Este artículo se publicó hace 3 años.
El 'caso Villarejo' complementa las pesquisas del FBI sobre Giuliani y sus manejos pro-Trump en Ucrania
El material que le ha sido incautado a Rudoph "Rudy" Giuliani, abogado personal de Trump desde 2018, en la investigación abierta por el FBI puede esclarecer la razón de que tanto el primer hombre de confianza del expresidente de EEUU, Paul Manafort, en 2017, como Giuliani en 2019 eligieran Madrid como punto de encuentro con ucranianos para urdir montajes en apoyo de Trump, así como la identidad de sus colaboradores españoles.
Pilar L. González de Lara / Patricia López
Madrid-Actualizado a
El pasado 28 de abril, agentes del FBI, orden de entrada y de registro en mano, irrumpieron en el domicilio y las oficinas del abogado personal de Donald Trump desde abril de 2018, Rudolph "Rudy" Giuliani, también colaborador en la campaña que en 2016 llevó a Trump a la presidencia de EE UU y asesor en ciberseguridad desde el inicio de su mandato.
Antes de dar el salto a la esfera trumpista, Giuliani había competido con Hillary Clinton para las elecciones de 2000 al Senado por Nueva York y fue alcalde de Nueva York hasta 2002 (y aclamado como persona del año de la revista Time en 2001 por su gestión tras el atentado de las Torres Gemelas). Finalizado su mandato como alcalde, en 2002 regresó al sector privado con una consultoría llamada Giuliani Partners LLC, con la que articuló negocios y curiosas operaciones financieras de toda índole en diferentes países (también en España) a través, por ejemplo, de fondos/vehículos de inversión constituidos en países como Chipre. Muchos de sus clientes no son estadounidenses.
La investigación que acaba con el FBI en casa de Giuliani tiene como punto de partida supuestos negocios ilegales de lobby en EE UU para clientes ucranianos (se trata de una actividad legal en dicho país si media registro como agente extranjero, algo que Giuliani no hizo). Sin embargo, según The New York Times también también se investigan sus supuestos manejos de 2019 en Ucrania para destruir —ya en dicho año— las opciones de Joe Biden, el rival más probable de Trump para las siguientes elecciones de 2021.
Concretamente, y de acuerdo con el diario neoyorquino, se comienza por el abrupto cese de la embajadora de Estados Unidos en Ucrania Marie Yovanovitch, poco permeable a requerimientos de Trump contra Biden y su hijo Hunter. Es decir, los hechos por los que se abrió el primer impeachment a Trump tras la filtración del contenido de la famosa llamada que éste realizó en julio de 2019 al presidente electo ucraniano Vladimir Zelenski. En dicha llamada, Trump condicionaba la ayuda estadounidense al país europeo al anuncio público de una investigación contra su rival político. El asunto derivó en aquel primer proceso de impeachment que, a pesar de las evidencias, fracasó por el apoyo sin fisuras que Trump obtuvo del Partido Republicano.
¿Pero por qué elegir un país tan a desmano como Ucrania como centro de montajes, primero contra Clinton y después contra Biden? No es difícil aventurar la razón: de un lado, Biden había tenido responsabilidades en este país dentro de su cargo de vicepresidente de Barack Obama y su hijo Hunter fue consejero de una empresa gasista ucraniana, lo cual hacía ya una buena excusa; de otro lado, porque allí tenían contactos e infraestructura gracias al pasado profesional de miembros del círculo próximo de Trump como Paul Manafort; y, por último, porque Ucrania necesitaba ayuda económica, ayuda que Trump paralizaba elevando la presión.
Los manejos en favor de Trump en 2019 con Giluiani al frente presentan muchos puntos de similitud con las maniobras de 2017, un año en el que hasta el mes de mayo la batuta trumpista estaba aún en manos de Paul Manafort, pero en la sombra. En ambos momentos, 2017 y 2019, se ataca al partido demócrata, el decorado de los montajes es Ucrania y Madrid, la ciudad elegida por Giuliani y Manafort para los encuentros de los colaboradores y enviados de Trump con rusos y ucranianos que escandalizaron a todo el planeta.
