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María José Pizarro, vicepresidenta del Senado de Colombia: "No vamos a deponer nuestro empeño de alcanzar la paz"

María José Pizzaro en una imagen de archivo.
María José Pizarro en una imagen de archivo.

María José Pizarro (Bogotá, 1978) es la vicepresidenta del Senado de Colombia y una de las caras visibles del Pacto Histórico, la alianza electoral que llevó a Gustavo Petro al poder en 2022, convirtiéndose en el primer presidente de izquierdas en la historia del país. Pizarro es una de las responsables de impulsar las ambiciosas reformas sociales prometidas por Petro en el parlamento, donde la izquierda está en minoría. Una tarea nada fácil que implica reveses como el reciente rechazo del proyecto de ley para legalizar el comercio de marihuana, impulsado por Pizarro.

La senadora es hija del exguerrillero Carlos Pizarro, asesinado en 1990 cuando había dejado las armas y era candidato presidencial. Quizá su historia familiar explica el firme compromiso de María José Pizarro con la política de paz total del Gobierno Petro, que pretende acabar con el conflicto armado en Colombia negociando con los diversos actores armados que actúan en el país, desde la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) a grupos paramilitares y organizaciones de narcotraficantes que controlan amplios territorios. Pizarro, que además de senadora es miembro del equipo que negocia con el ELN, recibe a Público en el Palacio del Congreso, en la Plaza Bolívar de Bogotá.

Gustavo Petro llegó al poder hace casi año y medio. ¿Cuáles han sido los principales resultados concretos del Gobierno?

Lo primero fue la reforma tributaria, que logra gravar a los más ricos, que ejerce más justicia tributaria y permite un recaudo importante para implementar el paquete social del presidente. El Plan Nacional de Desarrollo que es la hoja de ruta de este Gobierno. La política de paz total también es importantísima. La Corte Constitucional ha hecho algunas modificaciones, pero en términos generales la ley de paz total sigue y eleva la paz a una política de Estado.

"La ley de paz total sigue y eleva la paz a una política de Estado"

Avanza la reforma agraria, si bien hay una serie de leyes que ralentizan el proceso. La reforma agraria va en línea con lo que el presidente prometía: dejar la dependencia del carbón. Una de las fuentes más importantes de exportaciones de Colombia son los alimentos (por delante están el petróleo y el carbón); si la reforma agraria logra acelerar el ritmo podríamos cambiar esa matriz de dependencia. También hay un empeño muy fuerte en términos energéticos; ya están en marcha las comunidades energéticas, importantes para descarbonizar la economía. Se ha logrado disminuir el ritmo de deforestación de la Amazonía, el presidente es una voz mundial en la defensa ambiental.

Hay logros importantes en el ámbito internacional: la nueva política de drogas ha sido respaldada por el Gobierno de Estados Unidos, se ha logrado poner la discusión a nivel mundial sobre la necesidad de abordar este tema de una manera completamente diferente. [Petro] ha liderado la denuncia del genocidio contra el pueblo palestino, al cual se han sumado el Gobierno español y otros gobiernos. Al principio tuvo unos costos muy importantes y ahora el tiempo nos da la razón.

Reformas importantes como la de la salud, las pensiones o la laboral están en trámite o bloqueadas en el Parlamento. Teniendo en cuenta que el Pacto Histórico no tiene mayoría parlamentaria, ¿cómo se pueden aprobar estas reformas?

El Gobierno habla de un gran acuerdo nacional. Estamos en conversaciones con distintos sectores económicos del país y por supuesto con sectores políticos. El mismo presidente se ha reunido varias veces con el expresidente Álvaro Uribe para sacar adelante las reformas. El apoyo social va a ser fundamental porque el clima en el Congreso no es el más sencillo. En Colombia hay sectores políticos parlamentarios que ejercen el chantaje para agendar o discutir las reformas, o formar el quorum. Esta práctica debe ser erradicada, lo que debe primar es el debate, los intereses ciudadanos por encima de intereses individuales y partidistas.

¿Ha mejorado la vida cotidiana de las clases populares desde la llegada al poder de Petro?

Creo que podría mejorar muchísimo más. Hay algunas cosas que han cambiado pero todavía no se ha sentido en profundidad la llegada de un gobierno progresista, por la misma dinámica del Estado. Si cualquier contratación tiene que hacerse de una manera compleja que termina favoreciendo a ciertos conglomerados, resulta difícil. Además la Fiscalía está abiertamente en contra del Gobierno, la Procuradoría ha solicitado que se tumben varias medidas, la Corte Constitucional ha tumbado varias medidas de emergencia para La Guajira, una región terriblemente golpeada y a la que no ha llegado el Estado colombiano.

