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Entrevista a Joan M. Tresserras Tresserras: "No tener Barcelona ralentiza el plan general de conquista de la hegemonía en Catalunya, pero no te juegas la vida"

El profesor de Comunicación de la UAB, y ex conseller de Cultura, Joan Manuel Tresserras aborda las claves que explican la nueva centralidad política de ERC y cómo puede crecer el apoyo al proyecto independentista, una cuestión que desgrana a fondo en 'Opertura republicana', una obra publicada recientemente que escrito junto a Enric Marín.

Joan M. Tresserras. Europa Press

Marc Font

La Facultad de Comunicación de la UAB es prácticamente la segunda casa de Joan Manuel Tresserras (Rubí, 1955), que suma más de tres décadas dando clases. Con el curso universitario a punto de finalizar, nos encontramos con él en el bar del edificio para analizar a fondo el actual escenario político tras las diferentes citas electorales de las últimas semanas, que han situado a ERC -el partido donde milita- en una posición central. Conseller de Cultura y Medios de Comunicación durante el segundo tripartito (2006-2010), preside la Fundació Josep Irla, vinculada a Esquerra.

Hace unos meses publicó Obertura republicana. Catalunya, després del nacionalisme (Pòrtic), escrito a cuatro manos con Enric Marín, profesor del mismo departamento de la UAB y ex presidente de la CCMA (2010-2012). Desde una perspectiva de izquierdas, la obra aborda como incrementar el apoyo social al proyecto independentista. La entrevista se desarrolla antes de que los Comuns decidieran que Ada Colau opte a la investidura en Barcelona.

Salimos de una triple cita electoral -las generales del 28 de abril, y las municipales y europeas del 26 de mayo- que han evidenciado que no estamos en una época de grandes hegemonías. Al mismo tiempo, parece que ERC se convierte en el partido central de Catalunya. ¿Qué lectura hace?

Venimos de unas hegemonías muy fuertes que han presidido toda la Transición, que en el caso de Catalunya es la doble hegemonía alrededor de CiU y el PSC. Ambos entran más o menos en crisis casi simultáneamente, pero de todos modos muestran síntomas de recuperación de manera puntual, en un caso gracias a alguna jugada maestra del president Puigdemont, en el otro porque ha habido el éxito del Pedro Sánchez que ha devuelto la moral a una tropa muy desmoralizada. Ahora estamos en una atmósfera general de desorientación, perplejidad y de compás de espera para ver cómo termina esta ola represiva y si lo hace, y en este marco parece que emerge ERC como una fuerza que aspira a tener una cierta centralidad, con un programa transformador, que al mismo tiempo tiene una concepción del país bastante compleja y plural y que no tiene una especialización electoral en una comarca, sino en todo el territorio. Es una hegemonía posible, pero que necesita completar cosas y lograr un grupo de retos, no sólo electorales.

¿Cómo cuáles?

Hay partidos que cuando son pequeños caen muy simpáticos, pero cuando tienen opciones de tener una mayoría, los que tenían simpatía ya se han incorporado y lo que quedan son los círculos en los que ya no eres tan simpático. Lo importante es que consigas deshacer algunos factores de antipatía, que seguramente tienen una raíz histórica y tienen que ver con un estereotipo, en como el partido era visto por determinados sectores en una determinada época. Las hegemonías normalmente se profundizan cuando rompes con estas inercias y generas un estado de opinión general sobre lo que tú eres en este momento y lo que puedes llegar a ser.

"ERC tiene un proyecto global, de construcción de la república y de cuáles son los elementos claves de un proceso necesario, urgente y relativamente rápido", explica Tresserras

ERC tiene un proyecto global, de construcción de la república y de cuáles son los elementos claves de un proceso necesario, urgente y relativamente rápido de transformaciones sociales, que no está marcado por muchos dogmas, sino que quiere ser operativo, es decir, realista, verosímil y efectivo, en el que haya transformaciones fundamentales que apunten a priorizar el interés general, garantizar un mínimo de igualdad de oportunidades, combatir las desigualdades y que haya mecanismos de justicia social más amplios. Creo que el partido esto lo tiene más o menos trabajado como planteamiento general, pero debe demostrar la capacidad de ejecutar estos programas con políticas concretas. Y para ganarse la confianza de la gente debe demostrar todavía que tiene la capacidad de proporcionar unos equipos de gestión eficientes y competentes. Tiene también el reto de tener más mujeres en primera línea.

