La casa en llamas de Gustavo Petro: una crisis de gobierno en 'prime time'
Tras la emisión televisada de un Consejo de Ministros lleno de reproches cruzados por un polémico nombramiento, las dimisiones de varios ministros dejan al mandatario colombiano ante una incierta hoja de ruta.

En principio, no parecía una mala idea. ¿Puede haber mayor transparencia para un gobierno que televisar en directo un Consejo de Ministros de unas seis horas de duración? Que se lo pregunten a Gustavo Petro, el primer presidente de izquierdas en Colombia, al menos desde los años 40 del siglo XX. Esa reunión, que han ojeado ya, en directo o en las redes sociales, más de tres millones de colombianos, ofreció un intercambio de dardos verbales entre miembros del Gobierno y Petro a causa del nombramiento de Armando Benedetti como principal asesor presidencial, un personaje de la vieja política y de dudosa reputación. Varios ministros dimitieron después y el gobernante solicitó la renuncia protocolaria de todo el gabinete para acometer una remodelación. La crisis ha provocado un incendio político mayúsculo en la Casa de Nariño, sede de la presidencia. Para un sector de la izquierda, Petro es el pirómano. El mandatario, sin embargo, se ve a sí mismo como el único bombero capaz de apagar las llamas.
“Como feminista y como mujer, yo no me puedo sentar en esta mesa de nuestro Gobierno progresista con Armando Benedetti”, le dijo a Petro a la cara Susana Muhamad, ministra de Medio Ambiente. Junto a Petro le escuchaba un impasible Benedetti, nombrado jefe de Despacho de la presidencia. Contra Benedetti pesan acusaciones de corrupción y también de malos tratos a su esposa. En su turno de réplica, Petro habló de las dobles oportunidades en la vida y se metió en un terreno pantanoso al decir que al igual que muchos hombres, “por millones”, destruyen a las mujeres, hay feminismos que destruyen hombres. Mientras, Benedetti tomaba apuntes.
Muhamad no fue la única disconforme con las decisiones del presidente. Francia Márquez, la primera mujer vicepresidenta negra de Colombia, arremetió contra Laura Sarabia, quien previamente ocupaba el puesto de Benedetti y desde hace unos días es la nueva canciller. Jorge Rojas, hombre de confianza de Petro desde los tiempos en que fue alcalde de Bogotá (2012-2015), se sumó al coro de críticos. El mandatario les había sacado los colores a sus ministros por el alto grado de incumplimiento del programa de gobierno y por lo que denominó las “agendas paralelas” de algunos políticos de cara al año electoral de 2026. “Si el pueblo está en el corazón, no hay agenda paralela, pero en muchos casos, el pueblo no está en el corazón y sí hay agenda paralela”, les recriminó un Petro que suele aludir siempre a sus años de militancia en la guerrilla del M-19 para zanjar debates: “Ustedes quieren un presidente revolucionario, pero el Gobierno no lo es”.
Un polémico asesor
Surgido del riñón del uribismo, Benedetti ha pasado por varias etapas en su dilatada carrera política. Fue miembro del Partido de la U, del expresidente Álvaro Uribe, hoy sentado en el banquillo por un presunto caso de corrupción. Asesoró a su sucesor, Juan Manuel Santos, presidió el Senado y más tarde, en 2020, se sumó a Colombia Humana, el partido de Petro, de quien fue el jefe de su campaña electoral en 2022. Con el Gobierno del Pacto Histórico, la coalición progresista que ganó esos comicios, ha sido embajador en Venezuela y en la FAO. Tiene las siete vidas del gato y siempre cae de pie. Ahora Petro le ha dado una “segunda oportunidad” al recordar que Benedetti fue el primer congresista que le defendió en la peor época del paramilitarismo. Pero ¿cuál es el verdadero sentido del nombramiento de Benedetti y el respaldo a Sarabia?
En opinión de Alejandro Chala, investigador de la Fundación Paz y Reconciliación, la crisis orgánica que ha estallado en el seno del Gobierno se debe, en parte, a las tensiones existentes entre un sector pragmático, ligado a la política tradicional y cercano a gobiernos como el de Juan Manuel Santos, y un sector de izquierdas más vinculado a los procesos sociales y a la lógica de la ética política. “Esas tensiones han provocado una crisis que no sólo expresa la inconformidad por la presencia de una figura política cuestionada (Benedetti). Ponen también de manifiesto los problemas de ejecución que ha tenido el Gobierno en relación con el Plan Nacional de Desarrollo. El discurso del Gobierno no ha tenido un eco en un trabajo mancomunado a nivel interministerial, lo que significa que cada ministro va por su lado ejecutando a su manera ese plan de desarrollo”, explica Chala a Público desde Bogotá.
