Este artículo se publicó hace 3 años.
Europa supera el segundo año de pandemia con mil millones de vacunas
Las dosis para hacer frente al coronavirus han evitado la muerte de medio millón de personas de más de 60 años en 33 países europeos. En el nuevo año, a la amenaza de los no vacunados y a las nuevas cepas se une la desigualdad global para acceder a las vacunas.
María G. Zornoza
Madrid-Actualizado a
"Un año más, vivimos una Navidad diferente. Mis pensamientos están con aquellos a los que la pandemia no les ha permitido reunirse con sus seres queridos. Permanezcamos fuertes, seguros y no perdamos la esperanza". Es el mensaje de fin de año de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
La (OMS) ha alertado del riesgo de que esta "doble epidemia" ponga en riesgo "unos sistemas de salud ya sobrecargados"
La UE afronta su segunda Navidad consecutiva con restricciones, cierres de mercadillos, toques de quedas, confinamientos o cancelación de festividades. Países como España, Francia o Irlanda anotan cifras de contagios récords no vistas desde el inicio de la crisis sanitaria. Otros como Austria o Países Bajos han decretado confinamientos en un escenario que recuerda demasiado al fin de año de 2020.
Las variantes deltas y ómicron han provocado un nuevo huracán pandémico en el Viejo Continente. La sudafricana se convertirá en cuestión de días en la variante dominante en Europa, según proyecciones de Bruselas. Todo ello coincide con la estación gripal, que está siendo especialmente dura esta temporada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado del riesgo de que esta "doble epidemia" puede poner una presión excesiva "en unos sistemas de salud ya sobrecargados".
Pero un factor separa las situaciones de 2020 y 2021: las vacunas. Hace ahora un año, Europa inyectaba las primeras dosis contra el coronavirus. Araceli en España o Jos en Bélgica marcaban el arranque de una campaña que doce meses después deja al 78% de los adultos europeos con la pauta completa.
Europa es el epicentro global de la pandemia, pero también una de las regiones del mundo con una mayor tasa de vacunación, lo que ha sorteado –de momento- el colapso hospitalario y de las UCI en la mayoría de países. La evidencia refleja que las vacunas funcionan: el riesgo de morir por Covid-19 es 25 veces mayor entre no vacunados de 60 a 80 años, según datos del Ministerio de Sanidad.
La primera lección científica que se extra es, por tanto, que los sueros si bien no evitan el contagio o su transmisión, reducen los efectos más lesivos de la enfermedad. Este cambio de coyuntura se refleja en países como España en el colapso actual de la atención primaria. En plena primera oleada eran las urgencias hospitalarias las que supuraban presión. Solo el 31 de marzo de 2020, el país contabilizó 849 fallecidos por Covid. A día de hoy, las cifras de fallecidos diarios oscilan entre los 10 y los 50.
Un estudio elaborado de forma conjunta por la OMS y el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) calcula que las vacunas han evitado la muerte de 470.000 personas de más de 60 años en 33 países europeos.
Cerco a los no vacunados
La vida de las persones sin vacunar está cada vez más limitada en Europa
En el año 2021 se ha abierto camino con fuerza la pandemia de los no vacunados. Manifestaciones en contra de la vacunación obligatoria, las restricciones o el pasaporte sanitario han recorrido buena parte de las capitales europeas. La UE ha superado el problema de abastecimiento blindándose con dosis suficientes para administrar las inyecciones de refuerzo a sus 450 millones de ciudadanos. Durante estos doce meses ha distribuido más de 1.000 millones de sueros. Pero con lo que no cuenta es con la voluntad y el deseo de todos ellos. Los movimientos anti-vacunas se han mostrado especialmente fuertes en el Este, donde países como Rumanía o Bulgaria no consiguen romper el techo de cristal de 40% de su población inmunizada.
La vida de las persones sin vacunar está cada vez más limitada en Europa. En Alemania solo pueden asistir a farmacias o a tiendas esenciales. En Austria y Grecia enfrentarán a partir de 2022 multas económicas. Y el pasaporte sanitario dejará en Francia –y se debate actualmente en Bélgica- de contar con las opciones de test o recuperación: solo contemplará el estar vacunado. En paralelo, aumentan los países que obligan a hacer cuarentenas a los viajeros no vacunados. Consulte aquí las restricciones y requisitos para viajar a cada país.
Este año ha echado a rodar el certificado Covid, pensado para facilitar los viajes a las personas que se desplazan en territorio Schengen. Sin embargo, el nerviosismo por las nuevas variantes ha roto el consenso europeo y Portugal, Irlanda e Italia exigen además de la vacunación una PCR para entrar en sus países. El nuevo incentivo que depara el próximo año es la actualización del certificado con la 'booster'. El documento dejará de tener validez pasados nueve meses desde la segunda dosis. El objetivo es continuar estimulando a las personas a inyectarse el suero de refuerzo. En ese momento, se actualizará de forma automática y 'sine die'.
Antiguas crisis; nuevos retos
Apenas un 8% de los 1.300 millones de ciudadanos africanos están inmunizados
Uno de los desafíos sanitarios del nuevo año será la adaptación de las vacunas a las nuevas variantes. Los contratos rubricados por la UE –que cuentan ya con un portfolio de cinco vacunas en marcha- recogen que, de ser necesario, las compañías deberán adaptar los sueros en un periodo de 100 días.
A la amenaza de los no vacunados y a las nuevas cepas se une la desigualdad global para acceder a las vacunas. La UE es el mayor donante de vacunas, pero las cifras continúan estando muy por debajo de las promesas. Apenas un 8% de los 1.300 millones de ciudadanos africanos están inmunizados. Pesa a las llamadas de la OMS, Europa se resiste a dar su consentimiento para liberar las patentes como palanca para reducir esta brecha.
La vacunación a dobles velocidades entre países ricos y empobrecidos tiene una doble vertiente: incrementa el riesgo de aparición de nuevas y más contagiosas variantes, como se ha visto recientemente en Sudáfrica.
Ello propulsa la necesidad de administrar más dosis, lo que a su vez aumenta el escepticismo de las personas anti-vacunas. Uno de sus argumentos es no entender por qué se necesitan dosis de refuerzo. Israel, que habla desde el futuro pandémico, ya ha aprobado la cuarta. Este cocktail molotov dibuja un escenario de tensión interna y de desigualdad externa que puede seguir provocando 'deja vu' pandémicos a pesar de los anhelos de la OMS de que 2022 sea el año del fin del coronavirus.
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