Este artículo se publicó hace 3 años.
El fin del trumpismoTrump indultó a todos sus compinches de la cloaca empresarial, incluido un socio de Villarejo al que desenmascaró 'Público'
Entre los casi 200 personajes a los que el expresidente perdonó sus delitos antes de abandonar la Casa Blanca figura su exjefe de campaña Paul Manafort, de quien De la Joya –multimillonario padrino del comisario Villarejo– decía que era el verdader
Carlos Enrique Bayo
Madrid/Washington-
"Los indultos de este presidente son los que se podrían esperar si le dieras el poder de perdón presidencial a un capo de la mafia", escribió Andrew Weissmann –asistente del fiscal especial Robert Mueller que investigó los vínculos de Donald Trump con Rusia–, después de que el hasta hace pocos días inquilino de la Casa Blanca lanzara su segunda tanda de conmutaciones de pena: 29 de sus asociados y colaboradores se libraron de las condenas a las que habían sido sentenciados por los cohechos, fraudes o evasiones fiscales y otras tropelías (como chantajes) que cometieron para enriquecerse.
Era la víspera de la pasada Nochebuena –cuando Trump todavía lanzaba mensajes incendiarios sobre su falsa victoria supuestamente arrebatada por un no menos falso fraude electoral– y la exoneración masiva de delincuentes económicos fue tan descarada que hasta el destacado senador republicano Ben Sasse, de Nebraska, exclamó: "Esto está podrido hasta la médula".
Porque entre los agraciados en esa ronda de indultos presidenciales arbitrarios figuraban dos de los más despreciables traidores del entorno trumpista. Uno fue el padre de su propio yerno y asesor –Jared Kushner–, Charles Kushner, quien años atrás ya se confesó culpable de evasión fiscal y financiación ilegal de campañas electorales.
Charles Kushner puso una trampa sexual a su cuñado para pasarle las fotos a su propia hermana
Cuando Charles Kushner descubrió que su cuñado estaba cooperando con las autoridades, maquinó un indecente plan de venganza e intimidación: montó una trampa con una prostituta en un motel de Nueva Jersey, filmó la escena y envió la grabación a la esposa... es decir, a su propia hermana.
El exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie lo definió como "uno de los crímenes más aborrecibles y repugnantes" que conoció en su carrera como fiscal. Pero como Kushner es consuegro del presidente saliente, se irá de rositas.
El otro era Paul Manafort, quien dirigió el arranque de la campaña electoral que llevó a Trump a la Presidencia en 2016 y tuvo que ser apartado del equipo a causa de sus vínculos inconfesables con las máximas autoridades pro-rusas de Ucrania. Después acabaría siendo condenado a siete años de prisión –tras fingir estar colaborando con los fiscales a los que en realidad engañaba– por fraude bancario y fiscal, manipulación de testigos, cabildeo internacional ilegal y varios delitos más.
En la práctica, Manafort se había aprovechado de su estrechísima relación con el presidente de EEUU para trabajar al servicio de un Gobierno extranjero –el ucraniano de Yanukovich– a cambio de 21 millones de dólares que después blanqueó en compañías offshore e intrincados entramados inmobiliarios.
Manafort cobraba 10 millones al año del oligarca Deripaska para montar el lobby que "beneficiará enormemente al Gobierno de Putin"
Además, recibió 10 millones de dólares del oligarca ruso Oleg Deripaska –estrecho aliado del Kremlin– al que dio "briefings privados" sobre la información a la que tuvo acceso como presidente de la campaña de Trump. Una década antes, había estado cobrando de Deripaska esa misma cantidad, pero anualmente, por su trabajo para montar un lobby en EEUU que, prometió, "beneficiará enormemente al Gobierno de Putin". Al final, acabó endeudado con el oligarca ruso por cantidades astronómicas.
Pero este notorio traidor a los intereses de su país era uno de los más íntimos colaboradores y consejeros de Trump, hasta el punto de que muchos lo consideraban incluso más influyente en la Casa Blanca que el propio Steve Bannon, el ideólogo de la doctrina ultrapopulista y la propaganda de desinformación masiva que exportó a Brasil (Bolsonaro), Italia (Salvini) y España (Abascal).
