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Los libaneses temen una guerra tras la invasión israelí de Gaza: “Sería una verdadera catástrofe”

Los enfrentamientos entre el Ejército israelí de ocupación y Hizbulá continúan en la frontera sur del país, con el temor de pueda desencadenar un conflicto mayor.

Una unidad militar israelí con un tanque durante maniobras en Galilea Occidental, mientras vigilan la frontera con el Líbano, al norte del país. EFE/EPA/ATEF SAFADI

Fátima Subeh

El Líbano tiene el corazón en un puño desde que Hamás lanzara un ataque sorpresa contra Israel el pasado día 7 de octubre, al que el Gobierno de Benjamin Netanyahu respondió con bombardeos indiscriminados contra la Franja de Gaza y una posterior invasión terrestre. Además, el Gobierno israelí desplegó tropas a lo largo de su frontera norte con el Líbano y se inició un intercambio de ataques entre el Ejército israelí y las milicias de Hizbulá que controlan esa zona.

“Como medida de precaución me marché junto a mi familia, cuando comenzó todo en Gaza, a la casa de un pariente cerca de Beirut; pero no en la misma ciudad porque tampoco sería seguro en caso de una guerra total”, cuenta a Público Hassan Safi, un libanés de 37 años que reside en la pequeña localidad de Quennarite, al sur del país.

Hizbulá, enemigo número uno de Israel en Oriente Medio, respaldado por Irán y una de las fuerzas paramilitares más potentes de toda la región, es un partido-milicia del Líbano que surgió en los años 80 del siglo pasado durante la guerra civil libanesa que desangró al país árabe durante 15 años (1975-1990). Desde entonces, han sido numerosas las veces en las que sus milicias e Israel se han enfrentado en combates.

“Es bien sabido en el sur (del Líbano) que cualquier evento que involucre a Israel y otro partido opuesto (Hamás o Hizbulá) podría conducir a una guerra devastadora”, dice Safi, convencido de que una contienda abierta en estos momentos se convertiría en una tragedia sin precedentes para el Líbano.

La república libanesa está sumida en la peor crisis económica, política y social de toda su historia. En los últimos cuatro años, su moneda, la libra libanesa, ha perdido prácticamente todo su valor y los niveles de inflación son estratosféricos. Esto se suma a las protestas multitudinarias de la Revolución de Octubre en 2019, contra la corrupción de un Estado fallido e incompetente, así como a la pandemia de la covid-19 y la explosión del puerto de Beirut, en agosto de 2020, que redujo a escombros y polvo más de la mitad de la capital. Todos estos infortunios han empujado al 80% de la población a vivir por debajo del umbral de la pobreza. 

Frente a este panorama, la estrategia de Hizbulá pasa por “no salirse de las normas de confrontación establecidas”, opina Safi, y así no llevar al país a un abismo mayor del que ya se encuentra sumido.

Estas normas hacen referencia a los asiduos ataques entre los dos bandos, pero que se controlan para que no desemboquen en una guerra abierta. Enfrentamientos que tienen como punto clave las Granjas de Shebaa, en territorio libanés ocupado.

En el caso de que Israel decidiese atacar Líbano, “saltándose esas mismas normas de confrontación”, entonces “sucederá lo que Netanhayu desea, exactamente lo mismo que pasó en 2006, cuando Israel forzó la guerra”, remarca.

En aquel año se produjo la última gran confrontación, que se saldó con la retirada de las tropas israelíes del Líbano, hecho que fue considerado por Hizbulá como una victoria histórica. Pero aquellos sucesos causaron al país más de un millar de muertos y las infraestructuras civiles quedaron hechas pedazos.

Una columna de humo se eleva sobre una parte del Líbano, vista desde la frontera de Israel. REUTERS/Violeta Santos Moura

Safi señala que, aunque la contienda se presente como una pugna religiosa, “cosa que históricamente se ha usado como herramienta para instrumentalizar conflictos”, en este caso "el juego religioso lo está jugando sobre todo la parte israelí, seguidores de lo que denominan Sión, la tierra prometida”.