El partido ha crecido en los últimos años.

Desde el 2010-2011 han ido confluyendo sectores que provienen de la extrema izquierda obrerista, del maragallismo socialdemócrata más catalanista, como Ernest Maragall o la gente de MES [Moviment d'Esquerres], también una parte de la gente que saltó de la vieja Unió Democràtica... Esto no lo convierte en un catch all party, pero sí en un partido que tiene las fronteras muy anchas, que puede tener un abanico de vínculos suficientemente grande con las demás formaciones políticas. No tiene la aspiración de aglutinar a todo el independentismo, pero la combinación de pragmatismo, radicalidad democrática y capacidad de gestión de los intereses colectivos y los recursos públicos hace que ERC pueda tener una parte muy grande de este mercado.

En Catalunya, además de ERC el partido ganador de las municipales y las generales ha sido el PSC. Ambos dicen apostar por el diálogo para resolver el conflicto, pero a la hora de la verdad sitúan el pacto con el otro como una línea roja infranqueable, como vemos en Barcelona. ¿Para superar la actual situación deberían caer estos vetos mutuos?

Al margen de la batalla de Barcelona, tradicionalmente la relación de ERC con el mundo de los Comuns es más fácil y fluida que con el PSC. También hay más coincidencias programáticas y tanto ERC como los Comuns son más de izquierdas que el PSC. Creo que en ambos casos hay objeciones firmes y objeciones que funcionan como coartada. Por ejemplo, una objeción firme del PSC es decir que ERC es independentista. La coartada es decir que no es de izquierdas porque está en un gobierno con Junts per Catalunya. Objeción firme de ERC respecto a los socialistas es decir que no son suficientemente de izquierdas, pero sobre todo que están actuando como cómplices de la represión del 155 y eso es inaceptable. No puedes pactar políticamente con tu carcelero. La coartada es decir "nosotros somos republicanos y el PSC es un partido monárquico". En general, para que se pudiera dialogar bien ellos deberían ser republicanos, de izquierdas y defensores de las libertades y no apuntarse a la represión institucional contra el independentismo.

La sensación es que sigue costando mucho que ERC y los Comuns se entiendan.

Barcelona es muy importante, y evidentemente todo el mundo se juega mucho, pero la candidatura del Maragall, que ha sacado más votos que nadie, es quien se juega menos. Dentro del plan general de conquista de la hegemonía social y política en Catalunya, no tener Barcelona lo ralentiza, pero no te juegas la vida. En cambio, los Comuns aceptando según qué apoyos pueden tener una crisis interna más profunda de las que han tenido últimamente y con la determinación que tomen se juegan el proyecto. ERC ha tenido unos buenos resultados, que la habilitan para ocupar la alcaldía y llevar una gestión compartida, que por lógica y programas debería ser con los Comuns. Si hay una coalición entre los dos puedes poner en marcha un plan de gobierno realmente ambicioso.

"¿Qué queremos que sea Barcelona y toda el área metropolitana para los próximos 25 o 30 años? ¿Lo haremos ahora o hay que esperar cuatro años?", pregunta Tresserras

Barcelona viene de unas inercias del viejo modelo ligado al 92 y este modelo se tiene que poner al día, teniendo en cuenta elementos que ahora son centrales, como la sostenibilidad, la energía, el cambio climático... Necesitas un equipo de gobierno suficientemente sólido para hacer una política potente y que tenga capacidad para crear un amplio consenso ciudadano en torno a unas propuestas que la gente se haga suyas, que se haga militante de ellas. Entre Comuns y ERC se crea un frente mínimo, que en la medida de lo posible debes tratar de ensanchar, que es bastante amplio. Estamos en un cambio de era y tu debes tener un proyecto nuevo y tanto en el caso de ERC como en los Comuns hay aspectos que te permiten ponerlo al día. Ahora toca la construcción de un proyecto nuevo. ¿Qué queremos que sea Barcelona y toda el área metropolitana para los próximos 25 o 30 años? ¿Lo haremos ahora o hay que esperar cuatro años? Mejor que empezemos ahora, pero para hacerlo hay que ponerse de acuerdo.