También en ambas épocas la estrategia es la misma: se busca situar a una persona afín a Trump en la fiscalía general de Ucrania que, junto al presidente del país, haga anuncios públicos de investigaciones o de hallazgos contra rivales del presidente estadounidense que luego poder amplificar. Así, y aquí está el quid de la cuestión, Trump no desea investigaciones sino algo más efectivo: anuncios de noticias judiciales contra sus rivales y, a ser posible, de impacto.
No obstante, los objetivos eran distintos según los años: si en 2019 lo que se perseguía era acabar con las opciones de Biden, de enero a marzo de 2017 —recién electo Trump— la misión no era ganar la presidencia, sino conseguir no perderla antes empezarla (Trump toma posesión el 20 de enero), porque el 6 de enero se emitía un informe firmado a trío por la CIA, el FBI y la NSA dando credibilidad a una interferencia rusa en las elecciones de 2016 en favor de Trump.
Así nacía el Rusia Gate, cuya investigación fue dirigida por el fiscal especial Robert Mueller; un caso cuyo origen estaba en el hackeo, en mayo de 2016, de los servidores de la Convención Demócrata y las subsiguientes filtraciones a los medios. Así las cosas, un impeachment podía caer en cualquier momento. Sin embargo, el Rusia Gate concluyó con un informe que no pudo certificar que Trump conociera u ordenara los contactos de su equipo con rusos o ucranianos en periodo electoral.
La conexión Manafort-Villarejo
Pero, ¿qué podía tener que ver ese eventual impeachment que luego no prosperó con el comisario Villarejo y su troupe? Pues que dicho procedimiento podía dar al traste con una de las gallinas de los huevos de oro de Villarejo, Adrián de la Joya y sus socios. Éstos decían tener una relación especial con Manafort, la futura mano derecha de Trump, relación que hacían valer para sus negocios en términos de captación de clientes y que consideraban un escudo frente al panorama judicial que tenían en España. A Villarejo, por ejemplo, De la Joya le había prometido un estatus de "asesor" dentro del círculo del nuevo presidente Trump.
Por eso, los informes de los apaños de Trump y su cohorte en 2017 y 2019 completan lagunas en los movimientos de los protagonistas del sumario de la causa Tándem o Caso Villarejo. Y, recíprocamente, los datos de Tándem, corroboran los informes de la fiscalía estadounidense y añaden, en forma de apuntes en agendas, archivos y audios, datos de contexto y de detalle sobre la actividad de Manafort y sus intenciones.
Sobre este asunto volveremos más adelante, pero regresemos ahora de nuevo a Giuliani y al motivo de la reciente visita que recibió por parte del FBI.
Durante el impeachment de 2019, Lev Parnas, un empresario de origen ucraniano afincado en EE UU y asociado de Giuliani, declaró que con el consentimiento de éste y el conocimiento de Trump había puesto en contacto a Giuliani con el ex fiscal general de su país Viktor Shokin. Éste había sido destituido por el presidente Petró Poroshenko en 2016, tras lo cual Shokin manifestó a los medios (en falso) que su cese fue exigido por Biden para que no investigase a su hijo Hunter, consejero de Burisma, una empresa gasista ucraniana. Parnas, junto a otros exasociados de Giuliani, estaba acusado de fraude en la financiación de campañas electorales para políticos republicanos. Su confesión en el asunto de Trump, Ucrania y Biden no impidió que en septiembre de 2020 la fiscalía acumulase cargos de fraude contra él.
La investigación actual sobre Giuliani vuelve, pues, sobre las presiones que Trump ejerció en 2019 sobre el recién elegido presidente ucraniano Volodimir Zelenski con objeto de destruir a un rival político y, además, con burdos montajes. Así, el 25 de julio de 2019 todos los ciudadanos del planeta pudieron escuchar estupefactos, cómo Trump llamó a Zelenski para felicitarle y para pedirle que le hiciese "un favor" ("do us a favor"), so pena de congelar la ayuda económica aprobada por el Congreso y que a Ucrania le urgía. Un favor que en realidad eran dos para sendos asuntos relacionados, pero diferentes.
