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David Trueba y Elena Martín, nominados a los Goya a Mejor Dirección, durante un encuentro con el público de Valladolid. Foto: Fernando Blanco (Academia de Cine)
David Trueba y Elena Martín, nominados a los Goya a Mejor Dirección, durante un encuentro con el público de Valladolid. Foto: Fernando Blanco (Academia de Cine)
David Trueba y Elena Martín, nominados a los Goya a Mejor Dirección, durante un encuentro con el público de Valladolid. Foto: Fernando Blanco (Academia de Cine)
David Trueba y Elena Martín, nominados a los Goya a Mejor Dirección, durante un encuentro con el público de Valladolid. Foto: Fernando Blanco (Academia de Cine)

David Trueba y Elena Martín han llegado a los Goya para molestar

Los nominados al Goya a Mejor Dirección por ‘Saben aquell’ y ‘Creatura’ celebraron un encuentro con el público de Valladolid a pocas horas de la ceremonia en la que se decidirá quién se lleva la estatuilla. La cita sirvió para reflexionar sobre la megalomanía en la profesión y la importancia de crear un espacio seguro en los sets de rodaje.

Aurora Muñoz

Que nadie duerma. Estos días parece el título de la película que dirige Antonio Méndez Esparza se hace casi mandatorio en la ciudad del Pisuerga. Hacen falta días más largos para poder exprimir todo lo que el cine está regalando a Valladolid, además de las estatuas gigantes de los Goya que los visitantes pueden encontrar repartidas por las principales plazas de la capital vallisoletana, hay un sinfín de actividades que pretenden acercar la fiesta del cine a todos aquellos que se quedarán fuera de la Feria esta noche. El consistorio ha puesto a disposición de los ciudadanos cerca de 14.000 localidades gratuitas para disfrutar de la experiencia. 600 personas podrán ver en directo la gala desde el Teatro Carrión, otras 400 podrán asistir a la alfombra roja y otros muchos han tenido acceso a las proyecciones, exposiciones y encuentros con los nominados. Ayer se celebró la última tertulia en la sala Fundos, protagonizada por David Trueba y Elena Martín.

«La nominación de una película es una victoria global del equipo, así que mañana será una derrota global también», bromeó el director de Saben aquell con aire fatalista tras recalcar que la individualidad en este tipo de reconocimientos es, cuanto menos, extraña. Sabe de lo que habla. Trueba llega a esta 30 edición de los Premios Goya habiendo sido nominado en una decena de ocasiones y puede presumir de contar con tres estatuillas en su palmarés ―mejor película, mejor director y mejor guion original por Vivir es fácil con los ojos cerrados (2013)―. «Lo que más nervios produce es el hecho de tener que subir al escenario y saber que es una retransmisión que está viendo mucha gente. Ahí te entra terror de hacer el ridículo o parecer un estúpido», admite este veterano.

Martín, en cambio, prefiere pensar que lo peor ya ha pasado. «Conseguir una nominación es más difícil que ganar, porque se hace sobre una plantilla de muchas películas. (…) Recuerdo haber visto una que me encantó en el Festival Internacional de Cine de Gijón y no había conseguido entrar en la misma categoría que Creatura. Si yo hubiera participado en la selección, creo que la hubiese elegido antes que a la nuestra, pero el jurado tomó otra decisión. Así que toca esperar a ver que va a pasar. Siempre haces unos cálculos, pero es mejor no tener muchas expectativas», se dice así misma, aunque hay que reconocer que nadie le amarga un dulce y los confiteros lo saben.

Estos días, al aroma del negocio que deja cualquier gran cita, han ideado un bizcocho con aroma de tomillo y una suave mousse de queso Entrepinares y miel natural de los Montes Torozos que se vende estos días confiterías vallisoletanas de la ciudad como El Bombón, Vitín, Belaria, Menta y Chocolate, entre otras, bajo el apelativo de Pastel de los Goya. Al menos, los que no se lleven el galardón a casa podrán echarse algo delicioso a la boca, pero de momento los nominados siguen cruzando los dedos.