Entre los que descubrieron ese poder en la sombra figura Adrián de la Joya, padrino económico y amigo de fechorías del comisario jubilado José Manuel Villarejo Pérez, quienes fueron a visitar a Manafort en Nueva York –acompañados por el expresidente de Telefónica Juan Villalonga–, en febrero de 2017, como reveló Público hace año y medio. Los tres amigos de las cloacas de Interior se reunieron allí con el que había sido jefe de la campaña de Trump hasta cinco meses antes, cuando fue obligado a dimitir de ese puesto por el escándalo del Russiagate.
Tras planear una operación con Manafort y su socio portorriqueño Héctor Hoyos –el proyecto de Hoyos VSN Corp domiciliado en Puerto Rico con filial en Singapore para fabricar y comercializar móviles antihackeo–, para la que buscaban 55 millones de dólares, De la Joya recapitulaba en conversación con Villarejo que el hombre más influyente con Trump no era Bannon, como todo el mundo creía, sino Manafort. Tal como demuestra este audio del diálogo entre los dos cómplices al que Público ha tenido acceso:
"Estás equivocado; Bannon es un hombre de Manafort"
De la Joya: Creo que estamos con...con las personas más influyentes que se pueden tener, porque además es que ayer, salió en la conversación. En [ininteligible] no se quien le preguntó a… a Héctor el papel que jugaba, o el papel de influencia o quiénes eran las personas…
Villarejo: Juan, Juan [refiriéndose a Villalonga como la persona que preguntó eso a Héctor Hoyos]
De la Joya: ...más influyentes en el presidente.
Villarejo: No, porque hablaba del otro, de éste que ha salido. [Villarejo se refiere a Steve Bannon]
De la Joya: Y... entonces, yo dije que una de las personas que tenía más influencia...
Villarejo: Bannon, Bannon.
De la Joya: ...era Steve Bannon y Héctor me dijo: "Adrián, estás equivocado, Steve Bannon es un hombre... de Paul, lo ha formado Paul. Los tipos más influyentes en el presidente de los Estados Unidos son su hija Ivanka o como se llame, el marido –nosecuántos Kushner– y Paul Manafort". Bien, y estamos hablando... dos son familiares y el otro, la única persona que no es familiar, es la persona más influyente de todo Estados Unidos y es nuestro socio. ¡Joder! Claro, ¿eh?
A continuación, De la Joya empezó a hacer castillos en el aire arrogándose la capacidad de convertirse en el gran mediador entre los gobiernos de España y de EEUU. Hasta el punto de que alardeaba de que sería él quien controlase las relaciones directas entre Rajoy y el mismísimo Trump:
"Si el tonto de Rajoy quiere hablar con el Señor Trump, eso lo voy a controlar yo"
De la Joya: Vamos a ver, y el tonto de Rajoy… vamos a ver, eso es una jugada, eso es una partida, que la voy a jugar yo, que la voy a jugar yo y no la va a jugar nadie nada más que yo. Una partida que... si nos interesa, si nos interesa… jugar con Rajoy [ininteligible] porque no voy a jugar con la polla gratis. Y si quiere hablar con el Señor Trump, eso lo voy a controlar yo con Trump...
Villarejo: Claro, que te coma la polla y ya está.
De la Joya: Lo que Rajoy haga lo que nosotros le digamos. Cuando al Sr Rajoy le decimos que tiene que quitar a este fulano o tiene que quitar a este otro, tiene que hacer esto, que lo haga porque si no las relaciones con este país se le van a cortar.
Villarejo: Claro. Y no hay otra.
Ese mismo día final del viaje a Nueva York, De la Joya estaba tan exultante que presumía de que iba a convertir a Villarejo –gracias a Manafort– en "asesor de Trump en terrorismo o X", sugiriendo que de esta forma nadie podría ya ponerle la mano encima al comisario en España.
Así que Villarejo regresó de ese viaje deslumbrado por los neones neoyorquinos de Manafort y se dedicó a contar a todas sus relaciones que ya había llegado al centro del poder mundial, tal como se puede escuchar en los audios que fue grabando tras su llegada a Madrid.
Al mes siguiente, Manafort y Hoyos participaron en el viaje a Pekín de Villarejo con De la Joya y Villalonga porque tenían la licencia de un software de encriptación y seguridad de llamadas de móviles que pretendían vender a la empresa china SAE Electronics, vinculada a los servicios secretos de Pekín. Un viaje que sería desvelado por el periodista Javier Ayuso diez días después del ingreso en prisión del hoy famoso comisario de Las cloacas de Interior, que había destapado Público cuatro meses antes.