En opinión de este libanés, en el otro bando beligerante sus seguidores pertenecen a distintas religiones: “musulmanes de todas las ramas, cristianos e, incluso, judíos”. 

Tanto Hizbulá (musulmanes chiíes) como Hamás (musulmanes suníes) son organizaciones nacionalistas donde la religión es un componente secundario. El objetivo principal de ambas es la defensa del territorio.

Muestra de ello es que en la lista electoral de Hamás en Gaza, que ganó las elecciones en 2006, había palestinos cristianos, mientras que Hizbulá ha contado con el apoyo y reconocimiento de algunos cristianos en el Líbano como, por ejemplo, la reconocida cantante Julia Butros.

Safi reflexiona sobre el ataque de Hamás del 7 de octubre, en el que murieron 1.400  personas, y la masacre que Israel está cometiendo en Gaza, donde se cuentan por miles los asesinados. Opina que la única solución viable al conflicto actual pasa porque el Gobierno de Tel Aviv detenga “definitivamente sus matanzas masivas y acepte la propuesta de crear un verdadero Estado palestino”.

La libanesa Dana Makki escucha a diario los bombardeos del ejército de ocupación desde su casa en la localidad de Froun, muy cerca de la frontera libanesa-israelí, en la conocida Línea Azul de demarcación establecida por la ONU hace 20 años. Allí se encuentra la FINUL (Fuerza Interina de Naciones Unidas en el Líbano), constituida para garantizar la retirada de los soldados israelíes del territorio libanés y en la que se encuentran casi 700 soldados españoles, según informó este mes de octubre la ministra de Defensa, Margarita Robles.

Esta joven, de 24 años, relata a Público que los combates de las dos últimas semanas le han obligado a ella y a su familia a refugiarse en Beirut “hasta en dos ocasiones”. “Israel bombardea los pueblos que están en la frontera y la resistencia responde. A veces nuestra casa retumba por los ataques”, afirma sin perder la calma. Según Makki, “el sur del Líbano está acostumbrado a la guerra".

El periódico libanés An Nahar recoge que fuentes de Hizbulá habrían dado la cifra de 37 combatientes muertos hasta el pasado martes a causa de los bombardeos israelíes en la zona. El pasado día 13, el periodista libanés de Reuters Issam Abdallah murió en un ataque israelí en la zona de Alma Al Shaab, mientras cubría el conflicto junto a un grupo de periodistas de distintos medios internacionales que resultaron heridos.

Los refugiados palestinos en el Líbano

Desde 1948, miles de palestinos se establecieron en el Líbano expulsados de sus tierras por la ocupación israelí. Es el caso de Hala Marie. En su relato a Público explica que aquel año su familia se vio obligada a exiliarse al Líbano cuando el Ejército israelí los desterró de Acre, una ciudad costera del norte de Palestina y ocupada por Israel desde la creación de su Estado.

Sus familiares se instalaron en el campo de refugiados de Al Bass, en el sur del Líbano y a menos de 20 kilómetros de la frontera. Se trata de uno de los doce campamentos de refugiados palestinos que se reparten por todo el país.

Según datos de la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo), en el Líbano hay registrados más de medio millón de refugiados palestinos que no tienen los mismos derechos que la población libanesa. Tienen prohibido, por ejemplo, ejercer hasta 39 profesiones y no son considerados formalmente como ciudadanos.

Las condiciones de vida en los campos son extremadamente difíciles y hay un déficit enorme de infraestructuras: “Estamos cercados, hay una entrada y una salida en cada uno de los tres campos, aquí, en el sur. No se puede construir, no hay un buen sistema eléctrico y la luz se corta habitualmente. La mayoría de las personas no tienen trabajo. La situación del Líbano económicamente es terrible y afecta aún más a los refugiados palestinos”, lamenta Marie.

Todos ellos, que en su mayoría ya han nacido y se han criado en estos campamentos de refugiados, no conocen Palestina, viven la situación actual con “mucho miedo e impotencia” por los “crímenes que está cometiendo Israel en Gaza” y con temor a que “la guerra estalle también en el Líbano", concluye la joven palestina.

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