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La guerra de Ucrania, en un momento crucial: el inexorable avance de Kiev y el inquietante silencio ruso

Putin se encuentra en uno de los momentos más difíciles de sus dos décadas de poder. Las cosas no van bien en Ucrania y Moscú responde a las derrotas en el campo de batalla con el silencio. El aislamiento ruso en Europa es casi total y la espada de Damocles de un conflicto nuclear, aunque sea localizado, es un fantasma cada día más tangible.

Militares ucranianos viajan en un vehículo blindado en una carretera en el área de Kharkiv, Ucrania, el 6 de octubre de 2022.
Militares ucranianos viajan en un vehículo blindado en una carretera en el área de Kharkiv, Ucrania, el 6 de octubre de 2022. Anastasia Vlasova / EFE

La guerra en Ucrania ha entrado en una fase crucial para los invadidos y para los invasores. La consolidación de las ofensivas ucranianas en el nordeste y el sur del país trae esperanzas a Kíev y Occidente, donde la guerra aún puede golpear este invierno con mucha fuerza a las economías europeas y cuya multimillonaria ayuda al Gobierno de Volodímir Zelenski es vital para prolongar ese avance.

Los indudables triunfos militares ucranianos, aún sin verificar en su auténtica dimensión, contrastan con el silencio de Rusia, que no acaba de explicar la confusa y paulatina retirada de su ejército de muchas posiciones estratégicas casi a la desbandada, mientras sigue mostrando su voluntad de recurrir al botón nuclear si las cosas se le tuercen demasiado al Kremlin en Ucrania. Un asunto, el de la amenaza nuclear rusa, que Washington, al contrario que el Gobierno de Kíev, no parece tomarse a la ligera mientras se devana los sesos sobre el alcance de la respuesta que debería dar la OTAN a un paso semejante por parte de Moscú.

Europa y EEUU incrementan su ayuda en dinero y armas

A pesar de las dificultades a la vista, los miembros de la Unión Europea han cerrado filas y a sus miles de millones de euros de ayuda a Ucrania han añadido un octavo paquete de sanciones contra Moscú, con restricciones a la exportación a Rusia de elementos tecnológicos susceptibles de ser empleados en la producción de armamento, entre otros castigos, que incluyen el tope a los precios del petróleo ruso o impedimentos a su transporte marítimo.

Washington también ha prometido 625 millones de dólares más para que los ucranianos compren armas y municiones a los proveedores de EEUU, los auténticos ganadores ya de esta guerra. Los temibles sistemas de misiles Himars estadounidenses, de los que pronto recibirán los ucranianos otras cuatro unidades más, constituyen uno de los puntales de la ofensiva de Kíev en los territorios invadidos por Rusia.

Pero Rusia tiene amigos en Oriente con dinero

En cuanto a las sanciones europeas, sobre todo pretenden mostrar la cohesión de los 27, porque de momento no han logrado derruir la economía rusa. Moscú sigue teniendo amigos en Oriente con mucho interés en comprar el gas y el petróleo que no fluirán hacia Europa. La inminente cumbre con Asia Central el 14 de octubre definirá el alcance de ese apoyo y el Congreso que reunirá en Pekín al Partido Comunista Chino el próximo 16 de octubre confirmará en el poder a Xi Jinping, quien, si bien no es el camarada fraternal que querría Putin, al menos sigue interesado en comprar gas ruso, desarrollar infraestructuras de transporte de energía en Siberia y ver en el Kremlin el único apoyo, aunque endeble, ante la agresividad hegemónica de Estados Unidos en Asia y el Pacífico.

Un cumpleaños amargado por las noticias del frente

Seguro que Xi ha felicitado a Putin por los 70 años que acaba de cumplir este 7 de octubre. Ya se ha convertido en el dirigente ruso que más tiempo ha estado en el poder desde el dictador soviético Josef Stalin. Más de 22 años ha ejercido Putin como presidente o primer ministro al frente del timón del Kremlin. El cumpleaños lo ha celebrado con las noticias de nuevos reveses por parte de las tropas ucranianas, que siguen avanzando en Jersón y el Donbás, y afianzando sus posiciones para una ofensiva mayor que podría producirse en las próximas semanas, antes de que el invierno paralice muchos de los movimientos de tropas y antes de que lleguen a la zona 200.000 refuerzos rusos, producto de la movilización parcial ordenada por Putin hace unos días.

Según el centro de análisis estadounidense Institute for the Study of War, el frente de guerra se ha alargado tanto en la región de Jersón que los rusos no disponen de suficientes hombres para cubrirlo y que incluso pequeñas formaciones de carros de combate ucranianos pueden romperlo con facilidad, convirtiendo los estacionamientos rusos en auténticas ratoneras para sus soldados.

