Este artículo se publicó hace 13 años.
Crisis en el Ejecutivo de Egipto por la violencia sectaria
Dimite el viceprimer ministro tras la represión de las protestas de coptos. Los militares rechazan su renuncia
La brutal represión por parte de las fuerzas de seguridad de una manifestación de cristianos coptos el pasado domingo en El Cairo, que se saldó con la muerte de al menos 25 personas, ha generado una crisis de Gobierno en Egipto. El ministro de Economía y viceprimer ministro, Hazem el-Beblawi, presentó su dimisión como protesta por la gestión de los incidentes, y varias fuentes filtraron que el primer ministro, Essam Sharaf, también presentó su renuncia a la Junta Militar que administra el país desde febrero.
Sin embargo, el portavoz del Gobierno provisional, Mohamed Hegazy, matizó horas después estas informaciones, afirmando que Sharaf puso su cargo a disposición del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas como una mera formalidad habitual en toda situación de crisis, y que no tienen intención de abandonar su puesto.
Beblawi protesta por la represión de los cristianos que causó 25 muertos
Los militares, que son la verdadera autoridad de Egipto desde el derrocamiento de Hosni Mubarak en febrero, también rechazaron la carta de dimisión del ministro Beblawi, según contó él mismo horas después. "Ahora estoy en una situación muy difícil", dijo el titular de Finanzas por teléfono a la agencia Reuters. Beblawi aclaró que la motivación de su decisión fue la gestión de la crisis por parte del Ejecutivo y no la economía.
Si bien la Junta Militar y el Gobierno han lanzado una investigación urgente de los incidentes, no han reconocido que las fuerzas de seguridad cometieran ningún error en la sangrienta represión de los manifestantes, que incluyó el uso de armas de fuego, y el atropello de la multitud con tanquetas militares.
La renuncia de Beblawi, miembro de un pequeño partido socialdemócrata que fue nombrado hace tres meses, es la primera de un ministro del Gabinete de Sharaf, y llega después de que las fuerzas políticas hayan endurecido notablemente el tono de sus críticas hacia el Consejo a raíz de la reciente masacre. Varios dirigentes incluso han pedido públicamente la dimisión del Gobierno.
La Junta Militar y el Ejecutivo aún no reconocen errores en los incidentes
"El crédito que los militares recibieron por parte de la gente en la Plaza Tahrir se agotó", declaró Ayman Nour, uno de los aspirantes a la Presidencia, en referencia a la responsabilidad asignada a la cúpula militar para que liderara el proceso de transición a la democracia. "No hay ninguna colaboración entre nosotros y el Consejo ahora que la sangre de nuestros hermanos se interpone entre nosotros", remachó.
Durante las últimas horas, al Gobierno y la Junta Militar les llovieron las críticas desde todos los frentes, incluido algún órgano gubernamental. De acuerdo con el periódico Al Ahram, varios miembros de un comité nombrado por el Ejecutivo para ocuparse de los problemas sectarios del país alertaron hace cinco días del riesgo de una conflagración violenta, pero no fueron escuchados. "Advertimos personalmente a Sharaf de la importancia de cesar al gobernador de Asuán, y tomar medidas para otorgar licencias [de obra]a las iglesias", declaró el juez Noha al-Zeiny.
Según algunos analistas políticos egipcios, los trágicos sucesos del domingo pueden resultar un punto de inflexión en el proceso de transición. Hasta el momento, el Ejército, la institución más poderosa en Egipto, había marcado el ritmo y naturaleza del proceso, mientras una oposición dividida le seguía a remolque.
Aumentan las críticas de otras fuerzas a la gestión de los gobernantes
Creciente insatisfacciónDe lo que no hay duda es que la actual crisis añadirá una nueva dosis de escepticismo y confusión a una población presa del desencanto por la falta de mejoras tangibles en su nivel y calidad de vida. Una encuesta hecha pública reflejaba el aumento de la insatisfacción durante los últimos meses sobre la situación política y económica del país. Mientras que en el mes de marzo, un 82% de los ciudadanos se mostraba optimista sobre el futuro de Egipto, ahora un 42% declara que "el rumbo del país es erróneo".
Fruto de este clima, ha caído sensiblemente el grado de confianza tanto hacia el Gobierno, como hacia los partidos políticos. Ya antes de los disturbios, la popularidad de Sharaf había caído a sólo un 35% respecto al 62% de la que gozaba en marzo, un fenómeno del que no se beneficiaban los partidos políticos, pues se ha doblado el número de ciudadanos sin afiliación partidista. Uno de los pocos consensos amplios de la sociedad egipcia es situar como su principal preocupación la economía, la otra víctima de la explosión de violencia de hace tres días.
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