recogida, que permita identificar a los usuarios y establecer tarifas en función de lo que cada uno genere. Esto se aplicaría mediante iniciativas que ya han empezado a dar buen resultado en algunas poblaciones.
Uno de ellos es el sistema de recogida puerta a puerta. En el núcleo antiguo de Sarrià, en Barcelona, se implementó hace un año, y ha permitido incrementar el índice de reciclaje del 19% al 60%. En Torrelles de Llobregat han mejorado este sistema, usando cubos con chip y controlando a través de una tarjeta el acceso a los puntos de emergencia para aquellos que, de forma puntual, necesiten tirar la basura fuera del horario que les corresponde. La instalación de contenedores inteligentes o de recogidas específicas comerciales son algunas de las opciones que municipios como L’Hospitalet, Cornellà o Esplugues de Llobregat están estudiando.
El programa metropolitano tiene la vista puesta en las tasas de reciclaje que la UE propone implementar en 2025 (55%) y 2030 (60%). Si bien los expertos vaticinan que es poco probable cumplir con las directrices europeas en 2020, el horizonte del Premet25 en 2025 da un poco más de margen. Pero está por ver si la conurbación metropolitana está preparada para el cambio.
EL DILEMA DE LOS ENVASES
Una de las medidas para reducir el número de residuos generados, el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno de envases (SDDR), no genera consenso. Según Rosa García, directora de la fundación Rezero, "es preciso implementarlo para tener opciones de cumplir con las directrices de la UE". "En los países donde se ha implementado, el balance ha sido muy positivo", añade el responsable de residuos de Ecologistas en Acción, Carlos Arribas. Sin embargo, Silvia Mayo, portavoz de Ecovidrio –organización sin ánimo de lucro que se encarga del reciclaje de envases–, afirma que la adopción del SDDR "causaría confusión y su impacto medioambiental sería peor que el actual".
DÓNDE VA LA BASURA DESPUÉS DEL CONTENEDOR
El ámbito metropolitano de Barcelona cuenta con una docena de grandes infraestructuras para gestionar los distintos tipos de residuos: orgánico, papel, vidrio, envases y resto:
Planta de gestión de voluminosos. Cada año trata cerca de 55.000 toneladas de residuos grandes, procedentes de centros y servicios de recogida. Parc Agrari del Delta del Llobregat, Gavà.
Plantas de selección. Separan y embalan por tipo de material los envases del contenedor amarillo, para enviarlos luego al reciclador correspondiente. Molins de Rei, Gavà-Viladecans, Montcada i Reixac.
Plantas de compostaje. Favorecen que los residuos orgánicos se descompongan imitando la degradación que se da de forma natural, pero más rápido. Sant Cugat del Vallès, Torrelles de Llobregat.
Ecoparques. Equipamientos ambientales de tratamiento mecánico-biológico tratan las dos fracciones de los residuos que contienen materia orgánica. Hostalets de Pierola, Sant Adrià de Besòs, Montcada i Reixac, Zona Franca.
Planta de transferencia. Recibe la fracción resto y la de limpieza viaria, y, mediante camiones de alta capacidad, las lleva a las plantas de tratamiento. Viladecans.
Planta integral de valorización de residuos. Mediante tratamiento mecánico-biológico e incineración, transforma la basura en energía eléctrica y vapor. Sant Adrià de Besòs.
DE TIENDA EN TIENDA SIN GENERAR RESIDUOS
Algunas modas vienen dadas por los gustos. Otras aparecen por necesidad. Es el caso del zero waste. Sus seguidores, una minoría cada vez más visible, tratan de reducir los residuos que producen en su hogar para disminuir así la cantidad de desechos que terminan en basureros naturales –las famosas islas de plástico, por ejemplo, que se forman en el océano Pacífico–. En Barcelona, y a falta de medidas de ámbito estatal, el impacto de estos residuos se combate desde casa. Pero, ¿es posible?
Para comprobarlo, quedamos una mañana para hacer la compra con Alicia Puig, una barcelonesa de 23 años que desafía las leyes impuestas por los polietilenos. Pese a que admite romper la regla con "algunos vicios", aboga por no usar plásticos en su pequeño piso del Eixample. Nos dirigimos al mercado de Sant Antoni –nuestra primera parada– mientras Alicia nos muestra su "kit para ir a la compra": un par de bolsas –una de tela y otra de hilo, para la fruta–, un par de tuppers y dos recipientes de vidrio. "Al final, todo es cuestión de organización y preparación", comenta.
Lo primero que hacemos es ir a por las legumbres. Alicia le brinda uno de los recipientes de vidrio al dependiente... ¡que usa una bolsa de plástico para transferir los alimentos de la bandeja al recipiente! Primer pequeño drama. Y la cara de nuestra acompañante pasa de poema a tragedia cuando, ya en otra parada, le envuelven el tupper con papel film en un momento de despiste. "Es increíble lo arraigado que está el plástico en nuestra sociedad", concluye Alicia.
Subimos por la calle Viladomat hasta llegar al punto intermedio de nuestro recorrido. Allí encontramos el primer supermercado libre de plástico que abrió en Barcelona. La tienda se llama Yes Future y en su interior hallamos desde legumbres, galletas y crema de cacahuetes a granel, hasta grifos para rellenar suavizante, productos de limpieza o pasta de dientes. Mientras paga –allí sí, sin ningún percance–, hay que resolver una duda. Alicia comparte piso con dos chicos. ¿Su influencia ha logrado cambiar los hábitos de sus compañeros? "La verdad es que no, en este tema me siento un poco como una feminista en 1945. Soy consciente de que mi postura es correcta, pero no es lo suficiente mainstream como para que me hagan caso", reconoce.
Para terminar, Alicia nos tiene preparada una pequeña sorpresa: su "rincón favorito del barrio". Entre bloques uniformes de cemento, asoma una bodega fundada en 1934, en plena Segunda República. Parece que ni la globalización ni el paso del tiempo vayan con la pareja de ancianos que regentan el local. Su interior no defrauda, y lo que descubrimos allí tampoco: ¡Usan el sistema de retorno de envases! "Por cada envase de leche que devuelves, te retornan parte del precio. Ya les he dicho que, cuando se jubilen, me quedaré yo con el negocio", bromea Alicia. Puede que aún no esté todo perdido.