El primero de ellos guarda relación con un tema del pasado: las elecciones de 2016 y el Rusia Gate, al que Trump quiere ponerle fin. Trump se defendió de las acusaciones como gato panza arriba, por la enrevesada vía de transferir la culpa a la víctima (el Partido Demócrata), divulgando en falso que el hackeo del servidor era un montaje de los demócratas para luego acusarle a él, y que la prueba de todo estaba en un servidor en Ucrania, emplazando al FBI a localizarlo. En 2019, dos años después y en su famosa llamada a Zelenski, Trump aún le insistía al presidente ucraniano en que ese servidor tenía que aparecer.
El segundo favor se refería a un tema de futuro: el descrédito de Biden, su rival más probable en las siguientes elecciones. Trump le pedía a Zelenski que generara y difundiera "noticias judiciales" contra Joe Biden y su hijo Hunter. No se trataba tanto de realizar una investigación (que sabía que no conduciría nada) como de anunciarla junto a un fiscal general, sobre cuyo perfil ideal también Trump le dio ideas, alabando a Viktor Shokin, que acababa de acusar a Biden de forzar su cese bajo el mandato de Poroshenko.
El foco es importante, porque el material que se le ha incautado a Giuliani puede esclarecer la razón de que tanto Manafort en 2017 como Giuliani en 2019 eligieran Madrid como punto de encuentro con ucranianos para urdir montajes en apoyo de Trump, así como la identidad de sus colaboradores españoles.
Manafort, Villarejo y sus manejos de apoyo a Trump en 2017
Paul Manafort precedió a Giuliani como recadero y coordinador del histriónico expresidente de EE UU. Fue el jefe y cabeza pensante de su campaña de 2016 (Trump consiguió la nominación con la ayuda de Manafort), pero se vio forzado a renunciar a sus responsabilidades a menos de tres meses de las elecciones, tras saberse que había ocultado ingresos millonarios obtenidos en su etapa ucraniana (2004-2014) como jefe campaña y asesor de cabecera después del luego depuesto presidente ucraniano pro-ruso Viktor F. Yanukovich.
Tras ser sustituido como jefe de campaña por Kellyanne Conway, Manafort conserva toda su influencia, salvo que ahora actúa sin cargo. Así lo asegura el fiscal especial Mueller en su informe final sobre el Rusia Gate y, como prueba, describe varios viajes de Manafort a distintos países para recabar a apoyos soberanos para Trump. También indica que Manafort perseguía "monetizar su cercanía con Trump articulando negocios privados".
Dos de esas reuniones tuvieron lugar en Madrid: una el 12 de enero de 2017 y otra el 26 de febrero de 2017 (páginas 141 y 142 del informe de Mueller). Por su parte el sumario Tándem (audios y agendas de Villarejo) corrobora el informe de Mueller acerca de ambos viajes de Manafort a Madrid y además da información extra acerca de la duración de ambas visitas: del 10 al 12 de enero de 2017, la primera; y del 26 febrero al 2 de marzo de 2017, la segunda.
Con relación a la estancia en Madrid en enero de 2017, el fiscal especial tiene acreditado que Manafort se ve ese 12 de enero con Georgy Oganov, un alto directivo de Oleg Deripaska, magnate ruso próximo a Putin al que el exjefe de campaña de Trump debía millones de dólares. Manafort declara que solo habló con Oganov de esa deuda porque "necesitaba resolverlo antes del día de la toma de posesión de Trump", pero Mueller sospecha por algunos sms enviados por Manafort que hablaron de más cosas.
Esa reunión del 12 de enero entre Manafort y Oganov encaja como un guante con lo que el sumario de Tándem relata que ocurrió en febrero de ese año:
Del 8 al 10 de febrero, Villarejo, De la Joya, Alberto Pedraza, Enrique Maestre y Juan Villalonga viajan a Nueva York para verse allí con Manafort y cerrar una operación para que éste pueda saldar su deuda con Deripaska y, además, sin alertar al FBI. Se identifican múltiples indicios que apuntan a que la troupe patria de Villarejo le ha hecho al futuro hombre de confianza de Trump un traje a medida con servicio integral: primero le consiguen en torno a 16 millones de dólares a través de la captación como clientes suyos de los hermanos Cierco para que Manafort les ayude a gestionar ante España y Andorra una indemnización de 400 millones de euros por el cierre de Banca Privada de Andorra (BPA) y Banco Madrid. Seguidamente, le crean a Manafort una empresa disfrazada de proyecto de inversión (de teléfonos encriptados con una patente ya superada) a través de la que los Cierco camuflarán el pago de honorarios como inversión. Un subterfugio mercantil que repiten mucho y que la fiscalía portuguesa ya les cazó en 2009.
