Opinión
Te quiero libre

Por Marga Ferré
Presidenta de Transform Europe
-Actualizado a
Te quiero libre. La primera vez que vi este lema fue en los años 90, impreso en una pegatina feminista que me encantó. Combinaba a la perfección con otro que se quedó grabado en mi mente desde que una amiga me lo regaló, como quien regala palabras mágicas, esas que, al enunciarlas, desarticulan lo que nos había sido lo dado como inmutable. El lema era (y es): "¡Ninguna agresión sin respuesta!", así, con exclamaciones, como una orden que desarma a los que piensan que el cuerpo de las mujeres es una propiedad, una mercancía o algo que pueden romper.
Las jóvenes que destronan
Lemas feministas que pasan de generación en generación, pero que las más jóvenes ya traen incorporado de fábrica. Hoy, antes de salir a la calle este martes contra las violencias que nos atenazan, quiero contaros que ya podemos demostrar que estamos ante una generación de mujeres jóvenes, las que pertenecen a la Generación Z, que se están convirtiendo en la que posiblemente sea la generación más progresista de la historia. Es un fenómeno global, tanto, que se está configurando como marca específica de nuestro tiempo, en un medidor de época y en un predictor electoral como nunca antes. Es una novedad de nuestra era y me tiene fascinada.
Tenemos algo así como una montaña de datos que confirman, en todo el planeta, que las mujeres de la Generación Z, las más jóvenes, son ya el sujeto político y cultural de un cambio imparable y que se plasma de forma ineludible en que, mires donde mires, son las votantes más progresistas. Cualquier estudio sobre comportamiento electoral, cultural o de valores lo demuestra de forma tan aplastante que hasta los que padecen ceguera de género crónica no tienen más remedio que admitirlo. Veo en la BBC un reportaje al que no le queda otra que admitir que "las mujeres se están inclinando más hacia la izquierda porque sienten que el mundo no funciona correctamente". Casi les aplaudo el intento de entenderlo. No lo consiguen (lo de que el mundo no funciona correctamente es una bobada y una obviedad) pero al menos intentan darle una explicación; no lo logran porque para hacerlo hay que ponerse gafas violeta.
Con ella puestas y en víspera del 25N, quiero volver a insistir en el lugar donde pongo la esperanza: ellas. Miren este estudio de Ipsos en el que preguntaron a personas de 30 países si se sienten feminista, con resultados segregados por edad y género:
Prácticamente en cada indicador social encontramos el mismo patrón, una brecha de género en las generaciones más jóvenes que tiene su expresión electoral en el apoyo de las mujeres jóvenes a las opciones más progresistas prácticamente en cada elección en el último lustro. Estos son los datos de las elecciones de Nueva York que le dieron la victoria al socialista Mamdani y en las que un abrumador 82% de mujeres jóvenes votaron por su opción, la más progresista:
Hasta ahora había leído las explicaciones más bizarras sobre la brecha de género entre los y las jóvenes; no ha sido hasta hace poco que he encontrado una respuesta seria a la relación entre la violencia hacia las mujeres y dicha brecha.
El papel de la violencia en la brecha de género
Les cito a la BBC para que vean que hasta los medios clásicos ya empiezan a entender esta nueva realidad social: "Muchas mujeres buscan un nuevo futuro progresista, luchan por proteger sus libertades, pero una gran cantidad de hombres jóvenes se aferran a la tradición y eso es lo que impulsa la división de género. Muchos hombres jóvenes se aferran firmemente a una visión tradicional de la masculinidad, pero el mundo ha cambiado de tal manera que vivir según ese guion es cada vez más imposible" y ahí es cuando me puse a aplaudir. Por fin lo habían entendido.
Cito la BBC y ahora el Financial Times para dejar claro que esto no es solo cosa de brujas y que los datos que lo demuestran son una avalancha: "La clara división entre progresistas y conservadores en materia de acoso sexual parece haber provocado una reorganización más amplia de los jóvenes de ambos sexos en bandos liberales y conservadores en otras cuestiones". Es decir, la actitud hacia la violencia hacia las mujeres es causa de la brecha de género, especialmente entre los y las más jóvenes y tiene mucho que ver en cómo éstos perciben la violencia.
Encontré un estudio interesante para ejemplificarlo. La investigación analiza la actitud violenta de varones adolescentes y concluye que éstos responden con agresividad a las amenazas percibidas a lo que ellos entienden por masculinidad. El estudio demuestra lo que por otra parte es obvio y es que son más agresivos cuando reciben presión social y cuando puede quedar expuesta socialmente lo que ellos entienden como merma a su masculinidad. Lo interesante de este estudio es que demuestra que los adolescentes varones que reaccionan de manera agresiva a lo que ellos interpretan como amenaza a su masculinidad y que son potencialmente más violentos contra las mujeres, son aquellos cuyos padres respaldan creencias tradicionales sobre lo masculino. Es decir, no son las redes sociales las que los vuelve violentos, es la familia.
Por eso tiene más sentido que nunca que este martes salgamos a las calles contra la violencia gritando muy alto que somos feministas, que no pararemos hasta que no haya ni una muerta más, ni una violación más, ni una agresión más, ni un insulto más, ni una humillación más. Salir a la calle a reivindicarnos sin violencias y desde el feminismo es casi un acto de pedagogía, siguiendo la estela de las mujeres más jóvenes que son las que les están ganando; las que les van a ganar.
Porque nos queremos libres, ¡ninguna agresión sin respuesta!


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