¿Un pacto entre estos dos actores sería un paso hacia esta apertura republicana que defiende el título libro?

Sí, sería así. Hay un tipo de alianza que pudo producirse antes, ya en 2015, pero al final no cuajó y sigue siendo un tema pendiente. En Barcelona hay una mayoría social y política decantada a la izquierda y me parece lógico que pueda haber un bloque que haga una política de izquierdas pragmática, realista, con aspiraciones que estas políticas tengan una cierta proyección internacional, para que sean especialmente eficaces a la hora de alcanzar objetivos con una fuerte carga social y una gran capacidad transformadora en la dirección que nos marca la globalización. Hay una parte de las transformaciones en marcha en el mundo que simplemente son una realidad y esta realidad te exige la adopción rápida de políticas para que no te acaben esclavizando, subordinando o perjudicando a amplias capas de la población.

En cierto modo, en los últimos años ha habido un cambio en el sentido común en torno a temas como las municipalizaciones, la regulación del precio del alquiler o la gestión del turismo, pero quizás falta que esto se transforme en políticas realmente efectivas. ¿Un acuerdo como el que plantea ayudaría a ello?

Pienso que sí, que una alianza de este tipo lo mejoraría todo. Los comuns y ERC tienen un poco de frontera electoral, pero creo que lo fundamental es que han acumulado experiencias no redundantes en muchos ámbitos. Así como hay mucha gente de ERC ligada a los movimientos sociales y al mundo sindical, hay más ligada a temas nacionales y en el caso de los Comuns es al revés. Por decirlo de alguna manera, los Comuns estuvieron más presentes que ERC en el 15-M, mientras que ERC lo ha estado mucho más en el procés. Y esta unión del 15-M y el procés puede generar una síntesis virtuosa.

La posible alianza permite una vigilancia mutua que puede ser muy buena con la fiscalización permanente de las propuestas, porque esto hace de filtro. Debe ser un pacto para construir un proyecto abocado a la acción. En los planteamientos generales en muchos ya hay un acuerdo de partida y se trata de profundizar. En todos los casos ha habido la producción de experiencias concretas ejemplares, el problema es conectar la filosofía general del proyecto con estas experiencias concretas de manera que no sean puntuales, sino que sean generalizables, que generen nuevos consensos y un impacto sobre la gente.

Supongo que la cuestión es pasar de la teoría a la práctica y no parece fácil.

La política no es una ciencia ni una técnica, sino más bien sería un arte. Sería el arte de interpretar aceleradamente la realidad y tomar decisiones para intentar intervenir de una forma positiva al servicio de los intereses que tú te marcas como prioritarios. En este arte actúas por una combinación de inteligencia, capacidad de análisis, experiencia, intuición... con todo ello combinado tomas decisiones y corres riesgos y en estas políticas la clave si no aciertas es que te des cuenta enseguida y puedas rectificar. Constantemente la realidad se va ajustando y esto hace que la política sea compleja y por eso no se puede hacer política sólo a partir de la aplicación mecánica de principios, aunque no te tengas que saltar ni tragar.

En el libro defendéis que el proyecto republicano para crecer debe ser "profundamente social". Hasta ahora, una parte importante de la sociedad catalana lo rechaza. ¿Cómo cambiarlo?

