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Europa aprovecha la guerra de Ucrania y la tensión con Rusia para impulsar su industria militar

La UE ultima un nuevo Plan de Defensa para afrontar los "múltiples riesgos geoestratégicos", con la mirada puesta en Rusia. Las autoridades políticas y sus brazos inversores se encomiendan a los recursos Next Generation para desviar ayudas.

Foto de archivo de varios vehículos militares de la OTAN en Polonia.
Foto de archivo de varios vehículos militares de la OTAN en Polonia. Europa Press

En cuestión de semanas, la UE estará dotada de un revisado Plan de Defensa que dedicará varios de sus trazos maestros a impulsar los gastos en seguridad y a subvencionar y financiar a su sector militar. "Los europeos debemos ponernos en guardia". Palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, adornadas con una explicación casi mística: "No podría haber un símbolo más elevado ni un uso más gratificante de los recursos europeos que hacer de Ucrania y de Europa un continente más seguro en el que vivir". Traducido al román paladino, la UE avisa de que tendrá que rearmarse a marchas forzadas para continuar siendo un espacio de libertad y de seguridad.

Pero detrás de esta declaración de intenciones se esconde un gigantesco estímulo para la industria bélica comunitaria. El objeto de los equipos multidisciplinares que trabajan con afán en la remodelación estratégica de la UE no es otro que dar cobijo a sus empresas de armamentos y tecnología militar. Porque la mitad de los sistemas defensivos deberán contratarse con firmas del club europeo para 2035, lo que implicará revisar la mayor parte de los equipamientos que adquieren sus ejércitos de terceros países.

Así lo refleja el borrador sobre el que girará la futura Estrategia Europea de Defensa Industrial al que ha tenido acceso Bloomberg, que se erige en un pilar esencial de la amplia remodelación de la arquitectura de seguridad del Viejo Continente que prepara el Ejecutivo comunitario y en la que tendrán un papel estelar varios de los grandes brazos financiadores de Bruselas, con el Banco Europeo de Inversiones (BEI) que preside Nadia Calviño, a la cabeza.

De ahí que, en una entrevista a El País, la exvicepresidenta económica española, manifestase la semana pasada su propósito de "reforzar la industria militar europea y la capacidad disuasoria" de la Unión durante su mandato al frente del BEI. Una institución que asumirá, de esta manera, "un reforzamiento de los objetivos políticos", aunque -explicó- sin poner en riesgo la excepcional calificación estratégica del banco.

Calviño ha manifestado su propósito de "reforzar la industria militar europea"

Calviño corrobora así la petición expresa del entramado institucional de Bruselas para que este organismo multilateral europeo sea, en lo sucesivo, "más ambicioso" en financiar pedidos de defensa, como enfatizó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, durante el reciente foro anual del banco en Luxemburgo. Ahí instó a romper sus "tabúes" en este terreno a través de una ejecución más activa de los fondos Next Generation -destinados básicamente al proceso de digitalización y a la transición energética sostenible- a proyectos de la industria militar.

En respaldo de este nuevo tacticismo del BEI también salió a la palestra el vicepresidente de la Comisión y responsable del Nuevo Pacto Verde, Maros Sefcovic, que hizo hincapié en que la UE debería arriesgar más y anteponer intereses políticos a la seguridad financiera. Además, encomendó al BEI la reflexión de "valorar más las consideraciones políticas" que, en ocasiones, "deberían tener prevalencia sobre los beneficios".

Pero ¿qué argumentos esgrime Bruselas para emprender este viraje geoestratégico? Y, más allá de estas premisas, ¿qué grupos empresariales se beneficiarían de este desembolso de recursos hacia la industria militar europea? Estos cuatro bloques temáticos ayudan a entender el debate.

1. Las directrices de la nueva estrategia de defensa europea

La alta conflictividad geopolítica justifica -convienen en decir tanto el documento oficioso como los mensajes de las autoridades- la necesidad de que Europa asuma un "compendio de responsabilidades que garantice su propia seguridad", más amenazada que nunca por un "espectro de peligros emergentes" que requieren que Europa se erija en un "actor más fuerte", con mayor capacidad para dotarse de armamento y de instrumentos de disuasión, "no solo para proteger a sus ciudadanos, sino en beneficio de la paz internacional".

