Este artículo se publicó hace 12 años.
Hu Jintao: "La corrupción podría hacer caer al Estado"
El presidente de China inaugura el 18 Congreso del Partido Comunista del país con un discurso en el que avisa a sus dirigentes sobre el abuso de su poder
Tras hora y media de discurso, el presidente chino, Hu Jintao, ha dado el pistoletazo de salida al XVIII Congreso del Partido Comunista de China (PCCh). El jefe de Estado y secretario general de la formación hizo una aparente enumeración de los problemas que afronta el país, pero su alocución, bien estudiada, tenía un tema principal: la lucha contra la corrupción.
Según las encuestas, la corrupción es considerada como la mayor amenaza contra la estabilidad social. Ha sido la cuestión de fondo en los escándalos que han rodeado durante todo el año los preparativos de este cónclave quinquenal que paraliza por completo al gigante asiático. Hu ha advertido de que, si la élite política "falla en la lucha contra la corrupción, será fatal para el PCCh, ya que podría provocar su colapso, e incluso la caída del sistema estatal".
"No debemos permitir que las palabras actúen por encima de la ley"
El presidente chino afirmó asimismo que "los dirigentes del PCCh no deben abusar de su poder", antes de advertir de de que, en caso contrario, la corrupción en el seno de la formación política será castigada "severamente", con independencia del cargo que ostente la persona responsable. "No debemos permitir que las palabras actúen por encima de la ley, que el poder personal reemplace a la ley, o que se ignore la ley en beneficio personal", apuntó apuntado el líder de 69 años ante sus colegas del PCCh.
Las palabras de Hu han sido interpretadas como una alusión a los últimos escándalos que han azotado al PCCh. El protagonista principal de ellos ha sido el dirigente caído en desgracia Bo Xilai, al que el PCCh expulsó el pasado septiembre tras acusarle de corrupción grave, entre otros cargos, y cuya esposa ha sido declarada culpable del asesinato el año pasado del empresario británico Neil Heywood.
A ello hay que sumar las revelaciones del diario estadounidense The New York Times, que divulgó que la familia del primer ministro, Wen Jiabao, acumula una fortuna de 2.700 millones de dólares, algo que el jefe de Gobierno ha negado con vehemencia. La lucha contra los sobornos representa "una cuestión política de capital importancia", pues si el problema no se soluciona adecuadamente "dañaría fatalmente al Partido y le arruinaría a él y al Estado", subrayó Hu.
Hu fija 2020 para convertir a China en una sociedad "moderadamente próspera"
Hu anunció un aumento de la supervisión sobre el ejercicio de los poderes por parte de los dirigentes, medidas para evitar conflictos de intereses y un refuerzo de la cooperación internacional contra la corrupción. Instó también a los dirigentes del partido a "autodisciplinarse" y controlar a sus familiares y colaboradores, "sin permitirse en absoluto ostentar privilegios".
Según una encuesta realizada en las principales ciudades chinas y publicada ayer por el diario oficialista Global Times, siete de cada diez personas creen que el Gobierno debe someterse a un mayor escrutinio por parte de la población y adoptar un mayor control contra la corrupción.
Pero si Hu instó a una lucha decidida contra esta lacra, también dejó claro que, por el momento, las reformas no supondrán cambios en el sistema político unipartidista. "Debemos garantizar la unidad del liderazgo del Partido", indicó el presidente, quien insistió en que "de ninguna manera (hemos de) trasplantar mecánicamente los modelos del sistema político de Occidente". El presidente chino se fijó la meta de convertir a China para 2020 en una sociedad "moderadamente próspera". Para ello, se buscará duplicar el Producto Interior Bruto y la renta per cápita de la población con respecto a 2010.
Pekín, engalonadaPekín ha amanecido de rojo para celebrar la apertura del Congreso. Banderas rojas e insignias comunistas, el tránsito prohibido en la plaza de Tiananmen -salvo para los delegados y la prensa acreditada- o el aumento de presencia policial eran algunos de los signos que marcaban el inicio del cónclave de siete días. En sintonía con la importancia de la cita, hasta el cielo pequinés, normalmente grisáceo debido a la contaminación, lucía desde temprano un azul intenso que los escépticos adjudican a las técnicas poco ortodoxas -como la emisión de químicos- que las autoridades emplean para "limpiar" la atmósfera en fechas señaladas como hoy.
"Debemos garantizar la unidad del liderazgo del Partido"
No son muchas las sorpresas que se esperan del cónclave, del que es más que probable que salgan encumbrados como secretario general y número dos del Partido el vicepresidente, Xi Jinping, y el viceprimer ministro, Li Keqiang, respectivamente. Ambos se encontraban presentes en el salón principal del Gran Palacio del Pueblo pequinés para escuchar, como el resto de los 2.268 delegados y los 1.500 periodistas acreditados para el evento, el discurso de apertura de Hu.
Enfundado en un sobrio traje negro y una clásica corbata bermeja, el líder chino leyó sin apenas cambiar de entonación un discurso de hora y media cuyas palabras habían sido sopesadas cuidadosamente durante un año por un ejército de alrededor de 400 personas. El discurso de Hu era, junto a la esperada modificación de la constitución y al nombramiento de los miembros del Comité Permanente -el órgano de máximo poder del Partido, que se decidirá la próxima semana-, uno de los momentos clave del cónclave.
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