Manafort cayó en octubre y Villarejo un mes después
Porque la realidad fue bien distinta de los sueños de grandeza de Villarejo: el fiscal Mueller continuó sus indagaciones con la ayuda de Weissmann y en octubre de ese mismo año (2017) Manafort tuvo que ponerse a disposición del FBI tras ser acusado por un gran jurado federal (a instancias de Mueller) de conspiración contra los EEUU, lavado de dinero, fraude fiscal, falso testimonio y de ser un agente no registrado de capital extranjero.
Al mes siguiente, Villarejo fue detenido por organización criminal, cohecho, blanqueo y muchos otros delitos, y actualmente sigue en prisión. Manafort se declaró culpable en septiembre de 2018 de los delitos menos graves, en un acuerdo con Mueller, y pasó casi dos años en prisión, de donde salió en arresto domiciliario por el riesgo de contraer covid en la cárcel. Ahora quedará en libertad total gracias a su amiguísimo Trump.
En cuanto a Bannon, él sí ha seguido influyendo en Trump hasta el final –a pesar de que atravesaron un periodo de ruptura (en el verano de 2017) durante su gestión como jefe de estrategia de la Casa Blanca– y en los últimos tiempos ha sido quien más ha empujado al ya expresidente a intentar cambiar el resultado de las urnas invalidando votos a través de los tribunales. Una guerra sin cuartel basada en falsas acusaciones de fraude y en una cascada de litigios y demandas que es marca de la casa Bannon y que practican sus seguidores en todo el mundo, como Vox.
Bannon estaba imputado de embolsarse un millón de dólares recaudados para levantar el muro entre EEUU y México
Bannon fue detenido el pasado agosto y acusado de haberse embolsado un millón de dólares de los fondos recaudados para construir el muro en la frontera sur de EEUU que Trump siempre juró que pagaría México y que acabó sufragándose en gran parte por cuestación popular. Y su indulto –uno de los 143 que decretó Trump en el último día de su mandato, tras haber ordenado medio centenar más en semanas anteriores– ha sido el más sonado de todos porque no tiene precedentes, ya que no había sido condenado sino únicamente imputado.
La casi totalidad de los indultos concedidos por presidentes de EEUU al final de sus mandatos han beneficiado a reos que ya habían sido juzgados y sentenciados, así que el equipo de Trump –encabezado por su consejero personal, Pat Cipollone– trató de disuadirle hasta el último minuto de que perdonase a Bannon "a futuro", blindándolo de una hipotética condena aún por ocurrir. La difusión del listado de agraciados se postergó y al anochecer de la víspera del 20E sus asesores creyeron haberle convencido.
Pero, a las nueve de la noche, Trump cambió de opinión y ordenó que se agregase a Bannon a la lista de sus amigos, colaboradores o socios condenados por defraudar al Estado (George Gilmore ); estafar al Gobierno (Salomon Melgen); enriquecerse con sobornos y comisiones (Kwame Kilpatrick); hacer espionaje industrial (Anthony Levandowski); cobrar millones de magnates extranjeros para ayudarles a evadir la Justicia en EEUU (Elliott Broidy); sobornar a funcionarios para obtener contratos (Robert Zangrillo); cometer estafas y fraudes a gran escala (Sholam Weiss y Eliyahu Weinstein), y muchos más de la misma calaña.
Nunca un presidente perdonó a tantos delincuentes amigos
Jamás en la historia norteamericana un presidente había condonado las penas a tantísimos (casi 200) delincuentes de guante blanco, todos ellos amiguetes.
Su consejero Cipollone sólo logró convencerle –con la ayuda de su último fiscal general, William Barr– de que no se concediese a sí mismo un "perdón preventivo" frente a posibles procesos futuros, como pretendía, ni lo hiciese para sus tres hijos mayores, su yerno y su abogado personal, Rudolph Giuliani, ninguno de los cuales ha sido de momento acusado o imputado judicialmente.
Y el motivo de que renunciase a esas intenciones, que según The New York Times mantuvo hasta el último momento, fue que le podían perjudicar gravemente –en vez de protegerle– durante la investigación parlamentaria del segundo procedimiento de impeachment incoado contra él por el Congreso, que este mismo lunes 25 de enero la Cámara de Representantes remitirá al Senado con el objetivo de inhabilitarle para siempre por haber instigado el mortífero asalto al Capitolio.
No cabe duda de que Trump pasará a la historia como un presidente de EEUU sin parangón.
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