Una vez el dinero entra en la empresa disfraz, ya es más sencillo derivarlo al ruso y quedar en paz, sobre todo si las cuentas se abren en bancos a los que es difícil acceder, como los de Dubai. De hecho, el pago a Deripaska probablemente se sustanciara a primeros de marzo de 2017, en los días que Villalonga, Manafort y De la Joya viajaron a China, pero haciendo un alto en Dubai para verse con Deripaska. Adrián de la Joya, residente fiscal suizo, tiene empresa abierta en este emirato.
Entre medias, tanto Mueller como la agenda de Villarejo sitúan a Manafort en Madrid el 26 de febrero de 2017 con el ucraniano pro-ruso Konstantin Klimnk, la persona a quien Manafort había dejado al frente de su oficina de Kiev, la capital de Ucrania. Según éste, se reúne con Klimnk para que le ponga al día de las cuestiones judiciales que tiene pendientes en Ucrania por los ingresos en B que cobró en su época de asesor presidencial de Yanukóvich. No obstante, el sumario de Tándem incluye una conversación entre De la Joya y Villarejo fechada el 14 de febrero de 2017 cuyo contenido obliga a pensar que Manafort y Klimnk tocaron más temas, como el asunto de colocar en Ucrania a un fiscal general del gusto del asesor estadounidense (el mismo objetivo que Trump seguía teniendo dos años después).
14 de febrero de 2017: "Con nuestro equipo, [a Trump] no le desmontaba del poder nunca nadie"
Es 14 de febrero, San Valentín, pero Villarejo y De la Joya no están para romanticismos. Manafort aún no ha llegado a Madrid, aún le faltan doce días para aterrizar y verse en la capital de España con su hombre de confianza en Kiev. Ese día comen solos Villarejo y De la Joya, mano a mano, en un concurrido restaurante. Acaban de regresar de Nueva York hace cuatro días con sentimientos encontrados: de un lado, se vienen arriban pensando en el poder que tendrán si logran limpiar el camino de Manafort a la Casa Blanca de la losa de su deuda con Deripaska; pero, por otro, les preocupa que el Rusia Gate acabe con Trump antes casi de haber tomado posesión de su cargo. En dicha conversación, se definen a sí mismos como "el equipo" , mismo término que usaban en Nueva York: el "equipo" que liderará todo lo que han planeado hacer con Manafort y la Administración Trump.
Necesitan, por tanto, que Ucrania respalde las teorías de la conspiración de Trump (la falacia de que el asunto de los correos fue cosa de los demócratas y la prueba es un servidor demócrata hallado en dicho país). Es pues, en este contexto donde cobran sentido los fragmentos en los que se oye a De la Joya maniobrar para situar a ese fiscal general y zanjar la cuestión lo más rápidamente posible.
La conversación de ese 14 de febrero de 2017 sobre Ucrania comienza con Villarejo hablando de que hay que tener mirada "panorámica" para "tener visión de lo que hay en el campo de batalla y de lo que hay en el subterráneo" o "las cloacas" para, a continuación, dar a entender la identidad de la persona de quien hablan y que debería contratarles para salir con bien de lo que en esas fechas tiene encima (el Rusia Gate): Donald Trump.
- De la Joya: Dentro de todo esto, el equipo es muy bueno. [En referencia a ellos mismos, Villarejo, él, Manafort, etc.].
- Villarejo: No, no, no. La polla. El equipo es... Bueno, ¡ya quisiera tenerlo el pollo este equipo [en referencia a Trump]! Ya quisiera ¡vamos! ¡Pero te lo juro! Te lo digo en serio, ¿eh?
- De la Joya: No le desmontaba del poder nunca nadie [en clara referencia al posible impeachment por el informe emitido el 6 de enero sobre el Rusia Gate].
- Villarejo: Bueno. Bueno. Y a más... Arrasaba donde quisiera. Que esto no es la partida de Sanroque...
