Opinión
Muchas mentiras y pocos ignorantes ante el apagón
Diputado de los Comuns y portavoz de Energía de Sumar en la Comisión de Transición Ecológica del Congreso de los Diputados.
Ante tanto ruido y bulos sobre las causas del apagón, qué tal si empezamos por las certezas que sí conocemos. Siendo conscientes de que tener una foto completa de lo que ha ocurrido puede tardar semanas o incluso meses.
Las causas del apagón no se explican con una única respuesta. Para entender y simplificar lo ocurrido podemos identificar tres momentos clave. El origen de la oscilación del sistema, el apagón general y la recuperación.
¿Qué originó la primera oscilación?
Sabemos que hubo una caída de una instalación de generación eléctrica en el suroeste de España. Ésta se logró contener, pero apenas un segundo y medio después, una segunda caída desató una oscilación de la red que ya no se pudo estabilizar. Identificar qué instalaciones y por qué cayeron nos aportará luz sobre el origen de la oscilación fuerte de la red. Hasta entonces, lo que sí podemos asegurar es que esas centrales no cayeron porque hubiera un exceso de demanda o de producción, ni un exceso de renovables como se ha dicho. La producción y demanda del sistema eléctrico en el momento de la caída era de total normalidad. De hecho, la propia Red Eléctrica ha descartado que el apagón tuviera nada que ver con las renovables.
¿Qué originó el apagón general?
Lo preocupante no es que una central eléctrica pueda caer. Eso, de hecho, pasa frecuentemente en el sistema, incluso tenemos caídas de centrales nucleares. Lo más preocupante y donde deberíamos prestar más atención es porque una caída de una central contagió todo el sistema hasta provocar un apagón general. Y conviene de nuevo diferenciar tres momentos muy distintos y con responsabilidades que nada tienen que ver:
En primer lugar, ¿por qué no se pudo estabilizar la perturbación? Aquí es donde Red Eléctrica —y los grandes operadores privados que gestionan el sistema— deben dar explicaciones de por qué falló la red de protección. Este es el origen real del apagón. Porque un problema puntual, que ocurre muy a menudo y volverá a ocurrir, se convirtió en un problema general.
Si concebimos la red eléctrica como una infraestructura estratégica y la energía como un derecho, entonces debemos avanzar con determinación hacia un modelo de control público y democrático del sistema. Porque un país no puede estar expuesto a que una cadena de decisiones privadas ponga en jaque su seguridad energética.
En segundo lugar, una vez no se consiguió estabilizar la oscilación entra en escena Francia. Se ha hablado mucho de la importancia de la interconexión con Francia para la recuperación del sistema, de eso hablaré más adelante. Pero hay que tener presente que en el momento que Francia detectó la oscilación se desconectó de la península para protegerse y no propagar la caída. En el momento que Francia se desconectó evidentemente todos los sistemas se desconectan automáticamente porque la oscilación ya era un tsunami. Los famosos 15 GW, el 60% del consumo total de electricidad de toda la península ibérica.
Se ha hablado mucho de los 15 GW centrándolos en las energías eólicas y fotovoltaicas. Pero la realidad es que el colapso fue general: se desconectó el 100% de la nuclear, el 55% de la solar, el 40% del gas y el 40% de la eólica. Cayó todo el sistema. Esto sin lugar a duda no es la causa del apagón sino la consecuencia de este y afectó a todas las instalaciones de electricidad.
¿Cómo nos recuperamos?
Finalmente queda por analizar cómo fue la recuperación. Aunque esas horas nos parecieron eternas y tuvieron un impacto social y económico demoledor, la realidad es que para lo que había pasado recuperar prácticamente el sistema en poco más de 15 horas fue un logro de primer nivel. Y aquí sí me gustaría poner en valor la celeridad y el trabajo titánico realizado por Red Eléctrica.
Y ahora sí, una vez controlada la crisis, las interconexiones con Francia y Marruecos ayudaron a restablecer los servicios del mismo modo que las instalaciones más flexibles como la hidráulica y los ciclos combinados. Estos elementos son importantes para un proceso de recuperación a los que deberíamos ser capaces de sumar en los próximos años sistemas de acumulación de energía masivos, grandes baterías.
Pero volvamos al inicio del artículo, a ese contundente "o mienten o demuestran su ignorancia” con el que el presidente Sánchez se refería a los que vinculan el apagón eléctrico a la falta de energía nuclear. ¿Faltaban nucleares? Rotundamente no. No sólo no fueron la solución, sino que, en muchos aspectos, formaron parte del problema. Porque se tuvo que derivar energía para garantizar la estabilidad de sus núcleos y no para recuperar el sistema. Y porque cuatro días después del apagón dos de los siete reactores siguen parados. Si el sistema eléctrico español dependiera de las centrales nucleares aún seguiría el apagón eléctrico. Así, una mayor presencia de energía nuclear habría conllevado una recuperación más lenta y una energía más cara con el impacto económico que eso supone. Y en un país donde la factura eléctrica ya asfixia a miles de familias, eso también importa.
Por todo ello, podemos afirmar que los que han intentado utilizar este apagón para atacar a las renovables o defender las nucleares no han aportado claridad, sino confusión. Han hecho un flaco favor al debate que necesitamos para entender lo ocurrido y decidir con rigor el camino a seguir. Lo que sí sabemos es que muchos de ellos no son ignorantes, mienten, sí, porque tienen sus intereses y negocios en ello.
Este episodio nos deja en pocos días muchos aprendizajes. Nos señala la importancia de la gobernanza pública, de avanzar en sistemas de respaldo ante incidencias, de mejorar los mecanismos de detección y protección, de consolidar una red mallada y una generación descentralizada para mayor autonomía y resiliencia y de la necesidad de desplegar infraestructura de almacenamiento. A nada de todo esto responden las centrales nucleares, son todo lo contrario, por contra las renovables sí son un camino para contribuir a ello y a la democratización del sector eléctrico.
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