Tras el tormentoso Consejo de Ministros del 4 de febrero, varios ministros y altos cargos han ido anunciando su dimisión de manera irrevocable, entre ellos Muhamad, Gloria Inés Rodríguez (titular de Trabajo), Juan Fernando Cristo (Interior), Juan David Correa (Cultura) Iván Velásquez (Defensa), Rojas (que estaba al frente del departamento administrativo de la Presidencia) y el director de la Policía, William René Salamanca. Antes de partir a Emiratos Árabes Unidos para asistir esta semana a la Cumbre Mundial de Gobierno, Petro había pedido la renuncia protocolaria de todo el gabinete para recomponerlo en el tramo final de su mandato, pero las salidas de Muhamad y el resto de ministros no parecen tener vuelta atrás.
La crisis ha levantado ampollas en un sector de la izquierda que ha visto en la maniobra de Petro una traición al espíritu del Pacto Histórico. “La sesión televisada del Consejo de Ministros sirvió para ratificar lo que ya sabemos y llevamos tiempo diciendo: que Petro no es de izquierda, aunque vampirice electoral y mediáticamente, cada vez que puede y necesita, la memoria sentimental de ese espacio político (...) y que sus virulentos ataques a la izquierda están fundados en una serie de prejuicios, lugares comunes con poco fondo y una autopercepción sobredimensionada y arrogante acerca de su propio papel y el del M-19 en la historia política reciente del país”, escribió el historiador y activista Felipe Marín en la revista Hekatombe.
Nuevos pactos de cara a las elecciones
Para Chala, se abren a partir de ahora dos potenciales escenarios: “Por un lado, Petro estaría tratando de quemar sus barcos con un sector de izquierdas para abrirse a negociar con los partidos tradicionales o, de otra parte, estaría buscando atrincherarse aún más, pero rodeado de sectores políticos mucho más leales al Gobierno del cambio”.
Lo cierto es que al presidente colombiano le queda un año y medio para sacar adelante varias reformas importantes tras los reveses que cosechó en el Congreso en 2024. Aunque su balance en la lucha contra la pobreza o en la reducción de la deforestación es muy positivo, Petro ha visto cómo el Parlamento rechazaba sus proyectos de reforma sanitaria, educativa y tributaria, ejes de su programa del cambio. Con Benedetti, Petro tratará de tender puentes con el poder legislativo para presentar en 2026, año electoral, un buen balance de gestión. “El Gobierno de Petro ve en la izquierda a sectores que le han sido hasta cierto punto leales pero que en estos momentos no le son funcionales, y plantean críticas a su gestión. Creo que está tratando de limpiar esos sectores para desarrollar su programa de manera más eficiente”, concluye el investigador de la Fundación Paz y Reconciliación.
Por si Petro tuviera pocos problemas, a la crisis gubernamental se ha sumado en los últimos días una revelación periodística de la revista Cambio. Un caso de presunta financiación irregular del Pacto Histórico durante la campaña electoral de 2022. Ahí aparece de nuevo, aunque tangencialmente, el ubicuo Benedetti, quien en su día insinuó en unos audios que existió dinero negro en la campaña. Según Cambio, la coalición progresista habría recibido una donación de 500 millones de pesos (unos 120.000 dólares) de un conocido contrabandista, Diego Marín, alias Papá Pitufo, como anticipo de más entregas. El propio Petro ordenó devolver la donación al conocer su oscura procedencia. De esa operación se habría encargado Xavier Vendrell, exconseller de Esquerra Republicana en la Generalitat de Catalunya y amigo y asesor del presidente colombiano. La mala noticia para el Gobierno es que ha sido otro hombre de confianza del mandatario, Augusto Rodríguez, quien sacó a colación el escándalo en el ya célebre Consejo de Ministros televisado. Petro se ha mostrado dispuesto a seguir emitiendo por televisión las reuniones del gabinete. De ser así, volverán, a buen seguro, a ocupar los primeros puestos del prime time.

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