España fue el único aliado de la OTAN que en la cumbre de La Haya del pasado junio se negó a aceptar abiertamente el 5% del producto interior bruto (PIB) en gasto militar que impuso Donald Trump. Estas reticencias le costaron al Gobierno de Pedro Sánchez amenazas del presidente de Estados Unidos y críticas por una supuesta falta de solidaridad por parte de otros socios de la Alianza Atlántica, especialmente los más duros contra el régimen de Vladímir Putin. 

Sin embargo, España no es el único país de la organización militar que presenta reticencias y fuentes diplomáticas de la OTAN ya indican que hay otros grandes Estados europeos, como Francia e Italia, que van a tener grandes dificultades para llegar a los objetivos militares que marca la Alianza Atlántica.

Emmanuel Macron siempre se ha mostrado muy favorable a Ucrania y comprometido con la lucha contra el expansionismo de Rusia. Ahora bien, Francia, que es la única potencia nuclear de la Unión Europea y con uno de los ejércitos más poderosos del bloque comunitario, es uno de los países del club europeo con una situación política y económica más complicada, cosa que hace dudar a otros aliados de que París pueda afrontar este gran rearme europeo. Tiene un déficit y una deuda disparada, y todos los recortes sociales que han intentado los Ejecutivos galos para reducir su déficit e incrementar el gasto militar han provocado una gran indignación entre los franceses.

Según las previsiones económicas de la Comisión Europea, Francia acumulará al menos seis años de déficit en torno al 5%. El año pasado fue del 5,8% y ahora, aunque muestra una ligera mejora, se mantendría en el 5,5%. En 2026 y 2027, será del 4,9% y del 5,3%, respectivamente. En cuanto a la deuda, se encuentra en el 116% y se prevé que suba hasta el 120% en 2027. 

Se trata de un incumplimiento claro por parte del Gobierno francés de las reglas fiscales de la Unión Europea, que limita el déficit al 3% y obliga a los gobiernos estatales a comprometerse a una senda de reducción de estas tasas. Si no lo consiguen, como se prevé en el caso de Francia, la Comisión Europea puede obligar a París a tomar medidas de austeridad económica o incluso tutelar las cuentas generales del país. Y, en caso de incumplimiento, aplicar sanciones económicas.

Respecto a Italia, aunque mantendrá su déficit en el 3% este año, la Comisión Europea calcula que su deuda se continuará disparando hasta alcanzar el 137% en 2027. En este sentido, cabe recordar que el Gobierno de Giorgia Meloni hace tiempo que está buscando la manera de esquivar el gran rearme que impone en gran parte Trump, con quien mantiene una muy buena relación. Italia pretende que el puente del estrecho de Mesina, que uniría Calabria con Sicilia, sea considerado una infraestructura estratégica en materia de seguridad y, por tanto, que su coste contabilice como gasto militar. 

Esta maniobra permitiría a Italia incrementar de forma sustancial y de golpe la tasa del PIB que destina a defensa, ya que se calcula que el puente costaría unos 13.000 millones de euros y en estos momentos el país transalpino se gasta en seguridad 32.000 millones al año, según los datos de la OTAN. 

La justificación del Gobierno de extrema derecha italiano es que se trata de una infraestructura militar porque en Sicilia existen varias bases militares que están operadas por la OTAN, y en caso de ataque podrían ser activadas en favor de la seguridad de la Alianza Atlántica. Sin embargo, sería una infraestructura de uso eminentemente civil: podrían pasar seis millones de coches y 60.000 trenes al año, según cálculos de la empresa del diseño del puente, Webuild Group.

Aunque Francia e Italia son los aliados con mayor capacidad militar que presentan complicaciones, hay otros pequeños Estados que también han expresado dudas de manera pública sobre su capacidad real de llegar al 5% de gasto militar, como es el caso de Eslovenia o Bélgica. 

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El Gobierno esloveno, que es socialista, aseguró que su posición es "idéntica" a la del Gobierno español e insistió en que solo obedecería al objetivo de destinar el 3% del PIB a defensa en 2030 que aprobó el Parlamento esloveno. De hecho, Eslovenia mantiene que las conclusiones de la cumbre de la OTAN de La Haya se cerraron por consenso y no por votación. Por lo tanto, considera que el compromiso de alcanzar los mínimos de gasto militar no es vinculante.

Bart De Wever, el primer ministro de Bélgica, que es uno de los países de la UE históricamente más reacios al militarismo, siempre se ha mostrado ambiguo con el compromiso de alcanzar los mínimos de gasto militar de la OTAN. De hecho, poco después de la cumbre de La Haya de la Alianza Atlántica dijo que la "situación presupuestaria" de Bélgica no permite alcanzar "ni a corto ni a largo plazo" el 5% del PIB que exige la OTAN, que está controlada de facto por Estados Unidos.

Los primeros exámenes, a principios de 2026

En un contexto de previsión de incumplimiento de varios aliados de la OTAN, fuentes diplomáticas de la misma Alianza Atlántica explican que los primeros controles por parte de las autoridades de la entidad militar para comprobar si los Estados van incrementando su gasto militar sobre lo previsto se van a producir ya durante el primer semestre de 2026. Se prevé que los delegados de los Estados en la OTAN y las autoridades de la Alianza Atlántica compartan información sobre los planes de rearme y, después, tanto la OTAN como el resto de aliados presenten una evaluación sobre si el resto de socios está cumpliendo con lo que acordaron en junio.

Cabe recordar que España defiende que solo gastando el 2,1% del PIB en defensa puede alcanzar los objetivos de capacidades militares que los otros aliados tendrán que conseguir con el 3,5%, cosa que la OTAN no se cree y ha generado críticas entre los otros socios atlánticos. En estos controles se verá si la Moncloa realmente lo consigue o si realmente se verá obligada a incrementar el porcentaje del PIB que destina a defensa para cumplir con el porcentaje que impuso Trump.