Historias incómodas para propiciar el cambio

«Lo importante es seguir trabajando cada día y luchar por tus proyectos. Los premios son un regalo, pero nunca pueden ser la finalidad de nuestro trabajo», resumió Trueba en una pose humilde que pronto se desbarató con una tercera en discordia. Isabel Coixet no pudo acudir al coloquio celebrado en el auditorio y se sumó con una grabación que puso el toque de humor al encuentro. «[Un amor] ha recibido siete nominaciones, aunque hubiese querido más. Siempre queremos más. Los directores somos como la pequeña planta carnívora de la tienda de los horrores que se lo come todo», dijo a modo de chanza para ponerse intensa a continuación. «Yo había sido admiradora de las novelas de Sara Mesa, pero nunca me había sentido llamada a convertirlas en una película, hasta que me encontré con el personaje de Nat. Tiene paradojas, contradicciones y la vulnerabilidad de querer encajar donde está siendo rechazada. Quería ver qué pasa cuando eso se prolonga en el tiempo y eso es un privilegio. Antes de que te nominen, hacer cine y contar historias que no dejan a nadie indiferente ya es una suerte. Los directores hemos venido a molestar», sentenció.

La actriz y directora de cine acaba de ganar los Gaudí a la mejor película y dirección recogió el guante. «Estoy de acuerdo. Creatura nos llevó cinco años de investigación para dar forma al guion. Fue un proceso muy complejo porque estábamos tratando un tema muy delicado e hicimos muchas entrevistas con mujeres que nos confiaron sus experiencias para construir el personaje de Mila. De alguna forma, pretendes hacer una radiografía de que ya no es de una persona, sino de momento social o cómo nos afecta una educación o una herencia», explicó Martín. «En el proceso, he aprendido muchísimas cosas, como por ejemplo que no quiero volver a hacerlo», comentó entre risas al referirse a su doblete en el filme como directora y actriz principal. «Yo odio cuando vienen a taparme rápidamente después de una escena de desnudo, porque siento que tengo que sentir vergüenza cuando me destape. Creo que no debería hacer falta eso en un espacio y eso era lo que yo quería crear con mi equipo, así que yo iba ahí en bragas dando instrucciones a los técnicos y a todo el mundo. Me acuerdo de que hubo un día en el que alguien dijo: ‘Ya veo a Elena desnuda y es que no me provoca nada’ y pensé: ‘Lo he conseguido'», añadió triunfalista.

Un alegato contra la megalomanía

En ese sentido, Trueba subrayó la importancia de ser «insumiso» como cineastas y contribuir a cambiar los esquemas. «Como escritor, soy un tipo solitario y no me veo como director de cuadrilla. La mayoría de los compañeros de mi generación iban siempre acompañados por un grupo de seis o siete personas que eran su equipo y funcionaban como un escuadrón muy fiel con el que siempre repetían», introdujo. «Les envidio, no creáis, pero yo siempre cambio de gente porque creo que los técnicos deben elegirse en función del proyecto, igual que los actores», aclaró.
Entre el público se encontraban muchos estudiantes que aspiran a formar parte de la nueva generación de cineastas españoles y los dos protagonistas del encuentro les dejaron consejo. «Hace poco me criticaron por decir que nadie puede pretender empezar con la idea de convertirse en Stanley Kubrick y quiero defenderme. (…) Hay mucha mierda en la leyenda del cine y el concepto de director megalómano que tortura a sus actores para que repitan decenas de veces una toma no trae nada bueno. Para empezar, es difícil que puedan permitírselo, pero lo más importante es que toda esa narrativa acaba justificando las barbaridades que se hacían en los rodajes y que igual todavía se hacen», condenó.
Martín recordó sus años de formación y como sus profesores contribuyeron a convertir la figura del director en una especie de ser mitológico. Ahora que tiene dos proyectos a las espaldas, ha querido echar un cable a tierra. «Hay muchísimo contenido. Hay tantas películas que cuesta estrenarlas en el cine e intentar pensar qué quiere ver la gente es absurdo. Tenemos de todo. Debes hacer algo que sientas que te va a hacer crecer como persona. Busca algo que tengas ganas de aprender o de investigar y hazlo desde el corazón, porque lo único que puedes controlar es cómo te posicionas», recomendó a una recién graduada. «Yo decidí ser protagonista de esta película porque me apetecía. No es fácil que te den un personaje como ese. Tampoco sabía si era la mejor decisión o no, pero tenía muchas ganas de hacerlo», resumió. Con ese alegato final acabó el encuentro donde ambos directores demostraron que el cine siempre tendrá algo mágico que acaba por empujar los sueños. Solo queda por saber si ese derroche de amor por el séptimo arte se verá recompensado con una estatuilla esta noche.