Este artículo se publicó hace 2 años.
Claves de las elecciones en Brasil
Sara Serrano
Madrid-
El próximo 2 de octubre se celebrarán elecciones presidenciales en Brasil. Además del cargo a presidente y vicepresidente se eligen gobernadores en las 27 Unidades de la Federación, la renovación completa de la Cámara de Diputados, la renovación parcial de la Cámara de Senadores, y las Asambleas Legislativas de los estados. En caso de que ningún candidato supere el 50% de los votos, irían a segunda vuelta el próximo 30 de octubre.
Brasil es un sistema presidencialista pero tiene algunas especificidades. El país es el más parlamentario de América Latina. El Congreso es un actor clave en la vida política brasileña. Su alta fragmentación, actualmente tiene casi 30 partidos representados, hace que sea muy complicada la gobernabilidad. Es lo que ha venido a llamarse presidencialismo de coalición. Esto significa que, históricamente, el poder Ejecutivo empezó a conformarse reflejando las mayorías del Congreso para tratar de blindar parlamentariamente al Gobierno.
En primer lugar y encabezando la carrera electoral, tenemos a Luis Ignacio 'Lula' da Silva del Partido de los Trabajadores (PT), que podría alcanzar su tercer mandato presidencial. Sus gobiernos se han caracterizado por impulsar medidas neokeynesianas para paliar los daños causados por los anteriores ejecutivos neoliberales. Esto se ha concretado en políticas de justicia social, de creación de empleo, de lucha contra la pobreza y de redistribución de la renta. El líder del PT sufrió una persecución política y judicial que le llevó a la cárcel y que le mantuvo fuera de la política cuatro años.
En segundo lugar, tenemos al actual presidente del país, Jair Bolsonaro. El ultraderechista expresa un bloque social, económico e histórico integrado fundamentalmente por las TRES B: Biblia, Bala y Buey. A esto hay que sumarle el respaldo de los principales medios de comunicación "antipetistas" y el apoyo de un sector mayoritario de la judicatura. Todo ello le permitió alcanzar la presidencia del país con más de 58 millones de votos.
Bolsonaro ha sido capaz de integrar tres bancadas interpartidarias que eran mayoritarias en el Congreso. Una es la Biblia. De hecho, los evangélicos pentecostales suponen el 37% de sus votantes. Además, la Iglesia Universal del Reino de Dios posee más de cinco mil templos; controla cinco grandes diarios de provincia; tiene más de 80 emisoras de radio que cubren 75% del territorio nacional; una agencia de turismo, otra de publicidad, otra de taxis aéreos, y muchas otras empresas.
La bancada de la Biblia lucha contra el aborto, la igualdad de género, la diversidad sexual y exigen la educación religiosa en las escuelas públicas.
La otra B corresponde a la Bala, y está formada por militares, policías y defensores de la violencia represiva del Estado. Se opusieron al Estatuto de Desarme aprobado durante el gobierno de Lula y sostienen que la población civil debe tener derecho a portar armas y a utilizarlas en legítima defensa. Esta cifra supera de hecho a la cantidad de policías armados, que son unos 400.000.
La última B corresponde al Buey y representa la agroindustria, un sector de la economía muy importante en Brasil. Respaldan la deforestación del Amazonas, el uso de agro tóxicos, y son, en muchos casos, latifundistas, esto en el país con mayor concentración de la propiedad de la tierra del planeta.
El representante de la tercera vía, Ciro Gómes, no tiene posibilidades de colarse en la pugna entre Lula y Bolsonaro, pero sus votos pueden ser cruciales en caso de celebrarse una segunda vuelta. Gómes lleva toda una vida dedicado a la política: ha sido alcalde, diputado, gobernador, ministro con Cardoso y durante el primer mandato de Lula y cuatro veces candidato a la presidencia de Brasil. Representa posturas de centro izquierda y lleva algunas medidas de justicia social en su programa electoral, como poner impuestos a las grandes fortunas.
En promedio, las encuestas realizadas durante el mes de septiembre, dan a Lula una ventaja de más de cinco puntos sobre Bolsonaro. Sin embargo, ninguno de los dos candidatos superaría el umbral del 50% por lo que tendrían que ir a segunda vuelta. Por su parte, Gómes acumularía en torno al 7% de los votos.
La ventaja de Lula es abrumadora entre las mujeres. Por su parte, Bolsonaro sólo crece entre los hombres y este es su principal techo electoral. El voto masculino lo ve menos machista que antes. Sin embargo, existe una figura del voto femenino por la derecha hacia la también candidata Simone Tebet.
Otro parámetro que estructura la intención de voto es el factor de clase. Lula concentra sus apoyos entre las clases populares, mientras que Bolsonaro arrasa en los sectores más pudientes. Esta decantación del voto se produce además en un contexto de aumento de la pobreza y la precariedad en Brasil. El poder adquisitivo de la población ha caído siete puntos en los últimos dos años. Según un informe publicado en junio por Rede Penssan, unos 33 millones de brasileños pasan hambre, lo que supone un incremento de más del 70% respecto a 2020.
La religión tiene un enorme peso en Brasil, un país con un 50% de católicos y un 30% de evangélicos. Aunque la ideología no está directamente condicionada por la religiosidad, sí es cierto que Lula cosecha más apoyos entre los sectores católicos mientras que Bolsonaro lo hace entre los evangélicos.
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