La inversión militar crea 2,5 veces menos empleo que el sector educativo
Sanidad y medio ambiente también multiplican los puestos de trabajo, según dos estudios internacionales que desmontan la "falacia" de los beneficios económicos de la carrera armamentística.

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La espiral belicista que agita a los países miembros de la OTAN, principalmente Europa y EEUU, no solo no garantiza la seguridad, sino que tampoco incentiva el mercado laboral en comparación con otros sectores productivos. Esa es la conclusión principal de un análisis publicado en el último dosier de Economistas sin Fronteras centrado en la industria militar y firmado por Jordi Calvo, profesor de las universidades Ramon Llull y Jaume I, y coordinador del Centro Delàs de Estudios por la Paz.
En un artículo titulado La falacia del empleo de la industria militar, Calvo se apoya en dos estudios publicados en EEUU y Europa para certificar que la carrera armamentística no únicamente contribuye a la desestabilización mundial y detrae recursos de la agenda social, sino que aporta mucho menos valor en términos de empleo. El sector educativo, por ejemplo, crea en España 2,5 veces más puestos de trabajo que la industria militar, según el informe Arming Europe. Military expenditures and their economic impact in Germany, Italy and Spain, publicado en noviembre de 2023.
Los datos suministrados por el estudio de Chiara Bonaiuti, investigadora asociada del Centro Jean Monnet de la Universidad de Newcastle, y tres profesores más refutan los argumentos que justifican la inversión militar por su valor añadido en el mercado laboral. Y en un estudio comparativo entre España, Alemania e Italia analizan el efector multiplicador del gasto de 1.000 millones de euros en cuatro sectores diferenciados: armamento, medio ambiente, educación y salud.
En España, por cada 1.000 millones invertidos en la industria militar se crean 6.580 puestos de trabajo. Esa misma cantidad de dinero genera 11.890 empleos en el sector medioambiental, 15.300 en el sanitario y 16.440 en educación. Es decir, 2,5 veces más en el ámbito educativo, 2,3 más en el sanitario y 1,8 más en el medioambiental. Con diferencia, la producción armamentística es la que menos puestos de trabajo suscita.
En Alemania, los márgenes son aún mayores. Por cada 1.000 millones de euros invertidos, en el sector armamentístico se generan 6.150 empleos, 11.360 en medio ambiente, 15.200 en salud y 17.620 en educación. Quiere decirse que la creación de puestos de trabajo en el sistema educativo es 2,6 veces mayor que fabricando bombas.
En Italia, el incremento de empleo en el sector educativo es 2,1 veces superior que en el armamentístico y 1,8 veces más en el sanitario. El efecto multiplicador del gasto social no es tan abultado como en España y Alemania, pero sigue superando ampliamente a la inversión militar. En EEUU, según el cálculo efectuado por Jordi Calvo, la diferencia es mucho mayor. Y por cada 1.000 millones de dólares de inversión, en la industria bélica se crean 11.200 empleos frente a los 26.700 del sector de la enseñanza.
El informe de Bonaiuti ya alertaba de la espiral armamentística europea a finales de 2023, "acelerada drásticamente" desde el inicio de la guerra de Ucrania en 2022. En apenas una década la inversión militar se disparó un 48%. De los 145.000 millones de euros gastados en 2014, se pasó a los 215.000 de 2023. El 40% del gasto global armamentístico de la UE corresponde a la suma de Alemania, Italia y España, los tres países estudiados por los investigadores.
En sus conclusiones, los expertos cuestionan la espiral bélica. "Esta trayectoria de militarización difícilmente puede justificarse con base en las necesidades de seguridad de Europa", afirman. En su opinión, la seguridad del continente se garantiza mejor a través de "acuerdos políticos y diplomáticos, iniciativas de prevención y resolución de conflictos, control de armamentos y procesos de desarme". Es decir, el camino contrario al que ha tomado la UE en los últimos meses con la aprobación del mayor paquete militar económico de su historia, cifrado en 800.000 millones de euros. La última cumbre de la OTAN, además, acordó situar el umbral mínimo de gasto militar entre sus miembros en un 5% del PIB.
Los investigadores advierten de que la estrategia belicista podría conducir a "nuevas carreras armamentísticas" y desestabilizar aún más el orden internacional en torno a Europa. Y añaden: "Los resultados de nuestro estudio muestran que la militarización también es un mal negocio en términos puramente económicos". Un mayor gasto militar está llevando a Europa, advierten los expertos, por un camino de "menor prosperidad económica, menor empleo y peor calidad del desarrollo de los países".
Una mayor inversión en medio ambiente, educación y salud, por el contrario, proyectaría "efectos económicos más positivos en la producción y el empleo". Y lo que es más importante, subraya el estudio, aportaría importantes beneficios a la "calidad de vida y al medio ambiente".
No es el único informe que cita Jordi Calvo para desmontar la "falacia" de la creación de empleo de la industria militar. También alude a un estudio firmado en 2017 por Heidi Peltier, investigadora del Political Economy Research Institute de la Universidad de Massachussets. En su análisis, Peltier demuestra que por cada millón de dólares que EEUU gasta en una fábrica de armas se crean 5,8 empleos directos y 1,1 indirectos en la cadena de suministro. En total, 6,9 puestos de trabajo.
En el resto de sectores, la generación de empleos es sensiblemente mayor. Por ejemplo, en energía eólica, la creación de puestos de trabajo se sitúa en 8,3. En energía solar, asciende a 9,5 empleos, mientras que en eficiencia energética se eleva a 10,6. El sector sanitario (14,3 empleos) y el educativo (19,2) multiplican claramente la capacidad dinamizadora del mercado laboral en comparación con la industria bélica.
"Los estudios mencionados evidencian que la inversión en educación, salud o medio ambiente es más eficiente en cuanto a la creación de puestos de trabajo que la militar", argumenta Jordi Calvo. Lo que, en su opinión, aconseja incluir otros indicadores económicos en el análisis, que muestran la conveniencia de dedicar el gasto público a partidas presupuestarias como la educación, la sanidad y el medio ambiente, en lugar de a empresas de armas.
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