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Diez pruebas que demuestran la falta de transparencia del TTIP

La UE prometió a Washington que los textos sobre el acuerdo serían secretos durante 30 años; sólo permite leerlos en 'cámaras secretas' a las que no se puede acceder con dispositivos electrónicos… Y estos son sólo algunos ejemplos.

Manifestación en Hannover contra el TTIP. REUTERS/Kai Pfaffenbach

ALEJANDRO LÓPEZ DE MIGUEL

MADRID.- No dejó pasar un rayo de luz sobre el TTIP hasta que no le quedó más remedio, pero hoy Bruselas presume de transparencia. Desde el arranque de las negociaciones del acuerdo comercial con Washington, en julio de 2013, la Comisión Europea ha ido modificando sustancialmente su política de comunicación sobre el tratado, que primero era una suerte de desconocido para la inmensa mayoría de ciudadanos europeos, sobre el que el Ejecutivo comunitario apenas se pronunciaba más de lo necesario.

Después comenzó a crecer la oposición al acuerdo y Bruselas se vio obligada a ir dejando pasar algo de luz, a dar charlas y respuesta a las voces de alarma, a las preguntas y a las protestas contra el Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP, en inglés). Casi tres años después del arranque de las conversaciones es evidente que se han registrado algunos avances, pero un breve repaso a la trayectoria del TTIP basta para encontrar al menos diez motivos por los que el Transatlantic Trade and Investment Partnership no puede ser considerado transparente, sino todo lo contrario.

1- La Comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, suele recordar que la Comisión ha hecho público el mandato negociador del Consejo Europeo, que marca los pasos del Ejecutivo comunitario, encargado de representar a los 28 estados miembros en las conversaciones. El jefe negociador de la UE, Ignacio García Bercero, suele expresarse del mismo modo. Lo que ambos acostumbran a obviar, como la mayoría de portavoces de la Comisión, es que el mandato negociador no salió a la luz hasta octubre de 2014, un año y tres meses después del arranque formal de las negociaciones. Tampoco suelen recordar que se vieron obligados a hacerlo público debido a las críticas sobre la opacidad de estas conversaciones.

2- El 5 de julio de 2014, Bercero remitió una carta (PDF) a su homólogo estadounidense, Dan Mullaney, en la que garantizaba que los documentos de la negociación —entre ellos propuestas de ambos bloques, emails o materiales complementarios— no serían públicos hasta 30 años después de concluidas las negociaciones.

Los portavoces de Bruselas insisten en que todos los documentos están internet. Hoy, la web recoge la mayoría de textos con la posición de la UE en distintos aspectos, pero no los documentos consolidados, aquellos que también muestran las posturas de EEUU, como algunos de los filtrados por Greenpeace. Sin embargo, esto no siempre ha sido así, y han sido las constantes presiones y las crecientes filtraciones lo que ha forzado a Bruselas a cambiar de estrategia y a comenzar a hacer públicos parte de los documentos.

3. Los resúmenes que Bruselas ofrece en su web omiten los aspectos más conflictivos, como demuestran los documentos filtrados esta semana. En el texto que resume el estado de las negociaciones tras la duodécima ronda que Greenpeace saca a la luz aparecen claramente reflejadas las posiciones estadounidenses en materias como productos cosméticos, agricultura, denominaciones de origen o servicios financieros, que en el resumen de la Comisión están convenientemente suavizadas y sintetizadas.

4. Presumen de que todos los eurodiputados tienen acceso al TTIP, pero eso no siempre ha sido así. Originariamente estaba limitado a los coordinadores en la Comisión de Comercio Internacional (INTA) —uno por grupo—, después a los titulares de esta comisión parlamentaria, a los miembros de otras comisiones -con acceso restringido en función de sus competencias- y posteriormente a todos los parlamentarios. Además, hasta hace meses ni siquiera podían acceder a los textos consolidados con la posición de los estadounidenses.

5. Sólo pueden leer estos textos en un entorno absolutamente controlado. Como avanzó Público hace un año, los parlamentarios deben pedir cita para acceder a una habitación de lectura segura (Reading Room) en la que apenas pueden permanecer unas horas. No tienen permitido hacer copias de los textos consultados —escritos en inglés y cargados de tecnicismos— y no pueden acceder a esta suerte de cámara secreta en Bruselas o Madrid con dispositivos electrónicos.

6. Pueden ser víctima de sanciones administrativas o incluso de procesos penales si revelan toda o parte de la información a la que han tenido acceso. "¿De qué sirve leerlo si no puedo advertir de lo que ocurre?", se cuestiona la europarlamentaria de Podemos Lola Sánchez.

7. Bruselas, el Europarlamento y distintos ministerios del Gobierno en funciones se han negado a hacer pública la lista de funcionarios, técnicos y diputados de distintas administraciones que han accedido al acuerdo en estas cámaras secretas. Baste el caso de la secretaría de Estado de Comercio, que ni siquiera aclara cuántos funcionarios tienen acceso a estos documentos.

8. Un 83% de las reuniones de la Comisión sobre el TTIP sentaron a los lobbies corporativos al otro lado de la mesa, según un estudio del Observatorio Corporativo Europeo publicado en julio de 2015 y avanzado por este diario. La cifra hace referencia al periodo de Malmström como comisaria, pero en la etapa de su predecesor, Karel de Gutcht, el número de reuniones con corporaciones llegaba al 92% del total. Y esto, teniendo en cuenta que el registro de lobbies es voluntario, y que la agenda de la Comisión recoge los encuentros de los más altos cargos, no de todos los trabajadores de las distintas direcciones generales dedicadas al TTIP.

9. Bruselas se ha negado siquiera a paralizar las negociaciones incluso ante escándalos como el espionaje de la NSA a millones de ciudadanos y líderes políticos europeos –incluida la canciller alemana, Angela Merkel— destapado casi al mismo tiempo en que comenzaron las negociaciones. "Las revelaciones sobre el espionaje han tenido un impacto negativo sobre la relación transatlántica", reconoció Bercero en una entrevista con este diario, en la que también rechazó pedir cuentas a EEUU por lo ocurrido. En la misma entrevista utilizó uno de los mantras repetidos sin cesar por la Comisión hoy día, cuando fue cuestionado por las garantías con las que cuenta Bruselas para evitar una mayor precarización del trabajo con el TTIP. "No rebajar los estándares es uno de los principios de base de nuestra negociación".

10. El Gobierno español tampoco da ningún tipo de información al respecto en sede parlamentaria. En 2014, IU pidió celebrar un referéndum vinculante sobre el polémico TTIP, pero el Congreso tumbó su iniciativa. De hecho, ni siquiera está claro si el tratado deberá ser ratificado únicamente por la Eurocámara y por el Consejo Europeo –como acuerdo bilateral- o si además deberá contar con la aprobación de los parlamentos nacionales de los 28, si finalmente es tramitado como tratado mixto, al incluir el texto final competencias compartidas entre Bruselas y los distintos estados.

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