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El cordón democrático a la ultraderecha cae en Europa y se abre paso la era de su "normalización"

Los populares europeos amparan el plausible Gobierno tripartido abanderado por la ultraderechista Giorgia Meloni y se abre un camino de incertidumbre en Italia y en el resto de Europa.

La ultraderechista Giorgia Meloni celebra su victoria en las elecciones de Italia.
La ultraderechista Giorgia Meloni celebra su victoria en las elecciones de Italia. Guglielmo Mangiapane / REUTERS

Corría febrero de 2020 cuando la por entonces canciller alemana Angela Merkel calificaba de "acto imperdonable" la alianza de su partido, los conservadores de la CDU, con la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) en la región de Turingia. El cordón democrático que regía la Alemania post-Hitler se caía por primera vez. Y con él se llevaba por delante a la sucesora de Merkel al frente de los conservadores: Annegret Kramp-Karrenbauer (AKK). Incapaz de mantener a raya a los barones del land acabó dejando la presidencia del partido. En el motor germano, el aislamiento a la ultraderecha era una cuestión asentada que apenas generaba debate político.

Sira Rego: "La extrema derecha está fagotizando a la derecha en un proceso de normalización y blanqueamiento político, mediático y social"

Dos años y medios después, se percibe un cambio de patrón en la tolerancia a las fuerzas con raíces y programa neo-fascistas. El también alemán Manfred Weber, del partido de Merkel y líder del Partido Popular Europeo (PPE) en la Eurocámara, ha bendecido el más que probable Gobierno comandado por Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia, que con mucha probabilidad será escoltado por la Liga de Matteo Salvini y por la Forza Italia de Silvio Berlusconi.

"Enhorabuena a Forza Italia. Italia es un ancla para Europa y nuestro partido es una brújula para los valores pro-europeos. Tenemos confianza en que Forza Italia guiará al próximo gobierno en un sendero que sirva a los mejores intereses de los italianos dentro de una Europa fuerte y estable", ha celebrado el Partido Popular Europeo (EPP) tras las elecciones del domingo.

Las fuerzas progresistas de la Eurocámara han afeado esta postura del principal partido europeo. Su máxima expresión han sido las reiteradas declaraciones de Antonio Tajani, expresidente del Parlamento Europeo y rostro de Forza Italiana, asegurando en varias ocasiones que Meloni no es la ultraderecha. "La extrema derecha está fagotizando a la derecha en un proceso de normalización y blanqueamiento político, mediático y social", denuncia Sira Rego, eurodiputada de Izquierda Unida. Iratxe García Pérez, líder de los Socialdemócratas, ha calificado esta jornada como un "día negro para Europa y para la democracia". Y Ernest Urtasun, eurodiputado de Los Verdes, define como un "resultado catastrófico" el ascenso al gobierno de la extrema derecha en Europa. "Un proceso, no hay que olvidarlo, que está contando con la colaboración imprescindible de la familia popular europea", ha asegurado a través de Twitter.

Sacudida para el centro-derecho

La Giorgia Meloni que vociferaba hace meses contra los "burócratas de Bruselas" ha suavizado su tono y mensaje, pero se espera que sea implacable en políticas de ámbito nacional que restringen los derechos de los homosexuales o los migrantes, un camino ya emprendido por Hungría o Polonia. No es la primera vez que Italia pone al frente a un Gobierno euroescéptico; este hito ocurrió en 2018 cuando el Movimiento 5 Estrellas y la Liga unieron sus fuerzas alzando a Salvini como ministro de Interior, un cargo que podría reeditar ahora. Todo hace entrever que Italia continuará este camino emprendido hace cuatro años criminalizando la migración y complicando los ya de por sí infructuosos intentos de establecer una política de asilo común.

