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Brexit 'Si la frontera vuelve': el brexit para los nacidos en el 2000

Solo conocen tiempos de paz y mapas con la Unión Europea, pero empiezan a tomar conciencia de que sus vidas podrían ser muy distintas si la frontera entre Irlanda y Reino Unido vuelve.

Un niño escribe un mensaje en un muro fronterizo simulado durante una protesta de activistas en contra del brexit, en Irlanda. | Reuters

Irene Benedicto

Niamh y Eoghan no tenían edad para votar cuando se conocieron. El amor es fácil a los 16, y ellos solo vivían a unos 50 km uno del otro, así que tampoco era exactamente una relación de larga distancia. Pero Niamh vive en Drogheda, Irlanda, y Eoghan en Newry, a unos 10 kilómetros de la ahora no-frontera, en Irlanda del Norte, por tanto, Reino Unido. Era otoño de 2016, solo unos meses después del referéndum que pondría en marcha el brexit.

Como ellos, alrededor de 30.000 personas cruzan la frontera a diario para ir al trabajo, a la escuela, para visitar a familiares o hacer sus compras. No te das cuenta de que pasas de un lado a otro, dicen. Son unos 40 minutos de tren. Pero si la salida del Reino Unido se hace sin acuerdo, entonces los cerca de 500 kilómetros de frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte se convertiría también en la frontera entre la Unión Europea y el Reino Unido. 

Se contabiliza que hay 268 puntos de cruce oficiales, pero en realidad se puede pasar de un lado a otro por muchos más caminos. Cada mes, se calcula que cruzan 177.000 camiones, 208,000 furgonetas y camionetas, y 1.850.000 coches. En un brexit sin acuerdo, el Reino Unido abandonaría el mercado único y la unión aduanera. Eso sería el retorno a una 'frontera dura', la vuelta a antes de los Acuerdos del Viernes Santo, que pusieron fin a tres décadas de violencia. Los puntos fronterizos se podrían convertir en blancos de extremistas y las aludidas tecnologías para hacerlo más fácil aún no existen. 

Temo que vuelva el conflicto, la tensión entre nuestras comunidades”, dice Niamh. La chica, católica irlandesa, ha sido criada en el seno de una comunidad que proyecta una Irlanda unida, algo que puede expresar abiertamente en su Drogheda natal pero que se andaría con cuidado de mencionar más al norte. 

Alrededor de 30.000 personas cruzan la frontera a diario para ir al trabajo, a la escuela, para visitar a familiares o hacer sus compras

En Irlanda del Norte, los padres de Eoghan les han hablado mucho de la época de 'Los Problemas', como se refieren en la región a la época del conflicto armado. “No están resentidos. Aún está demasiado fresco. Solo quieren que no vuelva a pasar”, explica el chico, que también va a una escuela católica. Asegura estar preocupado pero esperanzado: “Creo que la sociedad ha avanzado, y que aunque hubiera una 'frontera dura' no volveríamos a la violencia”. 

Entre 1969 y 2001, murieron de forma violenta 3.526 personas, de las cuales 1.854 eran civiles. Pero ellos nacieron en los albores del nuevo siglo. Solo han conocido la paz, y por supuesto, siempre un mapa donde está dibujada la Unión Europea. Eogham, como norte-irlandés, tiene pasaporte británico y está en su derecho reclamar el irlandés también (por tanto, europeo). 

Los dos quieren ser parte de Europa, pero cuando se les pregunta por su sentimiento de pertinencia, responden al unísono que irlandeses. “Cuando pienso en Europa, pienso en Francia, Alemania, España, Italia... en el continente. Sé que Irlanda también es parte, y me alegro de que así sea. Pero me cuesta sentirme europea”, dice Niamh. 

A falta de una solución clara respecto a la frontera, el plan B sería el llamado backstop, que se activaría si Londres y Bruselas no han llegado a un nuevo acuerdo comercial cuando el período de transción post-brexit terminara – unos nueve meses después de la eventual fecha del brexit. Así, bienes, servicios y personas podrían seguir circulando libremente, a expensas de que Reino Unido siga aplicando la ley europea a pesar de su marcha. 

Aún así, el Democratic Unionist Party (DUP) alude que el mismo backstop ya supondría un riesgo para la paz en la frontera. Por eso, en su lugar, estudia un acuerdo aduanero temporal que haría permanecer a la UE en su conjunto, y por tanto a Irlanda, bajo las mismas condiciones actuales por unos meses post-brexit. Pero la popularidad del DUP cae en su propia tierra, según los últimos barómetros, que ponen de manifiesto una profunda desafección de los norte-irlandeses con su representación en Westminster. 

El día del no-brexit

Las fechas marcadas se acumulan en sus agendas escolares. El 29 de marzo ya es el Día-del-no-brexit. Pero entre junio y mayo tienen los exámenes de acceso a la universidad –cada uno a su lado de la frontera, ya que han estudiado en sistemas educativos distintos. Niamh espera entrar en la Technological University en Dublin. Eoghan quiere estudiar Humanidades en Queen's Belfast. Originales de pequeños pueblos rurales, ambos fantasean con vivir en grandes ciudades. Ella podrá hacer Erasmus. Él se pregunta si también podrá. 

En el referéndum del 23 de junio de 2016, se calcula que el 70% de los menores de 24 años votaron por permanecer en la UE, mientras que en la franja de edad de los mayores de 65 años, solo el 40% optó por quedarse. Sin embargo, solo el 64% del electorado menor de 25 años acudió a las urnas, dejando el consabido resultado de 51,9% a favor de salir, frente a 48,1% a favor de quedarse en la UE. Pero tampoco sería cierto decir que todos los jóvenes quieren quedarse en Europa, ya que los factores identitarios juegan un fuerte papel y los jóvenes 'Brexiteers' también se organizan en núcleos como la Universidad de Durham. 

En Irlanda del Norte, el 56% del total votó a favor de quedarse en la UE y el 44% para salir. Más de dos años y medio después, la balanza se inclina aún más: 69% quedarse, 31% marcharse de la UE, según la encuesta más reciente, publicada por el Irish Times. Así que en el caso de Eoghan convergen ambos factores: joven y norteirlandés, votaría por quedarse. Ahora espera ansioso que haya una segunda oportunidad para hacer oír su voz. 

Lamenta que sus compañeros no se da cuenta de cuánto puede afectar a su día a día, pero cree que poco a poco van tomando más conciencia del mundo fuera de la escuela. El 15 de marzo se unieron a la Huelga Internacional por el Clima, un punto de inflexión que el joven menciona para demostrar que entran vientos de protesta en los institutos, además de en las universidades. Protestan porque van a heredar un planeta que los adultos no han hecho todo lo posible por cuidar: llámenlo falta de conciencia climática o desafección política.

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