Eran decretos para atender con urgencia la situación alimentaria de los niños que se están muriendo de hambre o la situación del acceso al agua. Si se empiezan a caer estos decretos, no se puede actuar con toda la prontitud. Creo que no se nota aún, pero en un tiempo, si todo sigue su buen rumbo, la gente empezará a notar cambios en su vida cotidiana. Necesitamos una ejecución mucho más eficaz.

Además de los actores jurídicos que señala, ¿cuál es la principal oposición al Gobierno?

Nosotros no tenemos prevención para hablar con nadie. Nos sentamos inclusive con nuestros mayores contradictores, que son todos los poderes que se aglutinan alrededor del Centro Democrático [partido del expresidente Uribe]. Estamos hablando de grandes terratenientes con los que esperamos avanzar en la compra de tierras. Decían que íbamos a expropiar. No, no se ha expropiado, se están comprando las tierras para entregárselas a los campesinos. Incluso dos de las figuras más visibles del Centro Democrático hacen parte de las delegaciones del Gobierno en las negociaciones de paz.

"No se ha expropiado, se están comprando las tierras para entregárselas a los campesinos"

Se tiene un diálogo muy difícil a veces con ciertos medios de comunicación –no son todos, pero hay algunos que actúan con pugnacidad y desinformación de manera muy frontal, como la revista Semana–. Pero nosotros no estamos cerrados al diálogo. Es de lamentar que quien más haga oposición sea la Fiscalía [y] la Procuradoría. En términos de los partidos políticos, están en oposición algunos congresistas que se hicieron elegir en partidos progresistas, como el Partido Verde.

Varias encuestas muestran una caída de la popularidad del presidente y las elecciones territoriales de octubre se interpretaron como una derrota de la izquierda. ¿Qué han hecho mal en el primer año de mandato?

No lo tomo como una censura o un voto de castigo al Gobierno nacional, sino a los Gobiernos locales, que muchos de ellos estaban en manos en teoría de sectores progresistas. Nosotros [el Pacto Histórico] éramos una fuerza marginal, no llegábamos al 10% del voto, ahora tenemos gobernadores, alcaldes, concejales, diputados.

"He propuesto la fusión de los partidos que componen el Pacto Histórico"

En términos de autocrítica, yo he propuesto la fusión de los partidos que componen el Pacto Histórico, porque es la única forma de mantener y crecer. Somos un gran número de fuerzas y partidos que en solitario no tendrían ninguna posibilidad de competir. Si compartes un mismo modelo de país, una ideología relativamente cercana, el sentido de una coalición tendría que ser confluir en un solo partido, de manera que podamos construir un bloque importante de la izquierda dentro de un frente nacional. Por eso hay un gran número de gobernadores que, aunque no fueron elegidos como Pacto Histórico, se han acercado al Gobierno con la voluntad de formar este gran frente amplio a nivel local.

Más allá de las elecciones territoriales, las encuestas muestran la caída de la popularidad del presidente. ¿Se han cometido errores de gestión o por parte de Petro que lo expliquen?

Creo que las comunicaciones tienen que ser mucho más asertivas, lo que se hace tiene que llegar a la ciudadanía. Si no tenemos como aliados a los medios de comunicación, tendremos que encontrar otros mecanismos para llegar a la ciudadanía.

En segundo lugar, decisiones muy difíciles que ha tenido que tomar el Gobierno como subir el precio de la gasolina, herencia del desastre que nos dejaron los gobiernos anteriores. Teníamos un déficit inmenso en el fondo de subsidio de la gasolina. Habría sido un desastre en términos económicos no subir el precio de la gasolina y eso impacta en la economía familiar. [Son] decisiones que tienen un costo político muy importante.

María José Pizarro en una foto de archivo
María José Pizarro en una foto de archivo.

El Gobierno se ha propuesto lograr acuerdos de paz con todos los grupos armados ilegales del país. ¿Veremos una Colombia en paz en 2026?

Ese es nuestro empeño, pero no depende solo de nosotros. Depende de los mismos grupos armados y de la ciudadanía, que fue muy efectiva en las movilizaciones en el proceso de paz con las FARC [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia] y en cambio muy silenciosa en esta apuesta por la paz total del Gobierno nacional. [La paz total] busca pacificar realmente el país, una seguridad que no es la de la imposición, es la seguridad del silencio de los fusiles. La ciudadanía puede tener muy claro que nosotros no vamos a deponer nuestro empeño de alcanzar la paz. Creemos en la salida negociada a los conflictos, creemos que se pueden transformar las fuerzas armadas en una fuerza mucho más humana.

"Creemos que se pueden transformar las fuerzas armadas en una fuerza mucho más humana"

Uno de los grandes logros de este Gobierno es que la fuerza pública ha recobrado la confianza ciudadana. El Gobierno ha exigido un comportamiento distinto, hay una mirada distinta hacia las fuerzas militares. Tenemos al ministro de Defensa recorriendo diversos territorios pidiendo disculpas por el asesinato extrajudicial de más de 6000 jóvenes, los mal llamados falsos positivos [el Ejército asesinaba civiles para engrosar las listas de supuestos guerrilleros eliminados].

