Este artículo se publicó hace 11 años.
Ismael Álvarez, el acosador que se inmoló 'por amor a su ciudad'
El exalcalde de Ponferrada, condenado en 2002 por acoso sexual a la concejala Nevenka Fernández, protagoniza otra historia de venganza, chantajes y populismo en una operación para dar el Ayuntamiento al PSOE
Alejandro Torrús
Un político autoinmolado por el bien de su pueblo. Sacrificado y comprometido hasta el punto de renunciar a sus aspiraciones políticas con tal de ayudar a sacar a Ponferrada, su localidad, del estado de “muerte” en el que se encuentra desde que las urnas de 2011 dispusieran una Corporación ingobernable. Esta es la última imagen que ha querido regalar al gran público Ismael Álvarez, exalcalde de Ponferrada y antiguo militante del PP condenado por un delito de acoso sexual contra una concejal, Nevenka Fernández, en el año 2002.
En aquel momento, Álvarez declaró en su defensa que si analizaba minuciosamente la relación sentimental que mantuvo con la ex concejala de Hacienda, ésta habría sido la "acosadora" y atribuyó la querella a una posible “venganza de la joven”. Tras producirse la condena, Álvarez dimitió y lo hizo, según aseguró, de manera “libre, personal y unilateralmente". Su decisión le valió un sinfín de elogios desde las filas conservadoras. Ana Botella, actual alcadesa de Madrid, fue de las primeras en sumarse a los piropos al exalcalde de Ponferrada, de quien llegó a asegurar que había mantenido una conducta “impecable”. Pío García Escudero, coordinador de organización del PP por aquel entonces le agradeció su “valor político”.
Pero estas palabras de apoyo no fueron suficiente para Álvarez. Un político como él necesita poder, sin poder no es nadie, y el Partido Popular de Castilla y León se negó a devolvérselo. El presidente regional del PP, Juan Vicente Herrera, le negó en 2011 su inclusión en las listas conservadoras. El que fuera su mano derecha, López Riesco, heredó el cargo de alcalde de manos de Álvarez en 2002 y desde entonces ha gobernando la ciudad. La vuelta a la primera fila del político condenado por acoso sexual era un riesgo demasiado elevado para el Partido Popular de Ponferrada.
Ana Botella llegó a asegurar que Álvarez había mantenido una conducta “impecable” Álvarez perdonó, pero no olvidó. Era muy difícil pasar por alto que el político que él mismo había encumbrado, López Riesco, ahora le estaba haciendo el mayor de los vacíos. Hace ahora dos años, en febrero de 2011, Álvarez creó un partido político con el que presentarse a las elecciones municipales. Los Independientes Agrupados de Ponferrada (IAP). Una coalición formada por políticos de diferentes familias ideológicas donde predominaban sus hombres de confianza.
En su presentación, Álvarez tachó su delito de “poco grave” y aseguró sin tapujos que su deseo era encabezar la lista del ayuntamiento por la formación que lidera Mariano Rajoy, al que llegó incluso a escribirle una carta. El rencor estaba patente. Ni siquiera era disimulado. En una entrevista concedida a El Mundo antes de las elecciones, Álvarez no dudó en afirmar que su relación con el actual alcalde, López Riesco estaba “algo deteriorada”.
López Riesco, por su parte, se cansó de señalar que lo que movía a Álvarez era el rencor. Y el tiempo no ha tardado en darle la razón. Las elecciones municipales de mayo de 2011 otorgaron a Álvarez las llaves del gobierno de la mano de cinco concejales. El líder de IAP dejó pasar el tiempo a sabiendas de que este corría a su favor. El PP había ganado las elecciones pero no tenía una mayoría sólida en la que basar su acción de gobierno.
Álvarez afirmó en la investidura que apoyaría a los conservadores porque lo que “importa es Ponferrada”. "Hablamos de colaborar de verdad, porque no nos importan los nombres, lo que nos importa es Ponferrada", aseguró. Mientras tanto, Ponferrada, que cuenta con un presupuesto de 50 millones de euros, continuaba asfixiándose para hacer frente a una deuda de 35 millones.
El acuerdo de Álvarez y el PSOE quitará la alcaldía al PP y a su ex 'mano derecha' Ahora, Álvarez, ha decidido dar el toque de queda al Partido Popular de Ponferrada, que fue el suyo, y a López Riesco, su antigua mano derecha. "Yo ya advertí en la campaña electoral que el discurso de cercanía al PP de Álvarez no era cierto y el tiempo me ha dado la razón. Álvarez hurta con los votos de muchos el gobierno municipal al PP, pero no le tengo miedo, nunca he cedido a sus chantajes y nunca lo haré", asegura el aun alcalde.
El PSOE, que había conseguido 8 de los 25 concejales de Ponferrada, llevaba una década descalificando a Álvarez tanto por su condena como acosador sexual como por su acción de gobierno. Los calificativos de populista y especulador han retumbado más de una vez en las paredes del grupo socialista municipal. Pero cuando se habla de poder, el perdón es eterno. Ahora, ambas formaciones, PSOE y AIP, han presentado una moción de censura que dará la alcaldía al candidato socialista Samuel Folgueral, mientras que Emilio Cubelos (el 'segundo' de Álvarez) se postula como teniente alcalde.
La justificación de Álvarez ha vuelto a ser el amor que le profesa a Ponferrada. Prueba de ello es que afirma que se retirará de la política cuando Folgueral acceda al poder para no complicar la situación. Pero de lo que nadie duda en Ponferrada es que el cabeza de lista de AIP seguirá dedicado a la política ya sea en la sombra o a plena luz porque esta es su vocación, su instinto y su deseo. El grupo municipal del Partido Popular afirma no sentirse sorprendido ante el cambio de bando de Álvarez, pero advierte al PSOE: seréis el “rehén político” del alcalde condenado por acoso sexual.
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