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El laborismo británico quiere poner fecha al final a la aristocrática Cámara de los Lores y abre interrogantes sobre la monarquía

Tony Blair ya abordó en 1999 una primera reforma de la Cámara Alta del Parlamento británico, reduciendo a 92 los miembros que heredan su escaño. Los lores, de mayoría masculina, raza blanca e ingresos altos, no representan el tejido social del Reino Unido actual, ni por clases sociales, género, etnias o ámbitos territoriales.

Imagen de mayo de 2002, del entonces príncipe de Gales (ahora Carlos III), que lee el Discurso de la Reina durante la Apertura del Parlamento en la Cámara de los Lores, en Londes. AFP/Ben Stansall
Imagen de mayo de 2002, del entonces príncipe de Gales (ahora Carlos III), que lee el Discurso de la Reina durante la Apertura del Parlamento en la Cámara de los Lores, en Londes. Ben Stansall / AFP

El sistema democrático británico lleva tiempo sacudiéndose la caspa acumulada por los siglos de los siglos. El laborista Tony Blair, en 1999, quiso abolir la totalidad de quienes habían heredado un escaño en la Cámara Alta del Parlamento británico, la Cámara de los Lores, aunque tuvo que dejar a 92, de los 800 hereditarios, o vitalicios que por entonces formaban la institución. Algunos fueron reemplazados por "nombrados". La reforma constitucional que introducirá el Partido Laborista si gana las elecciones de 2024 la ha redactado el ex primer ministro, Gordon Brown, y eliminará los 92 lores hereditarios que quedan.

A día de hoy, los miembros de la Cámara de los Lores son 784 personas, nombradas o asignadas de forma diversa: 26 obispos, por ser obispos; 92 hereditarios, por ser hijos o herederos de quien son; otros, distinguidos con el título de lord, por méritos varios, que conlleva un escaño en la institución legislativa; otros, nombrados a dedo por los primeros ministros salientes o por una comisión multipartidista. No es de extrañar que el peculiar sistema de selección haya generado el chiste siguiente: ¿Cuál es la diferencia entre las ratas y los lores? Todos habitan Westminster, pero los lores tardan más en ser extinguidos que los roedores.

Varios miembros de la Cámara de los Lores charlan antes de la ceremonia de Apertura del Parlamento, el pasado mayo, en Londres. E.p./dpa/Alastair Grant
Varios miembros de la Cámara de los Lores charlan antes de la ceremonia de Apertura del Parlamento, el pasado mayo, en Londres. Alastair Grant / EUROPA PRESS/DPA

El Partido Laborista ha anunciado esta semana que incluirá en su programa electoral la abolición de la Cámara de los Lores, y la sustituirá por una cámara electa. Con frecuencia, se critica a los lores, de mayoría masculina, raza blanca e ingresos altos, por no representar el tejido social del Reino Unido actual, ni por clases sociales, género, etnias o ámbitos territoriales.

El anuncio del Partido Laborista de abolir la Cámara Alta ha generado diferentes reacciones. En general, ha producido menos impacto que la reforma de Tony Blair en 1999. Los británicos llevan dos décadas acostumbrados a que la vieja aristocracia no herede voz y voto en el proceso legislativo y político. Han sobrevivido.

El profesor en derecho constitucional de la universidad de Londres, Robert Hazell, en declaraciones a Público explica que "la historia de reformas previas nos enseña que salen adelante si son graduales. Keir Starmer puede tener más éxito si empieza por reducir el control político de los nombrados a la Cámara de los Lores, puesto que la creación de una nueva segunda cámara exigirá legislación y será más complicado".

La abolición del derecho hereditario en la Cámara de los Lores, por obsoleto y no democrático entre otras razones, conlleva el interrogante sobre su validez en otras instituciones como la monarquía. ¿Si la herencia biológica no es adecuada para una institución cómo puede serlo para la otra? "No tiene sentido el elemento hereditario en el poder legislativo, es diferente en la monarquía, puesto que carece de poder político", opina el profesor Hazell.

Del mismo parecer es su colega de la University Collegue London (UCL), Bob Morris, quien cree que "la monarquía hereditaria asegura la imparcialidad de la jefatura del Estado, puesto que, en el terreno político, todos los protagonistas están vinculados a los partidos; la monarquía es compatible con la democracia".

La opinión de estos dos académicos de que la monarquía es neutral y compatible con la democracia es distinta del parecer de Will Hutton, politólogo y autor de The state we're in (El Estado en el que estamos), entre otros títulos de análisis político en Reino Unido. "El principio hereditario es inadmisible; los lores constituyen un anacronismo, las democracias necesitan una segunda cámara que debe ser elegida en lugar de nombrada", opina Hutton, quien adelanta que la reforma anunciada por el Partido Laborista introducirá representación territorial (Escocia, Gales e Irlanda del Norte) en la Cámara Alta.

El rey Carlos III charla con Felipe VI, en su reciente encuentro en Clarence House, en Londres. REUTERS/Yui Mok/Pool
El rey Carlos III charla con Felipe VI, en su reciente encuentro en Clarence House, en Londres. Yui Mok/Pool / REUTERS

Las encuestas de opinión son, de momento, favorables por amplios márgenes al Partido Laborista y a su líder Keir Starmer. El sunami político protagonizado por el Partido Conservador en el gobierno, con sus tres primeros ministros en 45 días en septiembre y octubre pasado, ha colocado a los tories como la segunda opción para gobernar en los sondeos de opinión. Faltan dos años para las próximas elecciones. Como tarde deberán celebrarse en enero de 2025, aunque se prevé que se convoquen en 2024.

Entre las numerosas organizaciones en favor de la reforma política en Reino Unido está Unlock Democracy, cuyo director, Tom Brake, explica: "En una democracia ninguna cámara puede ser un lugar en el que los legisladores están allí por derecho hereditario o porque han dado grandes sumas de dinero a un partido; lo primero que tienen que hacer para reformarla es involucrar a la gente a través de asambleas de ciudadanos para decidir qué tipo de cámara debe ser la que sustituirá a la actual".

En opinión de Brake, "la reforma de Tony Blair fue muy tímida porque la Cámara Alta continúa siendo una cámara de casi 800 miembros, resulta demasiado grande y excesivamente cara para funcionar en una democracia moderna". El parecer del director de Unlock Democracy de que la reforma de 1999, que eliminó la mayoría de los lores hereditarios fue "tímida", contrasta con el del profesor Hazell quien cree que la criba de lores que hizo el primer ministro a finales del siglo XX ha sido determinante para agilizar la institución.

"Antes de 1999, la mayoría de lores eran conservadores que sabían bien que no tenían legitimidad para legislar; después de 1999 se convirtió en una cámara más efectiva para revisar la legislación. Los gobiernos laboristas de Tony Blair y Gordon Brown solo perdieron cinco votaciones en los Comunes de 1997 a 2010; en los Lores perdieron más de 500 veces". Al final del proceso legislativo, prevalece la Cámara de los Comunes o Baja.

Para Will Hutton, "el nombramiento de lores ha empeorado, desde 1999, el dinamismo de la cámara porque ha potenciado los nombrados de partidos políticos y ha debilitado la legitimidad de la institución".

El Partido Laborista presentará en las próximas semanas la letra pequeña de la reforma constitucional, que incluirá en su programa político para la próxima contienda electoral. Respecto al Brexit, no son partidarios del regreso a la Unión Europea, a pesar del aumento de los que reconocen haberse equivocado al votar por la salida. El derecho hereditario y el sistema de nombramientos a la Cámara Alta es otro asunto.

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