A continuación, tras introducir que tiene una reunión con la familia de Marie Le Pen, la líder de la ultraderecha francesa y aliada de Trump, De la Joya explica la importante y decisiva misión que tienen entre manos: que se nombre en Ucrania a un fiscal general afín, "very good" que dijo Trump dos años más tarde a Zelenski acerca de su perfil favorito de fiscal general en Ucrania.
- De la Joya: [recreando a Villarejo una conversación que según él tuvo con un miembro de la familia Le Pen]: "Porque, Adrián, si tú eres capaz de que nombren otra vez a Viscun (sic) fiscal general de Ucrania, 30 millones".
Y un poco más adelante, tras afirmar lo importante que es la relación con los Le Pen, De la Joya "identifica" qué tipo de fiscal general quieren en Ucrania: uno de confianza. Y viene a decir que el presidente de entonces, Poroshenko, debería estar predispuesto a agradar a Trump para que éste no le tenga en cuenta que no le ayudó en sus montajes, porque estaba del lado de Clinton.
- De la Joya: Esta relación [con los Le Pen] es importantísima en el mundo entero si Le Pen gana las elecciones en Francia. Samuel [Samuel Maréchal, cuñado de Marie Le Pen] va a ocupar un cargo importantísimo. Y eso es lo que a mí me interesa. ¿Que luego me dice si le puedo ayudar con Viscun? Viscun [fiscal general Viktor Ponsha] fue fiscal general de Ucrania, con Yanukovich. Hace mil años que yo conozco a Viscun. [Manafort era el asesor de confianza de Yanukovich].
- Villarejo: ¿Con cuál? ¿El presidente éste que era pro-ruso o no?...
- De La Joya: Claro. Con Yanukovich. Es con quien estaba Paul [Manafort]. Paul vivía en un castillo en Ucrania rodeado de putas. EH. Se forró en Ucrania. Y eso es lo que le sacaron [en prensa]. El año pasado tuvo que dimitir de la campaña [de jefe oficial de la campaña de Donald Trump].
- Villarejo: Sí, sí... pero no era Bielorrusia o no…
- De la Joya: No, no. Era Ucrania. Cuando Yanukovich se va, le sucede Poroshenko, que es el actual presidente de Ucrania. Y Poroshenko está acojonado porque Poroshenko jugó todas sus cartas para Clinton. Para Hillary. Hillary se ha ido a tomar por culo y ahora está jodido el Poroshenko.
Similitudes entre el trumpismo y Villarejo
Como hemos visto, Trump no condicionaba la ayuda económica de EE UU a Ucrania a una investigación sobre los Biden. Lo que se le oye pedir al equipo de Zelenski una y otra vez es que "anuncie una investigación". Trump y su equipo sabían que, como no había nada, una investigación 'real' no tenía sentido y, por tanto, solo buscaba "noticias judiciales" contra Biden que le permitieran destruir las opciones de su rival para las elecciones presidenciales de 2021 y, de paso, convalidar su surrealista defensa.
No es difícil hacer un paralelismo con la estrategia combinada que practican Villarejo y cia. Son decenas los casos que se detectan en los que el objetivo sólo es arruinar las posibilidades de un competidor, las de un político antes de unos comicios o, por ejemplo, las de una empresa en el periodo de evaluación de ofertas de un concurso público. El sistema más rápido y utilizado es elevar a categoría de noticia denuncias ridículas o sin base (admitidas a trámite o no), notas policiales de pega salidas de la factoría Villarejo, etc. La fase judicial, si llega, sirve para mantener la noticia caliente durante el periodo deseado.
Un ejemplo claro es la ofensiva contra Podemos desde su concurrencia a las elecciones de 2015: es esencialmente mediática, no judicial; todo se acaba archivando al poco. La organización liderada por Villarejo usa a su red mediática y judicial para ir minando poco a poco la confianza en la formación morada (calumnia, que algo queda).
Los casos contra Podemos o contra Trias son los más reconocibles por la mayoría, pero la hemeroteca de 30 años de los acólitos del comisario y sus amigos está llena de casos contra víctimas de toda índole. Por no hablar del coste que tiene para la infraestructura jurídica el uso alegre de recursos (tiempo, materiales...) en las miles de querellas y denuncias a modo de teatro cuyo trámite y desarrollo sólo tienen un objetivo: salir en la prensa o dar apariencia de realidad a una ficción.
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