Biden gasta sus últimos cartuchos en Ucrania bajo el estruendo de quienes piden el fin de la guerra
EEUU admite que Ucrania está en un punto crítico de su supervivencia, pero prefiere asegurar sus envíos de armas a su aliado Israel, empeñado en destruir Palestina.
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La tercera visita a Washington del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, desde que comenzó la guerra se ha saldado con muchos parabienes de su homólogo estadounidense, Joe Biden. Incluso ha recibido una bocanada de oxígeno con un regalo de Navidad por 200 millones de dólares en armas que ayudarán a resistir algunas semanas más la creciente amenaza que plantea Rusia este invierno.
"Acabo de firmar un desembolso de 200 millones de dólares del Departamento de Defensa para Ucrania", afirmó Biden en la rueda de prensa que celebró junto a Zelenski tras la cumbre bilateral de este martes.
Pero la realidad es terca. Tras el reciente veto republicano al multimillonario presupuesto de Biden destinado a Ucrania, apenas quedan 2.000 millones de dólares en las arcas de Washington para comprar armamento contra Rusia. Y Moscú no parece dispuesto a esperar a que las promesas de Biden se conviertan en misiles, tanques o cohetes antiaéreos para el Ejército de Kiev.
Esos 200 millones de dólares son parte de los 2.000 millones que le restan por agotar al Departamento de Defensa, apenas calderilla frente a los 61.000 millones de dólares que Biden quería entregar a Ucrania. Salvo que ocurra un tsunami en el legislativo estadounidense, no hay dinero para que Kiev gane la guerra, así de cruda es la situación.
"El Congreso necesita aprobar fondos suplementarios para Ucrania antes de que inicien el receso navideño, o le darán a (Vladímir) Putin el mejor de los regalos de Navidad", afirmó Biden junto a Zelenski.
La guerra de Israel en Gaza juega contra Ucrania
El factor Oriente Medio juega contra Zelenski y su Ejército. Estados Unidos ha cerrado filas con Israel en su campaña de destrucción de Gaza y no ha dejado de enviar municiones de artillería de un potencial devastador, como se ha visto en las localidades del norte de la Franja y en la última semana en el sur.
En el primer mes y medio de guerra de Israel en Gaza, el Ejército agresor lanzó 22.000 bombas suministradas por Estados Unidos. Y si no puede despachar a Israel munición como ayuda a este país, porque la propuesta de suministro es bloqueada en el Congreso, lo que hace el Gobierno de EEUU es venderle esa munición directamente a Tel Aviv evitando cualquier control legislativo.
Este pasado sábado, el Departamento de Estado de Estados Unidos aprobó la venta de emergencia de 14.000 rondas de munición para tanques a Israel por unos 106,5 millones de dólares. Esta venta se saltó su revisión por el Congreso, condición indispensable para colocar armas en el exterior. El argumento del secretario de Estado, Antony Blinken, es que "existe una emergencia que requiere la venta inmediata".
"Estados Unidos está comprometido con la seguridad de Israel y es vital para los intereses nacionales estadounidenses ayudar a Israel a desarrollar y mantener una capacidad de autodefensa fuerte y lista. Esta venta propuesta es consistente con esos objetivos", según la declaración del propio Departamento de Estado.
En este contexto, cuando pronto se cumplirán, el próximo 24 de febrero, dos años de guerra, salvo un inesperado golpe de timón en el Congreso estadounidense, parece a punto de colapsar el suministro de armas y municiones a Ucrania por Estados Unidos, su principal abastecedor entre todos los aliados occidentales.
Estados Unidos primero. Y de Ucrania, ya se verá
El Partido Republicano controla la Cámara de Representantes (Cámara Baja) del Congreso estadounidense. Con las estrategias del expresidente Donald Trump de nuevo imponiéndose en el ala más conservadora de esa fuerza opositora, la frase "Estados Unidos primero" toma cada día más fuerza y la guerra de Ucrania supone uno de esos flujos de dispendio en los que el pragmatismo se está imponiendo a los argumentos geopolíticos.
Los republicanos bloquearon la semana pasada en el Senado la propuesta de ayuda de 61.000 millones de dólares que la Casa Blanca quería destinar a comprar armas y municiones para Ucrania, un añadido muy importante a los más de 111.000 millones de dólares que Estados Unidos ya ha destinado a la guerra en apoyo del Ejército ucraniano.
El Partido Republicano exige cambios en política de inmigración, para blindar la frontera sur de Estados Unidos contra la llegada de migrantes, a cambio de reconsiderar su voto negativo a ese proyecto, que abarca en realidad 105.000 millones de dólares, con otras partidas, además de la ucraniana, destinadas a Israel (14.300 millones de dólares), esa protección de la frontera de EEUU con México, y otros puntos calientes del globo interesantes para la estrategia estadounidense, como Taiwán.
Y los demócratas no pueden en estos momentos ceder en ese ámbito migratorio, so pena de abrir una tremenda brecha con las alas más progresistas de su partido.