Bajo este epígrafe, el plan de Bruselas fija cinco ejes esenciales. Por un lado, un gasto mínimo y mutualizado para procurar a los ejércitos europeos de material y sistemas militares adecuados y revertir con estos recursos el suministro desde países ajenos a la UE, con el objetivo de crear un mercado de defensa europeo. Por otro, mecanismos de reforzamiento industrial que impidan posibles disrupciones en cadenas de valor de las empresas del sector. En tercer lugar, impulso financiero a manufacturas militares europeas con fondos comunitarios para establecer alianzas corporativas.

Un cuarto parámetro dirigido a la identificación de proyectos con altos estándares y valoraciones en materia de Seguridad para focalizar los esfuerzos presupuestarios e inversores. Y, finalmente, el esclarecimiento de pautas para encauzar los retos y prioridades, con Ucrania en el punto de mira preferente, pero con visión telescópica sobre asuntos como ciberataques o sabotajes sobre infraestructuras críticas, entre otros.

2. ¿Qué detonantes han encendido la mecha del militarismo en la UE?

Por encima de todos, la cada vez más patente pérdida de fuelle de Ucrania en los distintos frentes de batalla. Con unas evidencias también cada vez más elocuentes de que la maquinaria bélica rusa está tirando de su economía y abasteciendo de forma eficiente a los contingentes militares del Kremlin que ven en el Dombás avances palpables en su estrategia invasora. Moscú controla casi el 20% del territorio ucraniano. En medio de una sucesión de críticas desde Kiev a la parálisis de ayuda armamentística y financiera en el Congreso americano -a instancias del republicanismo trumpista- y la pasividad de la UE.

Borrell reprocha a los socios comunitarios que no envíen munición a Kiev

Los servicios secretos ucranianos admiten que Rusia podría romper sus defensas en verano, creen que su situación en las batallas abiertas es "sumamente débil" y no descartan la captura de su capital. El ministro de Exteriores europeo, Josep Borrell, reprocha a los socios comunitarios que no envíen munición a Kiev -"no hacer nada no es una opción", recalca-, mientras desde el Este y los países escandinavos se hace hincapié en el riesgo expansionista de Vladimir Putin, más allá de Ucrania, y en la amenaza de que en un futuro inmediato "en los próximos tres o cinco años", según la inteligencia de Estonia, los aliados atlánticos tengan que invocar el Artículo 5 de sus estatutos para cumplir con la defensa colectiva de alguno de sus socios.

En este orden de peligros también irrumpe la muerte de Alexéi Navalni, la embestida dialéctica de Trump contra los europeos que no gastan el 2% de su PIB en defensa y su fe ciega en que, si llega de nuevo a ser el inquilino de la Casa Blanca, paralizará junto a Putin la guerra en Ucrania, sin especificar contrapartida alguna.

3. Más madera proteccionista a las industrias nacionales, incluida la armamentística

El difícil y tambaleante ciclo de negocios post-covid ha inaugurado una etapa de subsidios a las industrias nacionales que ha auspiciado y está alimentando EEUU, el mercado más liberalizado del planeta. La Administración Biden ha lanzado un doble escudo protector para impulsar la digitalización y la sostenibilidad, pero también, con el paso del tiempo, para catapultar la fabricación de chips o dar alas a las manufacturas armamentísticas en un largo lustro de presupuestos expansivos en el área de la defensa.

La Chips and Science Act, vigente desde julio de 2022, y con una dotación de 280.000 millones de dólares, y la Inflation Reduction Act (IRA), alumbrada un mes después y dirigida a generar 1,5 millones de nuevos puestos de trabajo en el segmento de las energías renovables en 2030, están sentando las bases de un desvío de fondos tecnológicos e industriales hacia objetivos con ribete militarista.

