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Los mexicanos, escépticos sobre la guerra al narco

La corrupción y los excesos policiales ensombrecen la lucha contra la droga.

SERGIO RODRÍGUEZ

En Tijuana, a diferencia de otros lugares de la frontera, sus habitantes cuentan, dan opiniones y analizan la situación del narcotráfico. No es como en otros lugares, donde los pobladores, al hablar de este tema, bajan la voz y, en sigilo, hablan sin mirarte a los ojos.

Más allá de que el asunto sea complicado, el Gobierno de Felipe Calderón lo situó como el punto más importante de la agenda nacional. El presidente ha declarado una guerra al narco, pero la realidad es que la percepción de la ciudadanía sobre cómo va la contienda no es buena. Tan sólo en el mes de mayo 493 personas fueron ejecutadas; de ellas, 64 eran miembros de alguna fuerza pública.

En la percepción de muchos tijuanenses, sin embargo, no existe tal guerra entre las instituciones policiales y militares y el narco. Mariana, tijuanense que se dedica a vender artesanía en el mercado local, señala que 'sí hay acciones como las de una guerra, pero en realidad son los ajustes entre los distintos cárteles y la policía, porque ¿a quiénes están matando? A policías, sí, pero todos comandantes, de los que están también peleándose por la plaza.'

No hay que olvidar que, recientemente, el comandante de la segunda región militar ubicada en Baja California, el general Sergio Aponte Polito, le envió una carta al procurador general (fiscal general), Rommel Moreno Manjares, en la que entre otras cosas se preguntaba sobre 'la decepción que causa saber que quienes tienen la encomienda de hacer cumplir la ley, sean los que la vulneran por tener vínculos con la delincuencia organizada'.

Para Guillermo, trabajador de un bar de la céntrica avenida Revolución, son los impresionantes operativos militares, las constantes patrullas del Ejército, la Armada y la Policía federal y local, las que tienen a la gente con miedo.

'Son ellos los que andan asustando, deteniendo a la gente, pero luego uno se entera después de que también son quienes secuestran, y que muchos narcotraficantes son o fueron policías y hasta militares'.

Las escenas y noticias de las muertes, secuestros y enfrentamientos a balazos ya no sorprende a los tijuanenses, señala Alberto Cruz, habitante de esta ciudad.

'Como que ya nos vamos acostumbrando a que así es, y ya ni siquiera vemos los noticiarios. Sí, es preocupante, porque ya vivimos la violencia como cosa cotidiana, ya no nos sorprende, ya pensamos que es así, y sólo podemos intentar protegernos.'

Mientras tanto las radios locales se han comprometido a no emitir los narcocorridos, la popular versión del tradicional corrido mexicano en el que ahora se exaltan las hazañas de los narcos. Esta medida comenzó a aplicarse en el año 2002, pero ha sido en este año cuando el gobernador de Baja California ha insistido para que los medios de comunicación 'no fomenten la narcocultura'.

En vano. Los narcocorridos - que representan 'el 80% de las peticiones del público', según Mónica, empleada de una estación radiofónica-, se pinchan en emisoras estadounidenses de San Diego y California, que se captan y escuchan en Tijuana.

Los mexicanos no comparten el optimismo oficial sobre la guerra emprendida por el presidente Felipe Calderón contra los cárteles de la droga. Según un sondeo publicado por el diario Reforma, el 53% de los 1.515 encuestados considera que el Gobierno está siendo derrotado por los narcos, mientras que sólo el 24% da las de ganar a las autoridades. El resto no se pronuncia.

Mayo ha sido el mes más violento desde diciembre de 2006, cuando Calderón accedió a la presidencia, pero la derrota contra los narcos que la mayoría de los mexicanos atribuye al presidente no parece afectar a su popularidad según el sondeo. El 64% de los encuestados aprueba su gestión como jefe de Estado. 

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