El sueño republicano presupone la existencia de una amplia mayoría social favorable a la República. Y dentro de las perspectivas del republicanismo, la ciudadanía ideal es la republicana, que es aquella población, tendencialmente toda, que asume el compromiso ante los demás de informarse en torno a los grandes temas de debate público para tomar posición en la línea de servir al interés general. Desde esta perspectiva tienes que entender que de acuerdo con un mínimo análisis izquierdista, el 90% de la población son clases populares.

"Si las propuestas de izquierdas reciben un apoyo del 50 o el 60%, quiere decir que hay una parte de las clases populares que vota a otras cosas", dice Tresserras

Por lo tanto, si las propuestas de izquierdas reciben un apoyo del 50 o el 60%, quiere decir que hay una parte de las clases populares que vota a otras cosas, contrarias a las clases populares. ¿Por qué? Pues porque cuando votan lo hacen convencidos de que hacen lo mejor para sus intereses porque no has tenido la capacidad de ponerte en contacto con esta gente y explicarle lo fantásticas que son tus propuestas. O quizá porque no son tan fantásticas, o porque hay una parte de la gente que no se las cree. Una parte de tu actuación debe ir encaminada a ganarte la confianza y convencer a estas personas para tener una amplia mayoría social.

Si quieres hacer la revolución y una profunda transformación social no tienes suficiente con ganar un día con el 51%, necesitas construir una amplia mayoría social y tienes que tener una cierta hegemonía dentro de esta mayoría, que tenga una voluntad de permanencia. Una hegemonía supone la construcción de un nuevo sentido común y en Catalunya la gran batalla política de este republicanismo es la construcción de este nuevo sentido común.

Actualmente, el peso de las redes sociales y los medios de comunicación convencionales es muy grande en la construcción de una hegemonía y este peso hoy está en pocas manos. Por eso había gente que no quería que El Periódico lo comprara Jaume Roures, por ejemplo. ¿Por qué hay tanto interés por parte del establishment? Por qué son conscientes de que con estos medios controlan a una parte de la opinión pública.

El resultado de ERC y los Comuns es un resultado hecho en principio en contra de los deseos del establishment, por lo que es muy importante. En una sociedad menos dependiente de estos vínculos, más culta, más liberada y más capaz de tomar decisiones por su cuenta, el resultado sería mayor. Esto es lo que te da esta expectativa de construcción de hegemonía. Y con la reacción del establishment de estos días ya se ve cuál es la opción que seguramente ellos ven más peligrosa, la que ven más incontrolable.

En alguna entrevista ha comentado junto a Enric Marín que las vías unilaterales no tienen recorrido y que la resolución tendrá que pasar por algún tipo de acuerdo multilateral.

Lo que hemos defendido siempre es que lo que estamos haciendo es una revuelta democrática, un proceso de empoderamiento de los actores populares para poner en marcha una república, que es el estado de la Catalunya independiente. Y esto lo haremos por una vía escrupulosamente democrática y no violenta. La clave de todas las manifestaciones multitudinarias es ésta: nosotros somos la democracia, el Estado nos niega los derechos democráticos; nosotros defendemos el referéndum y queremos decidir, y no nos dejan.

"Catalunya tiene un déficit de estatalidad, porque el Estado español no ha asumido nunca positivamente su existencia", critica Tresserras 

Para hacer esto sólo hay una manera que es conseguir una amplia mayoría social y desde esta lógica la política más radical es la que permite la construcción, lo antes y lo más amplia posible, de esta mayoría. Y eso pasa por hacerlo lo más democráticamente que puedas y dejando claro que tienes un problema con el Estado pero no con España o los españoles.

Catalunya tiene un déficit de estatalidad, porque el Estado español no ha asumido nunca positivamente su existencia, no ha reconocido la existencia de Catalunya como sujeto histórico y político y no ha asumido la defensa a nivel internacional de su lengua, su cultural o su economía. Nosotros tenemos un problema con el Estado y queremos gestionar directamente los recursos, las horizontes y los deseos. ¿Como queremos hacer esto de poder decidir democráticamente? De manera acordada. Estás totalmente por la bilateralidad, pero quien te fuerza a la unilateralidad es el Estado y tú no puedes enarbolar como propia la condición a la que te lleva el Estado. La unilateralidad es la única salida que te deja el Estado cuando te impide seguir los procedimientos democráticos que tú habrías acordado. Tú no quieres ser unilateral.

