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PP vasco Carlos Iturgaiz, un 'aznarista' de manual

 Hace apenas diez meses, el nuevo candidato del PP en las elecciones vascas, crecido a la sombra de Jaime Mayor Oreja y de José María Aznar, dejaba la política "desilusionado" tras haber sido relegado por Casado en las listas europeas. En un inesperado giro de los acontecimientos, ahora regresa a la política vasca de la mano de quien le defenestró y con el mismo discurso contundente de siempre contra el nacionalismo.

Carlos Iturgaiz en una imagen de 2018. (EFE)
Carlos Iturgaiz en una imagen de 2018. (EFE)

Va a ser verdad que la política hace extraños compañeros de viaje. Hace apenas diez meses, Carlos Iturgaiz, el nuevo candidato del PP en las próximas elecciones vascas, anunciaba "sorprendido, triste y desilusionado" que dejaba la política porque la dirección del PP, encabezada por Pablo Casado, le obligaba a figurar en un puesto sin posibilidad de ser elegido eurodiputado en Bruselas, la ciudad que había sido su refugio político desde el año 2004. Ahora, en un inesperado giro de los acontecimientos, Iturgaiz regresa a la política vasca quince años después de salir de Euskadi de la mano del mismo que lo relegó al ostracismo el año pasado. 

Casado ha decidido recuperar ahora a Iturgaiz, al que este mismo domingo ha calificado de "referente moral" del PP en Euskadi. El líder nacional del PP ha pasado por alto lo ocurrido hace diez meses y ha preferido recordar que Iturgaiz, que fue presidente de PP vasco entre 1996 y 2004, "es el candidato a lehendakari más votado de la historia del PP". 

Unos viejos laureles que Casado espera revedercer ahora colocando al frente de su coalición con Ciudadanos a este político veterano al que muchos creían ya amortizado, pero que a buen seguro no se sentirá nada incómodo en ese papel: su declarada aversión a cualquier forma de nacionalismo, aunque sea moderado, es incluso más exarcebada que la de Inés Arrimadas y Pablo Casado juntos.

De 54 años y de familia con orígenes carlistas, Iturgaiz representa a los más duros entre los duros del PP. Creció políticamente a la sombra de Jaime Mayor Oreja y de José María Aznar. Comenzó su actividad política como concejal en su localidad natal de Santurtzi (Bizkaia) y en 1991 pasó al Ayuntamiento de Bilbao, periodo en el que Jaime Mayor Oreja le nombró secretario general del PP vasco, hasta que en 1996 le relevó como presidente de los populares vascos, cuando Mayor Oreja marchó a Madrid como ministro del Interior del Gobierno de José María Aznar.

Pese a su alejamiento de la política desde hace un año, hace escasos días, el pasado jueves, Iturgaiz se dejó ver en la conferencia que el expresidente José María Aznar dio en Bilbao, en la que ofreció su diagnóstico de la situación que atraviesa la política actual en general y el centro derecha en particular: el constitucionalismo está en peligro, los etarras campan a sus anchas, etcétera.

A lo largo de su carrera, tanto en Euskadi como en Bruselas, ha protagonizado varias polémicas. Siempre ha estado encuadrado en el sector más duro del PP, enarbolando un discurso muy crítico contra el aborto, el matrimonio gay, el nacionalismo vasco y últimamente también contra el independentismo catalán.

En realidad, Iturgaiz es un aznarista de manual: sin escrúpulos para relacionar a la izquierda con el terrorismo de ETA cuando le conviene, al tiempo que se erige en el portavoz de las víctimas, a las que nunca ha dudado en utilizar políticamente.

Ejemplos de ello abundan: afirmó en 2014 en el Parlamento Europeo que los europarlamentarios de Podemos, entonces recién llegados a la política, eran "socios de un grupo de proetarras que es Bildu". Y lanzaba estas acusaciones sin mucho fundamento mientras votaba con la extrema derecha, algo que ha hecho en varias ocasiones a lo largo de los 15 años que fue eurodiputado en Bruselas. 

Tampoco se mordió la lengua cuando en 2013 el Parlamento Europeo premió a Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) entonces encabezada por Ada Colau. Entonces también relacionó a la actual alcaldesa de Barcelona con la Batasuna de Arnaldo Otegi. "Lo hemos visto este año, cuando la izquierda moviliza y trae a determinadas personas que, insisto, están detrás de una organización violenta, porque el escrache es aterrorizar a los políticos, a sus familias y a sus hijo [...] Hoy con estas reglas nos ha tocado este mal trago de Ada Colau y mañana puede venir un partido político que está en memoria de todos, presentar a sus candidatos y que nos metan otro gol", dijo indignado. No contento con esto, movió cielo y tierra para que el Parlamento Europeo retirara el premio a la PAH, pero sus compañeros eurodiputados no le hicieron mucho caso. 

Más recientemente, su nacionalismo español exarcebado también le llevó a llamar "hijos de puta" en Twitter a los aficionados catalanes que pitaron el himno español durante la final de la Copa del Rey de 2017. Días después justificó ese exabrupto, afirmando que los representantes de su partido, el PP, "habían luchado mucho por defender el himno de España" y que les habían querido "exterminar" por ello.

Es cierto que los ocho años que Iturgaiz estuvo al frente del partido en Euskadi (hasta finales de 2004), el PP logró sus mejores resultados electorales en Euskadi, como recordó Aznar, pero esa estrategia de la tensión y del enfrentamiento a ultranza con el nacionalismo, incluso con el representado por el PNV, empezó a flaquear en 2005 cuando el PP pasó de ser la segunda fuerza política a la tercera. Ese año empezó un declive del PP vasco que aún dura a día de hoy, quince años después. Iturgaiz no pagó los platos rotos porque por entonces ya estaba en Bruselas lanzando sus invectivas –alguna sin mucha base– contra "comunistas", "filoetarras" y nacionalistas.

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