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Ferraz no tiene fuerza para imponer una línea única de pactos postelectorales

Se da por hecho que cada “barón” tomará su decisión, que se intentará consensuar, y tendrá siempre el visto bueno del Comité Federal.

Ferraz no tiene fuerza para imponer una línea única de pactos postelectorales

MANUEL SÁNCHEZ

No han terminado aún las primeras elecciones, de las cinco que se celebrarán este año, y el PSOE ya está inmerso en la polémica sobre los posibles pactos postelectorales. La dirección del partido quiere huir de este debate que, por un lado, le parece absurdo a estas alturas y, por otro, cree que le perjudica. Pero la controversia parece que ha llegado para quedarse.

Todo ha empezado porque Pedro Sánchez dijo la obviedad de que la política de pactos la decide el Comité Federal del PSOE, máximo órgano entre congresos, a propuesta de la Ejecutiva, que es simplemente lo que dicen los estatutos del PSOE.

Pero a la presidenta andaluza no tardó en responder que a ella nadie le va a marcar la pauta. Y, para que no faltara de nada, el ex ministro José Bono, en las múltiples presentaciones que está haciendo de su último libro, dijo que Ferraz debe imponer una línea única de pactos en toda España y no volver a cometer el error de hace unos años de acordar con quien fuera para llegar a gobernar.

Susana Díaz podrá tomar las decisiones que quiera en Andalucía tras los comicios del próximo domingo 22 de marzo

La dirección del partido sabe que, ahora mismo, no tiene fuerza para imponer una única línea de pactos y, además, se considera también que podría ser una mala estrategia. Por ello, los barones tendrán prácticamente manos libres para buscar los acuerdos que les puedan permitir gobernar tras el 24-M y, por supuesto, Susana Díaz podrá tomar las decisiones que quiera en Andalucía tras los comicios del próximo domingo 22 de marzo.

La línea roja que marca Ferraz sigue siendo la de no llegar a acuerdos de gobierno con el Partido Popular en ningún caso, pero tampoco hay unanimidad completa en el partido en torno a este posicionamiento, aunque Pedro Sánchez no se cansa de repetir dicho mensaje.

El primer acercamiento a qué tipo de acuerdos buscará el PSOE lo tendrá que hacer la propia Susana Díaz en el Comité Federal del 28 de marzo, seis días después de las andaluzas. Si se cumplen las encuestas, la secretaria general del PSOE-A ganará las elecciones pero quedará muy lejos de la mayoría absoluta.

La dirigente andaluza ya ha dicho que no piensa pactar con el PP ni con Podemos y, posiblemente, no le sirva sólo con Izquierda Unida, como hasta ahora. La pregunta es cómo quiere gobernar entonces. Y todo apunta a una investidura en minoría y a un Gobierno en solitario con acuerdos puntuales.

A Ferraz no le parece mal este posicionamiento, ni para Andalucía ni para otras comunidades en las que pudiera lograr ser la fuerza más votada. Pero tampoco le parece mal si queda en segunda posición. En este caso, la línea general sería que el PSOE no apoyaría a nadie, y sus candidatos se presentarían a todas las investiduras que puedan sin pacto previo y para gobernar en minoría, una vez que el candidato del PP –previsiblemente, el más votado en la mayoría de las comunidades- no hubiera logrado los votos necesarios.

Esto sería en un escenario, que se considera muy plausible en muchas comunidades, en el que el PP gane las elecciones, PSOE quede como segunda fuerza y Podemos sea quien tenga la llave. Ahí, estaría el balón en el tejado del partido de Pablo Iglesias, si facilita o no un Gobierno socialista en minoría o dejar gobernar al PP.

El problema se presenta si los socialistas son tercera fuerza política –como podría ocurrir en Madrid- y Podemos le responde con la misma jugada. Fuentes de la dirección socialista no contestan en esta hipótesis, y se limitan a afirmar que el PSOE, en el peor de los casos, será segundo y la primera fuerza política de la izquierda.

El PSOE no contempla a Ciudadanos como un posible aliado incialmente

En cuanto a Ciudadanos –aunque puntualmente algunos barones socialistas no lo descartan si cuadran los números-, el PSOE no lo ve como posible aliado inicialmente, y muestran su convencimiento de que en los lugares donde puedan ser decisivos se inclinarán por el Partido Popular.

En todo caso, los dirigentes consultados apuntan que es un debate precipitado, se quejan de que siempre se ponga al PSOE en el punto de mira –“¿También habrá que preguntar a los otros con quién quieren pactar?”, afirma un diputado-, pero se admite que, tal y como se vislumbra el mapa político en España, los partidos deben empezar a cultivar una política de pactos a la que no están muy acostumbrados, porque prácticamente ha sido irrelevante en toda la etapa democrática con el auge del bipartidismo.

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