Históricamente, cuanto más avanza el feminismo, más dura es la reacción contra sus logros. Esta ha sido siempre una realidad, tanto en las democracias consolidadas como en los regímenes autoritarios donde las mujeres han tenido que luchar contra el propio sistema. 

La ultraderecha arremete constantemente contra los avances feministas. Pero ¿por qué lo hace? Los ataques al feminismo y a los derechos LGTBI son el andamio político sobre el que se asientan estos grupos y partidos políticos. Es la estrategia que emplean para conseguir atención y espacio mediático y, en última instancia, apoyo para su causa contra los derechos de las mujeres. 

Vox forma parte de este entramado de la ultraderecha internacional nacida y promocionada desde Estados Unidos. Esta razón explica, en el caso de España, los continuos ataques al movimiento feminista en general y al ministerio de Igualdad en particular.

Los dos grandes bulos

Hay dos grandes pilares que sustentan su mensaje. Por un lado, el bulo de que las políticas feministas perjudican a los hombres. Y, por otro, que la educación en igualdad sirve para adoctrinar a los menores. En el primer caso, esparcen desinformación sobre denuncias falsas para defender que son los hombres los discriminados.

Y en el segundo caso hablan de "la ideología de género". Vox no ha dudado en proponer medidas como el denominado pin parental, que, al fin y al cabo, es un intento de censurar la educación basada en la igualdad. En América Latina, la ultraderecha ha lanzado campañas similares, bajo el lema "no toquen a los niños".

Quiénes están detrás

Detrás de esta cosmovisión reaccionaria de la vida, no solo hay partidos políticos, también medios de comunicación como 7NN, organizaciones ultracatólicas como Hazte Oír o sectas secretas, como el Yunque.

Todos estos grupos aguardan objetivos similares: promover la familia tradicional, mantener la división de los roles de género y relegar a la mujer de la vida pública.