Se espera que Meloni sea implacable en políticas de ámbito nacional que restringen los derechos de los homosexuales o los migrantes

Analiza Giuseppe Famà, experto de Crisis Group, que las fuerzas de centro-derecha deberían estar más preocupadas que las de izquierda por este triunfo de Meloni. Con su victoria, el grupo de los Conservadores y Reformistas, al que también pertenece Vox, se hace con un sillón muy importante en la mesa del Consejo Europeo. Si continúa manteniendo su popularidad en los próximos meses, podría sacar mucho músculo en las elecciones europeas de 2024. Y en este escenario de crecimiento, el grupo de los de Abascal tendrá mucho que decir en la composición del nuevo liderazgo europeo, incluyendo una posible reelección de Von der Leyen.

El cambio de color en Italia altera el balance de fuerzas en Europa mientras el centro-derecha busca su lugar en un momento de crisis energética y socioeconómica, de incertidumbre global y de tumulto en el orden mundial nacido de la Segunda Guerra Mundial. Entretanto, continúa el ascenso imparable de la extrema derecha en Francia, Suecia, España o Italia ante una creciente aceptación.

Los populares europeos experimentaron en sus carnes la dificultad de mantener en sus filas al Fidesz de Orbán. Tras una tensión insostenible, los húngaros abandonaron su familia en la Eurocámara. La buena sintonía con Meloni hace posible que la extrema derecha europea se reorganice y aúne fuerzas en torno a un nuevo grupo. Los intentos llevados a cabo hasta la fecha han fracasado en buena parte por las diferencias en torno a Rusia.

Bruselas se pone de perfil

100 años después de la marcha sobre Roma, que alzó a Benito Mussolini al poder, la ultraderecha vuelve a asumir los mandos de Italia. "Estoy destrozada. Tengo miedo, tengo miedo por Italia, por Europa, por las mujeres, por los extranjeros, por los homosexuales. Giorgia Meloni hará todo lo que ha dicho. Es una mujer peligrosa", ha afirmado la filósofa y escritora Michela Marzano en una entrevista con la radio France Inter. La líder del partido con raíces fascistas se define como "mujer, italiana, madre y cristiana" y el ADN de su partido se nutre de "Dios, patria y familia".

Tal y como se esperaba, la Comisión Europea se ha puesto de perfil. Como árbitro neutral, su máxima es no comentar ningún resultado de las elecciones que celebran los Estados miembros. Eric Mamer, portavoz principal del Ejecutivo comunitario, ha asegurado que la presidenta Ursula von der Leyen trabajará con el nuevo Gobierno transalpino en espíritu "constructivo".

La líder del partido con raíces fascistas se define como "mujer, italiana, madre y cristiana"

Pero para la alemana, el triunfo de Meloni no es una buena noticia. Grosso modo, la Italia comandada por Hermanos de Italia se mira en la Hungría de Víktor Orbán. La semana pasada, la formación votó en contra de la resolución europarlamentaria que definía a Hungría como un "régimen híbrido de autocracia electoral" y no una democracia. Budapest y Varsovia, las capitales que encabezan las afrentas al Estado de Derecho y a los derechos y valores europeos fundamentales, gana un aliado de peso, que no es otro que la tercera economía de la Eurozona. De hecho, los dos primeros ministros liberales han sido los primeros en felicitar a la futura primera ministra en Italia.

Son muchas las incógnitas que se abren en la nueva era. Por lo pronto, Meloni ha jurado pleitesía a la OTAN y a la UE en su respuesta a Rusia y se ha mostrado prudente en la arena económica asumiendo que los fondos que llegan de Bruselas –Italia tienen asignados 190.000 millones de euros bajo el fondo de recuperación- son imprescindibles para la recuperación de la pandemia y para lidiar con las policonsecuencias que la guerra en Ucrania están dejando en el Viejo Continente. Lo que sí parece más probable es que la líder ultranacionalista pondrá a Italia primero pulsando el freno en el proceso de integración europea que se abrió tras la crisis sanitaria del coronavirus.

El caldo de cultivo de descontento social, de inflación disparada y de hartazgo social a las puertas de unos meses que se anticipan muy duros hacen prever que el experimento italiano sea solo un aviso a navegantes de una apuesta por los populismo y las fuerzas anti-establishment a lo largo y ancho de la UE.

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