Gustavo Petro llegó al poder impulsado por las fuertes movilizaciones sociales del paro nacional, en 2019 y 2021. ¿Qué relación mantiene el Gobierno ahora con los movimientos sociales?

Nosotros no tenemos las grandes marchas que se vieron en [contra] del Gobierno pasado porque estamos trabajando. Una de las grandes reivindicaciones del movimiento estudiantil era la universidad gratuita, las matrículas gratis, y eso ya es una ley que el próximo semestre se estará implementando.

Hay conversaciones muy importantes con los sindicatos. Se subió el salario mínimo el año pasado como nunca se había subido, un 16%. Esa cercanía con el movimiento sindical ha permitido movilizaciones en favor del Ejecutivo, inclusive con sectores indígenas y afro, con los que hoy hay una mayor horizontalidad en la discusión. Antes había una participación para ir y recibir un refrigerio, no para incidir realmente en las decisiones del Gobierno. El Plan Nacional de Desarrollo [ha sido] construido con cientos de espacios de participación, eso no había sucedido en la historia de nuestro país.

La vicepresidenta Francia Márquez tuvo mucha importancia en la elección de Petro. ¿Qué rol está jugando en el proyecto de cambio político?

Hoy es vicepresidenta y ministra, tiene la tarea dificilísima de montar un ministerio de igualdad, con cinco viceministerios y un gran despliegue territorial para lograr superar la desigualdad en nuestro país.

En Argentina acaba de asumir la presidencia el ultraderechista Javier Milei, el Gobierno chileno de Gabriel Boric está en una situación difícil y Lula gobierna sin mayoría parlamentaria en Brasil. ¿Cómo ve la situación de la izquierda en América Latina y qué rol puede jugar Colombia en el eje de Ejecutivos progresistas?

Creo que Colombia debe asumir el liderazgo regional. Tenemos un modelo de desarrollo que cuestiona la forma en que se soportó el paquete social en las energías fósiles, que pone América Latina en una discusión importantísima alrededor de la protección de nuestras estructuras ecológicas. Colombia tiene un gran liderazgo en este momento.

"Colombia está entre las dos Américas, podemos ejercer ese papel de conexión entre el continente americano"

La integración regional no pasa solamente por un mecanismo de integración como Unasur, la CELAC o cualquiera de los que hoy existen, sino por relaciones mucho más profundas entre el progresismo latinoamericano. México es un faro importante porque es el único con vocación de continuidad; es prácticamente seguro que tendremos a una líder del partido MORENA al frente en México. Nosotros, que estamos entre las dos Américas, podemos ejercer ese papel de conexión entre el continente americano.

La democracia ha cambiado. Hace algunos años, cuando llegó la primera ola progresista, no eran extraños gobiernos largos. Hoy la democracia cuestiona que se reelija a una persona de manera sucesiva.

Creo que es una gran reflexión que hace el progresismo latinoamericano, la necesidad de formar cuadros y liderazgos capaces de recoger la posta y continuar. Es decir, que se fortalezca el proyecto político por encima del liderazgo individual. A veces se fortalece tanto al caudillo que se debilita el proceso.

"Estamos enfrentándonos a un mundo que vira a la derecha, con un discurso muy fuerte de sectores fascistas"

Lo que sucede en Argentina es un revés para el progresismo en el continente. Estamos enfrentándonos a un mundo que vira a la derecha, con un discurso muy fuerte de sectores fascistas. La financiación y la inyección de recursos a las campañas políticas de la extrema derecha deberían ser revisadas porque hay un desequilibrio muy fuerte en las contiendas.

En Colombia está prohibida la reelección presidencial. ¿Está garantizada la sucesión dentro del Pacto Histórico?

No, todos [los líderes] están en formación. La responsabilidad nuestra es reforzar la cohesión del proyecto político, no entrar en una disputa por el liderazgo.

¿Usted se vería como candidata presidencial?

Yo me estoy preparando para asumir cualquier tarea, pero para ello me tendré que haber ganado no solo el cariño, el respeto y la confianza de la fuerza política, sino también del país. Es un camino de largo aliento.
Pero por ahora la mayor responsabilidad es cohesionar nuestra fuerza política y construir este gran frente amplio. Solos no vamos a ganar. La izquierda no ganó sola, ganó con otros sectores políticos democráticos. Ese camino avanzado tiene que consolidarse de cara al 2026 con un gran frente amplio en defensa de la democracia, la paz y la superación de la desigualdad, frente a posiciones mucho más retrógradas, de ultraderecha, que también se fortalecen en nuestro país.

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