El escenario del otoño de 2017 pasó por la unilateralidad. ¿Cómo se puede llegar a un escenario distinto?

El otoño de 2017 fue un pulso. Nosotros dijimos haremos un referéndum y votaremos y el Estado dijo no votaréis, no es legal y lo impediremos. Y votamos y es una derrota brutal del Estado y las imágenes de la represión aún lo hacen más brutal. ¿Es una salida unilateral? Sí, porque es desobedecer las órdenes del Estado pero no es una unilateralidad buscada, sino que lo es porque los demás no quieren negociar. El escenario futuro está por ver porque todo se mueve mucho.

"Si demuestras muchas veces que tienes esa fuerza, la presión internacional será mayor", expone Tresserras

Pero, primero, ¿tu fuerza de donde viene? Del apoyo social. Los otros tienen la policía, la maquinaria judicial, la manipulación de las leyes, las cloacas, la intoxicación mediática, todo... Tú no puedes tener otra fuerza que la gente. ¿Qué necesitas? Más gente. Por lo tanto quien sirve la causa es quien lleva a más gente y quien la traiciona es quien limita a la gente, quien la excluye. Necesitas a base de más gente poder demostrar que existe esa mayoría. ¿Cómo? En todas las convocatorias electorales, en todas las manifestaciones hacer evidente que hay una mayoría, este 80%, que quiere decidir. Si demuestras muchas veces que tienes esa fuerza, la presión internacional será mayor, y si lo demuestras muchas veces más, entonces puedes acabar forzando que el Estado tenga que entrar a sentarse y hablar.

Al final tu arma secreta es la que no es secreta, que es el apoyo de la gente. Tarde o temprano el Estado deberá negociar y en la disposición a la negociación de la parte catalana debe quedar claro que podemos discutir el cuándo y el cómo, pero lo que haremos es irrenunciable, que es decidir el futuro de Catalunya y esto debe poderse votar en referéndum.

¿Qué impacto puede tener una condena dura del Tribunal Supremo a los dirigentes independentistas?

Impacto tendrá, lo que espero es que haya una reacción unitaria, muy amplia, que aglutine otra vez a este 80%, que tiene una fuerza descomunal. Se deben encontrar las maneras de expresar este rechazo a la sentencia que cohesione internamente al movimiento y despierte el interés internacional. El Estado en algún momento tiene que darse cuenta que se ha equivocado con el juicio y se comporta como un estado vengativo por lo que pasó en octubre de 2017.

"Ha quedado demostrado que es la primera vez desde la Transición que el estado se ha visto amenazado y ha optado por la tremenda", asegura el entrevistado

Si no pasa, esto provocará una reacción que si se coordina bien será ampliamente unitaria y creo que habrá otro pulso al Estado, que no podrá responder únicamente con represión. La única forma que tenía el Estado de salir airoso de todo esto era el desistimiento de la vía judicial y eso no ha pasado. Por lo tanto la máquina política actual del Estado es cómplice de lo que puso en marcha la máquina política del PP y la respuesta al 1 de octubre fue una respuesta franquista.

La democracia del 78 es una democracia que excluye a los grandes temas, no puedes discutir la forma de Estado, que ya la pactó Franco, ni la unidad de la patria. Y aquí ha habido una desobediencia a una mala ley, una ley que impedía el ejercicio de los derechos democráticos fundamentales en Catalunya. Ha quedado demostrado que es la primera vez desde la Transición que el estado se ha visto amenazado y ha optado por la tremenda. Por lo tanto, si alguien quiere cambiar el Estado debe apostar por el Procés, porque es el único punto de fractura y tiene que hacer una apuesta clara para que en Catalunya se pueda llegar a un proceso de toma de decisión democrática.

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