Europa trata de diversificar parte de los recursos Next Generation hacia la industria militar

Europa se mira en el espejo de Washington y trata de diversificar -a tenor de las voces surgidas desde Bruselas- parte de los recursos Next Generation en esa dirección. Una idea recurrente, si se tiene en cuenta que la UE (y Reino Unido) ya pusieron el grito en el cielo en la cita de Davos de 2023 por la desventaja competitiva que las ayudas industriales de EEUU iban a generar por el reparto federal billonario de ambas regulaciones. Igual que China. En principio, para acelerar la transición energética con tecnología puntera; en especial, con la Inteligencia Artificial (IA) y el negocio de los circuitos integrados. Pero, ahora, con la carga militarista a cuestas.

Solveigh Hieronimus, socia de McKinsey, llegó a aconsejar a Europa que incorporara a su Green Deal Industrial Plan -una variante de la agenda verde- una "parte substancial" de los fondos Next Generation que, ahora, Bruselas pretende desviar al rearme del club comunitario. Sin que pueda atisbarse a medio plazo alguna opción de configurar un ejército genuinamente europeo.

4. ¿Qué emporios armamentísticos serían los grandes beneficiarios?

En principio, los sectores productivos de las cuatro grandes economías del euro. El problema, dicen desde The Economist, es que, a menudo, las industrias de Alemania, Francia, Italia y España no comulgan con contratos ni en la forma de desplegar en sus mercados nacionales cadenas de valor complementarias.

Por ejemplo, el eje franco-alemán se resquebraja en proyectos como el del Escudo de Cielos Europeo porque Alemania fía esta iniciativa a la compra masiva de sistemas de defensa aérea de EEUU e Israel, lo que ha generado irritación en las filas del partido de Emmanuel Macron, donde critican que la idea del canciller Olaf Scholz de apoyar una "economía de guerra" no puede ampararse en compras de equipos extranjeros, sino en "órdenes de pedidos europeas".

"En la UE, el negocio militar movilizó en 2022 casi medio billón de dólares", según Mordor Intelligente

Mordor Intelligence, firma de investigación de mercados, afirma que la industria de la UE está "especialmente fragmentada", frente a la elevada concentración del sector en EEUU, cuyos contratos se reparten mayoritariamente una decena de compañías. "En la UE, el negocio militar movilizó en 2022 casi medio billón de dólares (240.800 millones, exactamente) tras repuntar un excepcional 6%. Frente a los 766.000 millones de la Casa Blanca en 2022. Rusia y Reino Unido se han destacado como los países del Viejo Continente con mayores desembolsos", explica.

Los cinco mayores emporios militares comunitarios (todos con acuerdos de colaboración con varias de sus rivales estadounidenses, en especial, Boeing; Lockheed Martin y Raytheon Technologies) tienen un claro acento francés. La cuarta firma por capitalización bursátil y censo de acuerdos mercantiles es Dassault Aviation, con una facturación de 12.360 millones de dólares; la tercera, Thales (25.561 millones), y la segunda, Safran (50.427 millones), son galas; y la primera, el consorcio Airbus (93.154 millones), el gran suministrador europeo, también presenta una aportación mayoritaria de París. Igual que de Berlín, que coloca, en quinto lugar, a la mayor de sus insignias, Rheinmetall AG (8.053 millones), que ejecuta una amplia cartera de entregas. Aunque todas ellas tienen al negocio aeroespacial como estandarte.

La única española entre las 15 firmas de defensa europeas más poderosas es Navantia

El tercer peldaño efectivo lo ocupa BAE Systems, británica (28.555 millones). La única española entre las 15 firmas de defensa europeas más poderosas es Navantia, en el puesto decimocuarto. En esta lista aparecen dos italianas (la naval Fincantieri y la aeroespacial Leonardo), así como otras dos germanas (Kongsberg y Diehl). El resto son francesas y británicas.

Asimismo, desde Infodefensa se precisa que el 80% del sector de defensa hispano está en manos de cinco firmas. Aunque la actividad la desarrollan 394 empresas. El 34,3% del negocio lo monopoliza Airbus Defence and Space y el 20,4%, Airbus Military. El pódium lo completa Navantia, que logra el 12,9%, seguido de Indra Sistemas (4,9%), Airbus Helicopters España (4%), la histórica firma de explosivos Santa Bárbara (3,6%), Industria de Turbo Propulsores (2,5%) y Cepsa, URO Vehículos Especiales e Hisdesat, en torno al 1% de los gastos.

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