No es posible verificar la magnitud real de esta ofensiva ucraniana, pero el silencio que mantiene el Kremlin sobre la retirada de sus soldados en los márgenes del río Dniéper y en algunas zonas del Donbás apunta a que tales avances no son solo retazos de desinformación generados por los combatientes de escritorio de Kiev, Washington, Londres y Bruselas.

Ucrania gana la guerra propagandística a pesar de Zelenski

En todo caso, la guerra de la propaganda sí la está ganando Ucrania. Propaganda no exenta de demagogia y mesianismo, como cuando esta semana Zelenski llegó a afirmar ante la Organización de Estados Americanos (OEA) que los libertadores americanos Simón Bolívar y José San Martín habrían peleado del lado de Ucrania. O que Occidente debería lanzar un ataque preventivo contra Rusia para eliminar el peligro de que ésta use primero sus armas nucleares contra Ucrania, aún a riesgo de desatar una tercera guerra mundial. Zelenski después moderó sus declaraciones y sus asesores subrayaron que en ningún momento se refería a un ataque preventivo nuclear por parte de la OTAN.

Estas proclamas de un líder en guerra serían muy comprensibles si no fuera por un pequeño detalle: la resistencia armada de Ucrania la está pagando Occidente. De pronto, Zelenski reclama a quienes sostienen a su ejército que se dejen de tonterías y se la jueguen con una eventual deflagración mundial nuclear. Parecería que el propio Zelenski esté repitiendo la ingenuidad que predomina en buena parte de los gobiernos europeos y la prensa occidental, donde se piensa que Rusia se está marcando un farol para asustar al contrincante y no se atreverá a utilizar armas nucleares. O que su debilidad es tal que podría recibir un ataque devastador en su propio territorio por parte de Estados Unidos y la OTAN para ser desarmada nuclearmente sin que a nadie en el Kremlin se le ocurriera apretar su propio botón rojo.

Moscú y EEUU advierten de una tercera guerra mundial

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha acusado a Zelenski de hacer "un llamamiento para desatar una nueva guerra mundial de consecuencias imprevisibles y monstruosas". El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha añadido que la petición de Zelenski ejemplifica la amenaza que Ucrania supone para Rusia, lo que justifica la invasión rusa de ese país.

Que la amenaza nuclear rusa sea un farol no es desde luego lo que piensa la Casa Blanca, disgustada por la falta de tacto de Zelenski. El presidente estadounidense, Joe Biden, ha subrayado que la advertencia rusa de utilizar armas atómicas no es una broma. "No nos hemos enfrentado a una perspectiva de armagedón [apocalipsis] como la de ahora desde [el presidente J.F.] Kennedy y la crisis de los misiles en Cuba [en 1962]", ha aseverado Biden.

El diálogo, una misión imposible, al menos con Putin

En estas circunstancias, las posibilidades de que las partes inmersas en esta guerra directa o indirectamente se sienten a dialogar son nimias. Menos aún después de que Zelenski firmara el martes pasado un decreto en el que se subraya que es "imposible" poner en marcha tal proceso de negociaciones, al menos mientras Putin siga al frente de Rusia. Zelenski ha aplaudido las nuevas sanciones de la UE y ha indicado que lo ideal es que los europeos no paguen un solo euro por los hidrocarburos rusos. Menos aún cuando los euros y el gas se intercambian con la pistola de las armas nucleares sobre la mesa.

La concesión del Premio Nobel de la Paz a activistas y organizaciones de derechos humanos en Ucrania, Rusia y Bielorrusia, que denuncian el autoritarismo de Putin y de su aliado bielorruso Alexánder Lukashenko, es también un varapalo para el Kremlin, cada día más aislado. Aislado, pero no derrotado, un matiz importante que se parece estar olvidando en Occidente, donde no cesan los cantos triunfales respecto a la "victoria" militar ucraniana, que está muy lejos de ser definitiva.

Putin buscará apoyo en Asia Central

Los próximos 12 y 13 de octubre se celebrará en Astaná la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia (CICA), sobre temas de seguridad y estabilidad en ese continente, y el 14 de octubre la cumbre Asia Central-Rusia, también en la capital de Kazajistán. Es una oportunidad para que Putin trate de convencer a sus antiguos socios ex soviéticos de que cualquier apoyo internacional para Rusia redundará en una posición de mayor fuerza en una eventual mesa de negociaciones, no ya con Zelenski, sino con la OTAN y Estados Unidos. Es también lo que los países centroasiáticos y China esperan escuchar: que Moscú, en todo caso, antepondrá la diplomacia a las armas atómicas. La diplomacia y el futuro trasiego de todo el gas ruso hacia Oriente.

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