Paz a cambio de territorios
Algunos de los representantes y senadores republicanos ya hablan incluso de abandonar a Ucrania a su suerte, dar por inevitable la secesión de la parte del territorio ucraniano (un 18% aproximadamente) invadido o anexionado por Rusia y sentar a Zelenski a la mesa de las negociaciones con el presidente Vladímir Putin.
"Estados Unidos ya ha enviado suficiente dinero a Ucrania. Deberíamos decirle a Zelenski que busque la paz", tuiteó el representante republicano Matt Gaetz, de Florida. La situación es muy complicada, pues ni siquiera los republicanos que respaldan más financiación bélica para Ucrania están dispuestos a ceder en sus posturas.
Por eso se aceleró la organización de este viaje de Zelenski a Washington, después de que se confirmara que el presidente ucraniano estaría el domingo en Buenos Aires para asistir a la toma de posesión del nuevo jefe de Estado argentino, Javier Milei.
Antes del encuentro con el presidente estadounidense, Zelenski se vio en Washington este martes con el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson. Sin embargo, se vio incapaz de convencerle para que variara su posición de que es preciso asegurar la frontera sur estadounidense antes de negociar más ayudas para Ucrania. Johnson calificó la situación en esa frontera como una "absoluta catástrofe" y subrayó el fracaso de décadas de política inmigratoria.
Johnson explicó que cualquier gasto suplementario en seguridad debería asegurar que la propia seguridad nacional estadounidense "sea prioritaria". Y agregó que la Administración Biden no ha podido articular hasta ahora ninguna estrategia clara que ayude realmente a Ucrania a ganar la guerra.
Lo dijo muy claro y alto otro senador republicano, J. D. Vance, en declaraciones a la CNN: "La idea de que Ucrania iba a devolver a Rusia a las fronteras de 1991 era absurda". Ahora, "lo que le estamos diciendo al presidente y realmente al mundo entero es que es necesario articular cuál es el objetivo. Y qué van a conseguir 61.000 millones de dólares que no hayan logrado los 100.000 millones de dólares" ya entregados por Estados Unidos a Ucrania.
"Tenemos que parar la matanza y eso es lo que Estados Unidos debería hacer y no firmar más cheques en blanco para la guerra", afirmó Vance. Y agregó la dirección que debería adoptar Washington en esta crisis: "Lo que más le conviene a Estados Unidos es aceptar que Ucrania tendrá que ceder parte del territorio a los rusos".
La posición demócrata es muy distinta. El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, quien se vio también con Zelenski, subrayó la gravedad de la situación. "Si (Ucrania) recibe la ayuda que necesita, ganará", pero "si perdemos, gana Putin, y esto es muy, muy peligroso para Estados Unidos", aseveró.
La legitimación política y militar de la invasión rusa
A la par que Rusia intensifica sus ataques en la zona del Donbás, allí donde estalló en sus orígenes esta crisis ruso-ucraniana en 2014, a fin de completar el blindaje de la media luna ocupada en Ucrania, el Kremlin va dando pasos para legitimar, siquiera ante la propia opinión pública rusa, incluso la más recalcitrante ante la guerra, la ocupación del este ucraniano.
Al respecto, el estadounidense Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) ha apuntado que esta reactivación rusa en el campo de batalla, con avances en las regiones de Zaporiyia y Donetsk, puede estar relacionada con la campaña para las elecciones presidenciales de marzo próximo en Rusia. "Es probable que las fuerzas rusas estén realizando operaciones ofensivas en múltiples sectores del frente" a pesar del empeoramiento de la situación climatológica "en un esfuerzo por tener esa iniciativa antes de las elecciones presidenciales rusas", asegura el ISW.
Por eso, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, criticó este martes los planes rusos para que esos territorios ucranianos y anexionados tomen parte en esos comicios. Borrell calificó este paso como un intento de legitimar la invasión y anexión rusas del este de Ucrania, y adelantó que la Unión Europea jamás reconocerá los resultados de tales elecciones en los territorios ocupados por Rusia.
Putin ya ha manifestado su intención de concurrir a estas elecciones y conseguir así un quinto mandato. Con más de dos décadas en el poder, Putin está movilizando a toda la maquinaria de propaganda rusa para que su triunfo en esos comicios (casi asegurado, tras obliterar toda oposición política en Rusia) esté acompañado de un anuncio que se parezca mucho a una victoria militar en Ucrania.
Nerviosismo de Occidente
De ahí el nerviosismo que crece en Occidente ante los pasos que pueda dar el Ejército ruso este invierno. Fracasada la contraofensiva ucraniana lanzada a principios de junio y sin las suficientes armas para resistir un eventual embate masivo ruso, ese fin de la guerra que reclaman muchos republicanos estadounidenses podría ser una realidad, pero no de manos de la negociación sino de una inquietante derrota ucraniana.
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